BANCOS INSOSTENIBLES
En días recientes, Guillermo Ortiz Martínez, gobernador del Banco de México, declaró que "el financiamiento privado está pasando en México por una de las peores crisis de su historia", situación que se refleja en una reducción sustancial del crédito otorgado a empresas privadas no bancarias, principalmente las llamadas pequeñas y medianas, desde la crisis de 1995, año desde el cual el país ha padecido una alta volatilidad de las tasas de interés y un índice insostenible de cartera vencida.
Esta realidad de los bancos privados es corroborada por representantes del Centro Empresarial Mexicano para Asuntos Internacionales (CEMAI), de la Asociación Nacional de Industriales de la Transformación, así como por la encuesta de micronegocios que realizaron el INEGI y la Secretaría del Trabajo, cuyos resultados, dados a conocer ayer, revelan que la escasez de créditos durante los últimos cinco años ha provocado que 3 millones de pequeñas y medianas empresas, ante la imposibilidad de obtener créditos bancarios, se hayan visto en la necesidad de recurrir a formas de financiamiento alternativas. Al mismo tiempo, los organismos citados señalan que la banca privada ha establecido una política de otorgación de créditos discriminatoria, de la cual se benefician las empresas extranjeras y las exportadoras.
La escasa capacidad bancaria para captar el ahorro, así como la reticencia de los banqueros a tomar riesgos crediticios ųseñalada por Patricia Armendáriz, vicepresidenta de Supervisión de la Comisión Nacional Bancaria y de Valoresų, obligan a cuestionar el desempeño global de la banca privatizada, cuyas funciones esenciales debieran ser las de cuidar los ahorros de los mexicanos e impulsar el desarrollo industrial, empresarial y de servicios del país mediante el otorgamiento de préstamos. La realidad indica, en cambio, que los grandes depositantes prefieren encomendar sus recursos a bancos estadunidenses, en tanto que las personas físicas y morales que necesitan de créditos ven a los bancos nacionales como una de las últimas ųy de las más peligrosasų opciones.
Pese a estas evidencias, el gobierno federal ha empeñado recursos multimillonarios ųque están siendo aportados por todos los ciudadanosų para sacar a flote a estas instituciones financieras poco eficientes y poco útiles para el desarrollo general del país. No deja de resultar irónico que los costos del Fobaproa estén siendo pagados, vía fiscal, por empresas e individuos que no recibieron créditos, o que los recibieron y se arruinaron al no poder enfrentar las desproporcionadas tasas de interés y los mecanismos usureros de las instituciones beneficiadas con ese mecanismo de rescate bancario.
Finalmente, en la medida en que no han sido capaces de desempeñar correctamente las dos operaciones básicas inherentes a su negocio ųprestar y tomar prestado, es decir, comprar y vender dineroų, queda claro que los bancos privados mexicanos se han sostenido todos estos años merced al subsidio público. ƑHasta cuándo?