La Jornada lunes 22 de marzo de 1999

EL EXITO DE LA CONSULTA

De acuerdo con información proporcionada por la Fundación Arturo Rosenblueth hacia el cierre de esta edición, la Consulta Nacional por el Respeto a los Derechos de los Pueblos Indios y por el fin de la Guerra de Exterminio, realizada ayer en el territorio nacional por convocatoria del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, fue un éxito de organización independiente, de participación civil y de entendimiento entre mexicanos.

Cerca de tres millones de personas, según los datos de la institución referida, acudieron a las urnas para opinar sobre asuntos de importancia central para el país: la necesidad de adoptar la iniciativa de reformas legales sobre derechos y cultura indígenas, elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación con base en los acuerdos de San Andrés; el respeto a las comunidades indígenas rebeldes de Chiapas y el retiro del Ejército de tales comunidades, tanto para propiciar el arreglo pacífico del doloroso y peligroso impasse chiapaneco como para restablecer garantías constitucionales que están siendo violentadas, en la denominada "zona de conflicto", desde febrero de 1995.

Si se considera el hecho de que el ejercicio participativo y democrático se realizó con recursos económicos y publicitarios limitados, resulta por demás destacables el número de personas que acudieron al llamado de los zapatistas, así como la tranquilidad y la buena organización en que transcurrió tal ejercicio.

Además de la consulta en sí misma, resulta fundamental valorar el vasto esfuerzo de los cientos de indígenas chiapanecos que, en los días recientes, recorrieron los más diversos puntos del territorio nacional para establecer puentes de comunicación con otros tantos sectores de la sociedad, muchos de los cuales tuvieron, por vez pri-mera, la posibilidad de escuchar en voz de sus propios protagonistas las razones del alzamiento de enero de 1994 en Chiapas, así como los planteamientos indígenas para resolver en forma pacífica el conflicto.

De esta manera, tanto la sociedad civil como los zapatistas ofrecen una prueba de madurez, de civismo y de voluntad de paz. La clase política y las instituciones superiores del país están ante el deber de escuchar los resultados de este ejercicio y de percibir, en ellos, la determinación nacional de construir una nación incluyente, justa, pacífica y democrática.