n La estatuilla honoraria para Kazan, pelo en la sopa
La noche del Oscar comenzó bien, tuvo un tropiezo... y acabó bien
n Shakespeare enamorado y Rescatando al soldado Ryan arrasaron
César Güemes n La noche había comenzado bien, después de todo, incluso con los cambios de vestuario de la conductora Whoopi Goldberg, cuando James Coburn, bueno entre los malvados, se hizo acreedor al primer Oscar de la entrega número 71 como mejor actor de reparto en Affliction. Dijo el maestro: "Algunos hacen este trabajo por amor, otros por dinero. Este es un fruto del amor".
La decoración más adecuada, en seguida, fue para Martin Childs y Jill Quertier por Shakespeare enamorado. Y el Oscar para el mejor maquillaje, nominación que ya se asemeja a la de efectos especiales, fue concedido a Jenny Shircore, quien consiguió trasladar la pintura a la pantalla en Elizabeth. Kim Magnusson y Anders Thomas Jensen obtuvieron el Oscar para el mejor corto de acción por Valgaften. Y entonces la pantalla se llenó de bichos: los presentadores del premio al corto en dibujos animados, que fue para Bunny, realizada por Chris Wedge.
El segundo de la noche para Shakespeare enamorado fue a dar a manos de Judi Dench por sus buenos ocho minutos en pantalla en el rubro de mejor actriz de reparto. Por su lado, poco visto aunque muy escuchado, el Oscar a la edición de sonido recayó en este caso en Gary Rydstrom y Richard Hymns, que le dieron el primero de la velada a Rescatando al soldado Ryan. Y de inmediato la cinta cosechó el segundo en la categoría de mejor sonido a cargo de Rydstrom, Gary Summers, Andy Nelson y Ron Judkins.
Roberto Benigni se llevó las palmas mientras saltaba de butaca en butaca hasta llegar al escenario para recibir con un largo y efusivo discurso el Oscar a la mejor cinta extranjera por La vida es bella. Minutos más tarde, la cinta encontraría su segunda estatuilla en el renglón de mejor música original.
Rescatando... levantó su tercer premio en edición, a cargo de Michael Kahn. Se vislumbraba lo que podía suceder en cuanto transcurrieran las horas al interior del Dorothy Chandler Pavillion, de Los Angeles. Una pausa en las acciones, si es posible tal cosa, fue la entrega del Oscar para Más allá de los sueños por sus efectos visuales, logrados por Joel Hynek, Nicholas Brooks, Stuart Robertson y Kevin Scott Mack.
El premio Memorial Irving G. Thalberg, correspondió al productor y director Norman Jewison.
Los premios gordos, si es que hay Oscares flacos, comenzaron con el que se entrega al mejor actor: Benigni, quien dijo: "Este es un gran error porque ya usé todo el inglés que sé y no puedo expresar completa mi gratitud (...) A veces pienso que no merezco un premio como éste, pero créanme que espero ganar más en el futuro".
Entonces apareció Elia Kazan, y no podemos decir que la sala se viniera abajo en aplausos. Actores y actrices hubo en número considerable que ni siquiera se tomaron la molestia de aplaudir, mucho menos de levantarse, cuando el realizador acudió a recoger el Oscar honorario que le confirió la Academia.
Tampoco dijo mucho quien en su momento delatara a personalidades del cine con el fin de apegarse al status quo: "Les agradezco a todos, a la Academia por su valor y su generosidad". No hubo solicitud de disculpa, no hubo tampoco caja llena para Kazan.
El mejor vestuario, hablando ya de asuntos agradables, fue el diseñado por Sandy Powell para Shakespeare enamorado, con lo que la premiación cobró un cierto balance. Poco después, le fue entregado a Stephen Schwartz el Oscar por la mejor canción por When you believe, perteneciente a El príncipe de Egipto. La mejor fotografía fue para las imágenes de cierto apabullantes que consiguió Janusz Kaminski en Rescatando al soldado Ryan.
De plano con lágrimas en el rostro, Gwyneth Paltrow se llevó el reconocimiento a la mejor actriz por Shakespeare enamorado. Fue emotiva la situación, muy emotiva. Más serena fue la recepción de mejor guión adaptado que obtuviera Bill Condon por Gods and monsters. Por su parte, el mejor guión escrito directamente para el cine se lo llevaron Marc Norman y Tom Stoppard por Shakespeare...
Steven Spielberg, hechicero de la tecnología, fue el mejor director del año por su Rescatando al soldado Ryan. Agradeció el realizador a Tom Hanks por saber desde el comienzo de la filmación que la cinta iba a ser buena; también a su familia, así como a todas aquéllas que perdieron a uno de sus integrantes en la guerra. "Hicimos la película sobre una familia, y al paso del tiempo resultó que la habíamos hecho sobre muchas de ellas", comentó el director.
Shakespeare enamorado, por último, obtuvo el Oscar a la mejor película, mismo que recibieron David Parfitt, Donna Gigliotti, Harvey Weinstein, Edward Zwick y Marc Norman, con lo cual se estableció, finalmente, el equilibrio, y la noche terminó bien, después de todo.