PARAGUAY, EN EL FILO DE LA NAVAJA
Desde que en Paraguay fue liberado, por decreto presidencial, el ex comandante de las fuerzas armadas, Lino Oviedo, condenado por golpista a diez años de cárcel ųsentencia ratificada por la Suprema Corte de ese paísų, el presidente Raúl Cubas enfrenta en el Senado un juicio político y la posibilidad de que, con 35 votos a favor sobre un total de 45 senadores, sea destituido y condenado. Para agregar un nuevo peso al escándalo, los disidentes del Partido Colorado ųen el poderų y toda la oposición de centroizquierda, además de la Iglesia católica, acusan a Oviedo de ser el autor intelectual del asesinato del vicepresidente de la República, Luis María Argaña, que se oponía tanto a Oviedo como al presidente Cubas y quien fue muerto, al parecer, por militares.
Ahora están frente a frente la Suprema Corte, el Senado y una parte importante de la población, que se movilizó indignada por el homicidio y el apoyo presidencial al golpista y, del otro lado, las unidades blindadas más fieles al general golpista y al presidente y que siempre actuaron como guardia pretoriana del Partido Colorado ųcomo el regimiento 2 de caballería blindada, que Cubas sacó a la calle para expulsar de ella a los manifestantes.
De este modo, Paraguay vive actualmente una especie de semigolpe de Estado contra el Parlamento y el Poder Judicial, pero la fuerte reacción popular ante el asesinato por francotiradores de cuatro manifestantes opositores ha obligado al presidente a retroceder después de intentar su prueba de fuerza. En efecto, Cubas no sólo anuló la liberación de Oviedo (desconociendo así sus decisiones y actuaciones anteriores) sino que también destituyó al jefe de policía que permitió la violencia armada frente al Senado y se declaró responsable, como jefe de Estado, de dichos trágicos incidentes, además de declarar que acatará el fallo del Senado aunque le sea desfavorable. Tal vez el acosado mandatario tenga esperanza de salir airoso del juicio político a que está siendo sometido; acaso tema la posibilidad de un estallido social y de una guerra civil que profundice aún más las hondas grietas que dividen a dicho partido y al ejército mismo y que no dejan de crecer desde que fue depuesto el ex dictador Alfredo Stroessner.
En todo caso, en los momentos presentes, Paraguay camina sobre el filo de la navaja: la oposición y los campesinos no se desmovilizan y el ejército, por su parte, mantiene los tanques en la calle como una hipoteca sobre una frágil y reciente democracia formal conquistada tras una larga y sangrienta dictadura. Los socios de Asunción en el Mercosur llaman a la prudencia y a no poner en peligro la legalidad pues un golpe atemorizaría a los posibles inversionistas en la región.
Para América Latina en su conjunto, es fundamental, por una parte, evitar el retorno a los ciclos de golpes y dictaduras militares. Es, por ello, deseable que el convulsionado escenario paraguayo retorne rápidamente a la normalidad y que se consoliden y fortalezcan las incipientes estructuras democráticas en ese país.