Tango por siempre, espectáculo que hace de La Biela un boliche

Fabrizio León n Unas horas de Buenos Aires se aposentaron en la ciudad de México. En el restaurante La Biela, que fue el primer boliche famoso en el barrio de la Recoleta en la ciudad porteña, se presenta un nuevo espectáculo que se llama Tango por siempre, donde Raúl Cobián Tanguito y el extraordinario bandoneonista Coco Potenza recorren su garganta y los dedos del aire para sentir tango. Un bar convertido en boliche donde Keren Sisay y Daniel González bailan y aflojan hasta que el final les llega convertido en un sudor que les moja.

Vestida de negro, Keren bailaba de luto, porque su padre había muerto horas antes de la función, como si fuera parte de una canción, o un lamento del bandoneón, que en el fondo del bar hacía suspirar don Coco Potenza. Antes, Carlos Solari cantó milongas.

La inauguración fue apadrinada por un grupo de jóvenes de más de 50 años en su cuesta. Así cantaron Joaquín Cordero, Carmen Salinas, Carlos Lico y Gualberto Castro, quien lloraba momentos antes, cuando Tanguito, en su mejor momento, cantaba "sirve vino, tabernero, que tengo el alma podrida... ya no tengo amores y los que tuve murieron... placer encuentro en el vino, que me sirve el tabernero". Carlos Lico lucía a su hija Taye, próxima cantante, pero en esa mesa había otro, un tico compositor de 70 años. Ray Tico, quien brindaba por el mañana, aunque éste no exista, decía. "Qué ganas de venir a México, antes de morir", cantaba. Amable hablaba de su novia clandestina. šAh!, cómo se emocionaba con el tango don Ray y en algún momento de la noche, no tango-ok obstante beber mal vino y peor tequila, ese restaurante ya era Buenos Aires y las miradas lánguidas y el paso canyengue de los meseros con su camisolín, sirviendo empanadas con su chimichurri y unos choripanes, cercanos a los pepitos.

El bandoneón es una orquesta y lo mismo bailó la pareja que Raúl Cobián Tanguito dejó pasar una hora para tomar voz y bajarse de la tarima para meterse con los sentimientos, cerca del aliento de los comensales. Ahí Roberta gritaba. Gustavo Rojo, uruguayo al fin, siguió con el índice derecho los pequeños suspiros que Coco Potenza hacía del gusano silbador. Ana Luisa Pelufo entrecerraba los ojos y sonreía. El Che Ventura hacía el gesto característico de los porteños, bajando la mandíbula, y asistía a la pequeña interpretación de Caminito que regaló Carmen Salinas, imitando a Libertad Lamarque. Joaquín Cordero no perdía detalle y cantó el valsesito de Amor de estudiante que celebró Coco Potenza. Pero vino Percal (... te fuiste de tu casa tal vez nos informaron mal, sólo sé que al final te olvidaste del percal... la juventud se fue, mejor no espero más, mejor besar perdidos, los anhelos que no han sido y el vestido de percal) y la noche culminó. Gualberto Castro hizo del final de la fiesta el mejor rincón de este boliche; cantó El día que me quieras como un homenaje a la entonación e invitó a Lico, quien con Tanguito culminaron sorbiendo Uno, de Mariano Mores.

Restaurante Concert Bar La Biela. Avenida Sonora 123, colonia Roma. Teléfonos 5286 01 16. Funciones de jueves a sábado, a las 20:00 horas.