Octavio Rodríguez Araujo
Un ejemplo a seguir

El país se encuentra en un proceso de polarización inédito en la historia reciente. En un lado, un creciente autoritarismo gubernamental, y en el otro, una sociedad que aspira cada vez más a hacerse oír. Lamentablemente la sociedad no tiene los recursos ni la organización, todavía, para detener dicho autoritarismo o, al menos, para obligar al gobierno a escucharla.

Las últimas acciones e intenciones del gobierno (Fobaproa, carreteras, electricidad, cuotas en la UNAM) parecieran actos desesperados por aquello de que el PRI pudiera perder las elecciones del 2000, es decir imponer medidas económicas para dejarle al próximo gobierno la herencia de reformas que difícilmente podrían ser echadas para atrás sin altos costos.

Al mismo tiempo, esas medidas impuestas le han servido al gobierno para sopesar qué tanto se mueve la sociedad ante actos unilaterales y autoritarios para, eventualmente, convertir las elecciones del 2000 en otro golpe de Estado técnico (como el de 1988), si las circunstancias así lo demandan, y que no pase nada como entonces. Dicho sea de paso, los intentos del PRI para descalificar al Instituto Federal Electoral podrían estar encaminados precisamente a regresar al pasado y poder controlar el proceso electoral como se hacía antes.

No debe pasarse por alto que para los tecnócratas la política es cosa de números: Ƒcuántos marcharon el 18 de marzo y qué porcentaje representan de la población total del país? ƑCuántos votaron en la consulta zapatista y qué porcentaje representan de la población total? ƑCuántos marcharon en contra de las cuotas en la UNAM y qué porcentaje representan de la población estudiantil de esa universidad? ƑCuántos en México leen periódicos independientes y qué porcentaje representan en comparación con los que se desinforman mediante la televisión? Y así por el estilo.

Y aunque los tecnócratas vean con claridad que la sociedad participativa es cada vez mayor, como se demuestra con varios de los ejemplos mencionados y otros más, ya deben haber elaborado gráficas de tendencias y escenarios de prospectiva que probablemente les dicen, en la misma lógica, que antes del 2000 no pasará nada grave o que el país no caerá en una crisis ingobernable (o que no pueda resolverse por las buenas o por las malas).

Se considera que las acciones del gobierno tienen mayor permanencia que las de la sociedad, pues a diferencia de ésta, que se mueve cuando puede y cuando el trabajo de los individuos que la conforman se los permite, el gobierno tiene empleados pagados que, les guste o no, se dedican a lesionar al pueblo sistemáticamente obedeciendo al gobierno que, a su vez, obedece al FMI y al Banco Mundial. Además, debe tomarse en cuenta que mientras al pueblo le cuestan mucho sus acciones, pues éstas representan gastos extra en tiempo y dinero, el gobierno cuenta con los impuestos que paga el pueblo para limitar a éste en sus actos y, ocasionalmente, para reprimirlo o amenazarlo cuando quiere actuar u organizarse.

Pese a los defectos y los errores del PRD, pese a que los priístas honestos no quieren dejar su partido aunque se ve claro que cada vez son más marginados (y que tampoco son oídos por los tecnócratas), pese a que los electricistas no son todos los trabajadores de México, pese a que los estudiantes activos y conscientes no son mayoría, pese a que los zapatistas no son tantos como se quisiera (aunque muchos más de los que supone el gobierno), pese a todo esto parece que la alternativa en el país, de ahora y para el futuro próximo, es la unidad de todos en torno a un programa mínimo y hacerlo valer en las acciones cada vez más frecuentes del pueblo y, en un momento que pudiera ser decisivo, en las elecciones del 2000. La consulta zapatista nos ha dado una idea de lo mucho que se puede lograr yendo a los pueblos a hablar con la gente. Cinco mil zapatistas movieron a 3 millones de personas (cada uno a 600). ƑCuántas personas más moverían los 3 millones de votantes en la consulta si hicieran lo mismo que los zapatistas?