n La información comprometedora se paga en dólares
En la lucha por el poder en Rusia, aumenta el uso del kompromat
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 21 de marzo n Si siguen así las cosas, muy pronto la palabra rusa kompromat, materiales comprometedores obtenidos por lo común mediante procedimientos ilegales para chantajear o descalificar a los oponentes políticos, no va a requerir traducción y puede adquirir carta de naturaleza en todos los idiomas, como en su momento lo hicieron perestroika y glasnost.
Se ha llegado al extremo, más trágico que cómico, de que en uno de los pasillos de la Duma (Cámara baja del Parlamento) junto al tablero de novedades que checan a diario los diputados, es posible leer el siguiente anuncio: "Dossiers Confidenciales sobre Personas Físicas y Morales. Teléfono 974 01 11 para el abonado No. 3533".
Ese número telefónico remite a una de las tantas agencias privadas, que operan oficialmente como centros analíticos o consultorías, pero su plato fuerte es ofrecer investigaciones de carácter reservado sobre cualquier político, empresa o banco.
Las tarifas, en dólares por supuesto, varían según la extensión y calidad de la información recabada: de un mínimo de 200 a un máximo de 5 mil dólares por una recopilación de datos confidenciales: participación accionaria en empresas, prestanombres, socios, cuentas bancarias, bienes raíces y amantes, integran el paquete básico que más interesa a los clientes.
El siguiente nivel de obtención de kompromat es más complejo y lo realizan servicios de seguridad propios de los hombres más poderosos de este país. No hay oligarca o banco de primer nivel que no tenga su servicio de seguridad. El prototipo de éstos es la empresa Atoll, que tantos dolores de cabeza ha dado últimamente al magnate Boris Berezovsky.
Su función no se limita a recabar información que está fuera del alcance del gran público, sino pruebas documentales de ilícitos, grabaciones con cámaras ocultas, intervención de conversaciones telefónicas y todo lo que se pueda conseguir con un arsenal equiparable al de los servicios secretos más importantes a nivel mundial, pero en beneficio particular.
Periodistas rusos que han seguido de cerca el tema del kompromat sostienen que hay un nivel superior, técnicamente todavía mejor dotado, el cual de alguna manera suministra información --a través de "filtraciones" interesadas o a cambio de considerables sumas-- a los dos niveles anteriores. Aseguran que es el propio aparato de seguridad del Estado, particularmente el FSB (Servicio Federal de Seguridad) y el FAPSI (Agencia Federal de Comunicaciones Gubernamentales e Información), aunque también algunos departamentos del Ministerio del Interior.
En palabras del director del FSB, Nikolai Putin, es prácticamente imposible detener la fuga de materiales sensibles, cuando un oficial de seguridad gana, en promedio, el equivalente a mil 300 pesos al mes.
La red de redes
Quizá en ningún otro país del mundo se utilicen con tanta profusión --como en Rusia-- las posibilidades de Internet para descalificar, desde el anonimato, a los rivales políticos.
El fenómeno de exponer en Internet la ropa sucia de la élite gobernante empezó el pasado 26 de noviembre, cuando apareció por primera vez la página anónima Kogot, que podría traducirse como Garra, realizada sin duda por profesionales de alto nivel que hicieron técnicamente imposible la detección de sus autores.
Kogot, que en su versión original contenía detalles de la vida privada y negocios de doce personajes de primer nivel fue retirada por los administradores del servidor un día y medio después. En tan breve lapso, sin embargo, muchos navegantes del espacio cibernético alcanzaron a bajar a los discos duros de sus computadoras información equivalente a 300 cuartillas de texto impreso. En una versión más reducida y ya en otro servidor, es posible acceder a Kogot todavía hoy.
El kompromat se difunde en páginas Web de distintos servidores, ubicados tanto en Rusia como en el exterior, las cuales aparecen con la misma rapidez con que cambian de dirección o dejan de existir. En algunos casos, consiguen su propósito de tener un efecto multiplicador cuando la prensa escrita reproduce su contenido en cientos de miles de ejemplares.
En los últimos meses han surgido infinidad de páginas de este tipo: Kogot-2, sobre la pugna entre el gobernador de Krasnoyarsk, Aleksandr Lebed, y el presunto jefe de la mafia local, Anatoli Bykov; Rumores en Rusia, que fue prohibido cuando sus autores, en entrevista a un diario y sin revelar su identidad, confirmaron que eran un grupo de ex funcionarios de la Oficina de la Presidencia y del FSB, y que prometen reaparecer pronto con otra dirección; La verdadera historia de Mijail Katyshev, dedicada a uno de los subprocuradores generales de Rusia; Opositores de Penza, que desde diciembre pasado hace una crónica cotidiana de la corrupción que florece al amparo del gobernador de esa región, y hasta la famosa película porno protagonizada por el procurador general Yuri Skuratov estuvo disponible durante unas horas en formato AVI.
La caída en desgracia del general Bordiuzha
En medio de la telaraña de micrófonos y cámaras ocultas en busca de kompromat, Skuratov fue grabado en la cama con dos prostitutas. Ante los senadores habló de un intento de chantaje y recibió apoyo al no aceptar éstos su renuncia.
De acuerdo con información en poder del semanario Novaya Gazeta, la grabación no fue ordenada por el Kremlin. Se llevó a cabo hace más de un año, en un departamento habilitado para tales fines por el banquero Ashot Eguiazarian, de muy dudosa reputación que se ostenta, además, como "asesor" del procurador general.
Le costó, sin embargo, el puesto al jefe de la Oficina de la Presidencia y secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, general Nikolai Bordiuzha. En conversaciones en corto, se da por hecho que él fue quien forzó a Skuratov a renunciar a cambio de no sacar a la luz pública el kompromat, que finalmente alcanzó la mayor difusión posible al ser mostrado por el canal de la televisión del Estado.
Es de suponer que la familia del presidente tuvo elementos suficientes para concluir que Bordiuzha falló en su tarea principal: proteger sus intereses. La falta de sensibilidad política de Bordiuzha, que se compensaba con su lealtad en el más estricto sentido militar, no pudo impedir los riesgos que implica el insistente rumor de que Tatiana, la hija menor de Yeltsin, podría estar involucrada en los turbios negocios que realiza en Rusia la empresa suiza Mabetex S.A..
Hombre cercano a Berezovsky, Bordiuzha fue relevado por Aleksandr Voloshin, que tiene la misma fama y ocupaba el cargo de asesor económico de Yeltsin con rango de subjefe de la Oficina de la Presidencia. Antes de incorporarse a dicha Oficina como asesor económico de su anterior titular, Valentin Yumashev, Voloshin trabajó para Berezovsky en el ambicioso proyecto de la Alianza Automovilística de Rusia, AVVA, que vendió la idea de "crear un automóvil para el pueblo", que hasta ahora siguen esperando quienes aportaron sus ahorros.
Después creó su propia empresa AK&M (Análisis, Consultoría y Estudios de Mercado), la cual --según publicó, el pasado 21 de enero, el periódico Moskovski Komsomolets-- realizó importantes operaciones de bolsa para su principal cliente, Boris Berezovsky, y redactó el programa económico de Aleksandr Lebed cuando era candidato a gobernador de Krasnoyarsk, campaña electoral que parcialmente fue financiada por Berezovsky, para variar.
Poco afecto a hacer declaraciones e incluso a aparecer en público, Voloshin tendrá ahora que dar la cara por Yeltsin y tratar de buscar un entendimiento con Skuratov, que se convirtió en peligrosa arma en muchas manos y puede acabar como una pistola que se dispara sola.
Hay opiniones encontradas acerca de qué va a pasar en los próximos días, sobre todo en ausencia del primer ministro Evgueni Primakov, quien inicia este lunes una visita a Washington en busca de los créditos del FMI que necesita Rusia. Lo único claro es que si Skuratov, cuya credibilidad está por los suelos, ordena detenciones de gente poderosa y cercana a Yeltsin, le será imposible demostrar que lo hizo por una encomiable y repentina voluntad de combatir la corrupción y no en respuesta al fallido intento de chantaje.