Agrobacterium, una experta en ingeniería genética
Gina Holguin
Con la ingeniería genética ha surgido una revolución biotecnológica. El conocimiento generado sobre la estructura y replicación del ADN, junto con la elucidación del código genético, nos permiten ahora cortar y pegar genes a nuestro antojo, e introducir en plantas genes de origen animal, humano o bacteriano. Entre otras cosas, modificamos genes para producir fármacos más eficientes para combatir enfermedades; introducimos genes humanos en bacterias creando fábricas biológicas, y creamos plantas resistentes a plagas introduciéndoles genes que codifican o producen toxinas que matan la plaga.
La ingeniería genética surge en los 70, pero hay organismos microscópicos que la practican desde hace millones de años. Agrobacterium tumefaciens es una bacteria del suelo que practica la ingeniería genética para infectar plantas. Esa bacteria les introduce a las plantas unos genes para que produzcan compuestos alimenticios que sólo ella puede consumir, ya que otras bacterias no cuentan con la maquinaria metabólica necesaria para ello. De esa manera, A. tumefaciens convierte a las plantas en fábricas productoras de comida. Los que practicamos la ingeniería genética hemos estudiado y adaptado la ingeniosa técnica que utiliza genes a plantas tales como tomate, chícharos y alfalfa, entre otras, y hacerlas resistentes a plagas o herbicidas, mejorar la calidad nutritiva de sus proteínas y hasta generar flores con colores más bellos o exóticos.
A. tumefaciens es un organismo de una sola célula, y aparte de tener un cromosoma (los humanos tenemos 46), contiene un plásmido (cromosoma redondo pequeño) muy especial, llamado plásmido Ti, el cual contiene genes que producen hormonas vegetales y otros que producen opinos, compuestos alimenticios que consume.
La bacteria se adhiere a la planta, y una vez que hace contacto con la membrana de la célula vegetal, le introduce a ésta una región del plásmido Ti que contiene los genes mencionados. Esa región del plásmido se incorpora al cromosoma de la célula vegetal y así la planta empieza a producir los compuestos que le servirán a A. tumefaciens para parasitarla.
Esa misma técnica se modifica un poco y se utiliza para introducir en plantas genes que las hacen resistentes a insectos, infecciones virales y herbicidas, o a resistir mejor el estrés ambiental: sequías, inundaciones, contaminación o exceso de sales en el suelo. Se utiliza el mismo plásmido Ti que utiliza A. tumefaciens para transformar plantas y se remplazan los genes de producción de opinos y hormonas vegetales con el gen o genes deseados. Un ejemplo conocido son los tomates que maduran más lentamente y no se ablandan con el manejo. En ese caso, se introduce en el plásmido Ti un gen que produce una enzima que interfiere con la producción de etileno, el cual dispara la maduración en varias plantas.
A. tumefaciens es una bacteria que mide sólo unas micras de diámetro, dotada desde hace millones de años con la maquinaria perfecta para convertir a las plantas en su propia fábrica productora de alimentos. Y ahora nos revela su secreto, confiada en que lo utilicemos para el bien de todos.
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