MAR DE HISTORIAS Ť Cristina Pacheco
Macramé
JUDITH: Belinda, qué rápido llegaste. (Asomándose por el cubo de la escalera) ƑVienes solita?
BELINDA: ƑCon quién querías que viniera? (Pasa de largo hacia el departamento de su amiga y mira en derredor) ƑY Jaime?
JUDITH: No está. Llevó a los niños al cine.
BELINDA: Gracias, Dios mío. (Mira hacia el techo y se persigna) Toda la tarde estuve pidiéndole que me permitiera encontrarte sola. (Conduce a Judith hasta el sillón principal) Tengo que pedirte un favorzote. No es dinero, es algo que a lo mejor te parece absurdo.
JUDITH: Chatita, por favor, cálmate, porque ya me estás poniendo nerviosa.
BELINDA: Júrame que si llegan Jaime y los niños no les dirás a qué vine.
JUDITH: ƑCómo se los voy a decir si tampoco lo sé? Habla, me estás poniendo nerviosa. ƑQué necesitas?
BELINDA: Que me prestes el mantel de macramé que hiciste en el taller. Prometo devolvértelo en una semana.
JUDITH: ƑVienen a visitarte tus suegros?
BELINDA: Toco madera. (Da tres golpes en el filo de la mesa) Necesito el mantel para enseñárselo a René. (Percibe el desconcierto de Judith) Tengo que demostrarle que estuve yendo a tomar las clases de macramé que dan en la delegación, porque si no, se dará cuenta de todo.
JUDITH: ƑQué, es todo?
BELINDA: Pues que he estado saliendo...
JUDITH: ƑCon alguien?
BELINDA: Pues sí, pero no como tú crees.
JUDITH: Yo no creo nada porque, para empezar, todavía no sé ni entiendo nada.
BELINDA: Ahorita te lo explico todo, pero antes díme si vas a prestarme el mantel: me urge.
JUDITH: Claro que te lo presto, pero hasta el lunes: lo dejé para la muestra que organizaron en la delegación. ƑTú qué vas a exhibir?
BELINDA: ƑYo? Nada, porque sólo llevo tejida media carpeta y está horrible, con decirte que la maestra pensó que era un sombrerito.
JUDITH: Pero Ƒcómo? No has faltado ni a una sola clase. Cada vez que te llamo me dice tu sirvienta que fuiste al curso de macramé.
BELINDA: (Al oído de su amiga) Pero no voy. A las primeras cuatro no falté, pero desde la quinta...
JUDITH: Ah... (Bebe un trago) ƑEs allí donde aparece alguien?
BELINDA: Pues sí, pero te juro que no hacemos nada malo: tomamos café, platicamos, me lee sus poemas... De lo otro no ha habido nada porque no me atrevo, me daría vergüenza que me viera la cicatriz de la vesícula. Me quedó enorme. ƑCrees que me la puedan borrar con rayo láser? Dicen que hace maravillas.
JUDITH: Olvídate del rayo y de la cicatriz. Contéstame: Ƒestás saliendo con otro? ƑEso es lo que estás queriendo decirme?
BELINDA: Sí y no...
JUDITH: Imposible, no lo puedo creer.
BELINDA: Yo tampoco, y te juro que no lo busqué ni nada; es más: fue idea de René que tomara clases de macramé. Una noche tuvimos un pleitazo porque llegó tardísimo. Entonces me dijo que lo acosaba porque no hacía nada, que mejor me buscara en qué ocuparme. "En la delegación hay muchos cursos gratuitos. Toma uno de lo que sea, pero déjame en paz". Seguí su consejo: elegí el taller de macramé porque me habías dicho que era divertido. Bueno, también para no pasarme las tardes pensando dónde andaría René. (Sonríe) Las cosas nunca son como uno las imagina: jamás se me ocurrió que así iba a conocer a Armando.
JUDITH: šNo me digas que él también toma la clase!
BELINDA: Claro que no. Sólo trabaja en la delegación. (Con mirada soñadora) Lo vi el día que fui a pedir informes del curso: por error entré en su oficina y él, muy amable, me llevó hasta la mesa de inscripciones y me dio su tarjeta, que por si se me ofrecía algo. Tomé su ofrecimiento como una amabilidad y ni volví a pensar en él.
JUDITH: ƑY cómo es que empezaron a tratarse?
BELINDA: Una noche se me hizo tarde. El me vio en el paradero del microbús y me ofreció aventón. Acepté. (Cruza los brazos sobre el estómago) Hacía años que no estaba a solas con un hombre que no fuera René y me puse tan nerviosa que estuve a punto de llorar. El se dio cuenta porque me dijo que yo era la mujer más sensible que había conocido. Me desconcerté tanto que ya no supe qué decir. Ni siquiera le di las gracias cuando me bajé del coche.
JUDITH: Pero ya se las diste...
BELINDA: Te juro por mi madre que no... Ah, perdón: te refieres a que si le di las gracias. Pues sí, a la siguiente vez que nos vimos.
JUDITH: Y eso Ƒcuándo fue?
BELINDA: Como a la semana volvió a ofrecerse para llevarme a mi casa. A medio camino me preguntó si me gustaría tomar un café. Le dije que no acostumbraba esas cosas.
JUDITH: Qué bruta. ƑPor qué hiciste eso?
BELINDA: Me dio miedo de que sucediera algo y hasta pensé en dejar las clases para no tener tentaciones. Pensé en decírselo a René.
JUDITH: ƑLo de las tentaciones?
BELINDA: No: que iba a dejar las clases de macramé para volver a los aerobics con el pretexto de que el gimnasio me queda a dos cuadras. Cuando llegué a la casa me sentí muy triste, muy sola, y decidí llamar a René a su oficina. "Hoy no vino: pidió el día libre para llevar a su esposa a que le hicieran unos análisis", me dijo la secretaria que me contestó. Me quedé como atontada, sin poder creer que mi marido me usara como pretexto para sus cosas.
JUDITH: A veces uno se acelera y complica más las situaciones.
BELINDA: Te juro que lo pensé y traté de convencerme de que a lo mejor había tenido que ayudar a mi cuñado en algo. Ya sabes que Ernesto y yo no nos hablamos, así que René lo ve por su lado. No quiero decirte la nochecita que pasé. Total, mi marido llegó como a la una de la mañana y Ƒsabes qué me dijo?: "No me calientes la cena porque vengo rendido. Lo único que quiero es dormirme. El licenciado quiso que revisáramos su informe mil veces. Te juro que si no fuera porque ahorita es difícil encontrar chamba, le renunciaría mañana mismo". ƑYa qué iba a decirle? Nada. Pero por lo pronto me convencí de que siempre me ha engañado.
JUDITH: No sé cómo puedes resistirlo.
BELINDA: Si te lo digo a lo mejor no me crees: por Armando.
JUDITH: ƑEl es tu...?
BELINDA: ƑAmante? No... por ahora. (Percibe la expresión incrédula de su amiga) A ti no te mentiría. Sólo sé que Armando es alguien importantísimo en mi vida, Ƒy sabes por qué? Porque me oye, porque habla conmigo, porque cuando le pregunto qué hizo el día anterior no piensa que lo estoy acosando.
JUDITH: Nada me da tanta alegría como verte feliz pero Ƒhas pensado en lo que pasará si René llega a enterarse?
BELINDA: Pero no se enterará porque después del curso de macramé pienso tomar uno de flores de migajón, otro de reciclado o de lo que sea... y espero que tú también lo hagas. (Deja de reír cuando oye rumores en el pasillo) Deben de ser tus gentes. Me voy. El lunes paso por el mantel. En cuanto se lo enseñe a René te lo devuelvo, no te preocupes. (En la puerta tropieza con Jaime y sus dos hijos) Hola, Ƒqué tal? Muchachitos, cómo han crecido: están lindos. Adiós.
JAIME: (Desconcertado) ƑA qué vino Beli tan tarde?
JUDITH: Vino a que le enseñara una puntada de macramé y nos quedamos conversando. (Mira que los niños se dirigen a su cuarto sin saludarla) Niños, Ƒno le van a dar besito a mamá? (Volviéndose a Jaime) ƑQué les pasa: no se divirtieron?
JAIME: Yo tampoco. La película es de una cursilería que no te la crees. Imagínate: se trata de una mujer que se enamora de un tipo sólo porque es amable con ella y al final, para colmo, no pasa nada: pero eso sí, cómo hablan. A mí que no me cuenten: esas cosas nunca suceden, Ƒo crees que sí?
JUDITH: No, nunca suceden.