n Asume la presidencia el líder del Senado, Luis González Macchi


Miles de paraguayos celebran la renuncia del presidente Raúl Cubas

n Confirman la detención de Oviedo en Argentina; respeto al nuevo gobierno, promete el ejército

Afp, Ap, Reuters y Dpa, Asunción, 28 de marzo n Decenas de miles de paraguayos se lanzaron a las calles para festejar la renuncia del presidente Raúl Cubas y la asunción como nuevo mandatario del líder del Senado, Luis González Macchi, mientras que las autoridades argentinas confirmaron la detención del ex general Lino Oviedo en un aeródromo de la provincia de Buenos Aires.

Antes de que se informara sobre la detención del mentor político de Cubas, el nuevo presidente paraguayo aseguraba que "mi decreto número uno será ordenar el apresamiento del ex general golpista Lino Oviedo para que cumpla su condena de diez años de cárcel".

González Macchi, un militante del movimiento que el asesinado vicepresidente Luis María Argaña lideraba en el gobernante Partido Colorado, asumió esta noche el cargo en una sesión especial del Congreso.

"Hoy en Paraguay han terminado la violencia, el terror y la persecución", y también "la impunidad", sostuvo este abogado de 55 años mientras varios diputados gritaban "Argaña vive". "Venganza no y justicia sí, y gratitud al pueblo paraguayo en el nombre mío y en el de toda la clase política representada en el Congreso", concluyó el nuevo mandatario, quien asumió en virtud del artículo constitucional según el cual el presidente del Senado ocupará la primera magistratura en caso de que no lo pueda hacer el vicepresidente.

Pero la Carta Magna nada dice acerca de la posibilidad de una eventual convocatoria a elecciones a presidente cuando las dos principales figuras del Estado están ausentes.

El flamante mandatario anunció luego que los liberales y socialdemócratas que se aliaron con su fracción disidente del Partido Colorado en la puja contra Cubas podrían entrar al gabinete, "si lo solicitan", y sostuvo que podría quedarse en el poder hasta el fin del mandato de su predecesor, que finaliza en el 2003, si las fuerzas parlamentarias se lo piden.

Horas antes, Cubas había anunciado su partida en un breve mensaje a la nación desde la residencia presidencial. "No me voy por corrupto ni ladrón. Me voy porque mi salida sirve para la pacificación nacional en este momento tan delicado", dijo a las 18 horas, una hora y media después de que los medios locales comenzaron a difundir versiones sobre su dimisión, negociada con sectores parlamentarios. Pese a la falta de una confirmación, miles de personas comenzaron a salir a las calles a festejar, en caravanas de automóviles y ondeando la bandera tricolor de Paraguay, mientras otros lanzaban fuegos artificiales. Al momento en que González Macchi asumía la presidencia, más de cien mil personas se habían reunido alrededor del Congreso.

"No hay nada que celebrar o vengar. nuestra patria requiere una responsable renuncia a cualquier forma de violencia o intolerancia", sostuvo Cubas, quien pidió disculpas a los paraguayos que lo eligieron en mayo pasado, sin mencionar a las familias de las víctimas de la represión que el viernes pasado se desató contra manifestantes antigubernamentales, dejando al menos cuatro muertos y más de cien heridos.

Denunció, sin embargo, la "conspiración" de que fue objeto y que no vaciló "en instrumentar a miles de campesinos y jóvenes idealistas", en referencia a la multitud que desde el martes, día en que fue asesinado Argaña, se movilizó frente al Congreso para apoyar la iniciativa de juicio político en su contra.

En cambio, la carta de renuncia al Congreso de quien gobernó apenas siete meses, constaba de una sola línea: "Renuncio como presidente de la República. Raúl Cubas Grau". Su reemplazante, González Macchi, inició su carrera en la política como director del Servicio Nacional de Promoción Profesional, bajo la dictadura de Alfredo Stroessner.

La muerte de Argaña, rival de Cubas, a manos de desconocidos el martes, agravó la crisis que había iniciado cuando el presidente liberó de la cárcel a Oviedo. El asesinato fue seguido por grandes manifestaciones, una huelga general, la decisión de los disidentes colorados y opositores de acelerar el juicio político del mandatario, la trágica matanza del pasado viernes,, y rumores, en las primeras horas de esta tarde, sobre una movilización del ejército.

Sin embargo, en esta misma tarde, la Policía Nacional y todas las armas y comandos de las fuerzas armadas emitieron comunicados para declarar su respeto al nuevo gobierno "legítimamente constituido", incluso antes de que Cubas anunciara públicamente su dimisión.

El anuncio de la renuncia del presidente cambió rápidamente el ambiente de tensión y preocupación, dando lugar a jubilosas celebraciones en Asunción y otras ciudades del país. "La renuncia de Cubas quiere decir felicidad, bienestar social y gran esperanza", dijo Rubencia Stanley, mientras que el coronel retirado Agustín Olmedo, se declaraba "orgulloso del Congreso y los resultados de la negociación", en alusión a que la renuncia fue negociada entre Cubas y parlamentarios en la sede de la nunciatura apostólica.

También circulaban rumores de que la salida de Oviedo había sido negociada y se hablaba de su salida del país en un avión bimotor cedido por un hacendado.

Por lo pronto, el senador José Francisco Appleyard, allegado al ex comandante del Ejército, había confirmado que "Cubas visitó a Oviedo en su lugar de reclusión, entregándole su libertad".

Finalmente, fuentes del ministerio argentino del Interior confirmaron a la agencia DyN que Oviedo fue detenido por la policía aeronáutica en el aeropuerto de la localidad bonaerense de San Fernando, adonde el ex militar paraguayo arribó "fuera del horario de operaciones" en compañía de su esposa Raquel y sus tres hijos.

El ministro del Interior Carlos Corach informó sobre el arresto del militar paraguayo al presidente Carlos Menem, quien desde Italia habría dado instrucciones para adoptar una decisión política de acuerdo a lo que resuelva el juez federal que llevará el caso.


La semana que conmovió a Paraguay

Martes 23 de marzo: El vicepresidente Luis María Argaña es asesinado a balazos en el centro de Asunción. Campesinos y jóvenes comienzan una vigilia frente al Congreso, convocando a la ciudadanía a movilizarse a favor del juicio político al presidente Raúl Cubas, rival político del asesinado.

Miércoles 24: La Cámara de Diputados aprueba el pedido de juicio político contra Cubas y éste decide la detención de Oviedo cuando este último acude a la Guardia Presidencial para aclarar su situación.

Jueves 25: El Senado se instala como jurado y los fiscales de la Cámara de Diputados acusan a Cubas de haber violado la Constitución al no cumplir con la orden que lo conminaba a encarcelar a Oviedo.

Viernes 26: Una noche de enfrentamientos frente al Congreso entre oviedistas y anti-oviedistas deja como saldo cuatro jóvenes muertos y más de un centenar de heridos. Cubas ordena al ejército tomar posiciones en el centro de la capital.

Sábado 27: Los abogados de Cubas impugnan por ilegal el juicio político en su alegato contra el Senado, y la familia de Argaña anuncia que denunciará a Cubas por el asesinato del vicepresidente.

Domingo 28: Miles de paraguayos festejan en las calles la renuncia de Cubas y su remplazo por el titular del Senado, Luis González Macchi, mientras en Argentina se informa sobre la detención del prófugo Oviedo. (Afp)


El caudillo derrotado

La renuncia del presidente Raúl Cubas, mientras era sometido a un juicio político en el Senado, no es tanto la derrota del mandatario como la de su mentor político, el ex general Lino Oviedo, quien ascendió rápidamente en las filas castrenses tras tener un papel destacado en el golpe de Estado que en 1989 acabó con más de 35 años de dictadura de Alfredo Stroessner.

Nombrado en 1993 comandante del ejército por el entonces presidente Juan Carlos Wasmosy, del mismo Partido Colorado que sirvió como soporte de Stroessner, Lino Oviedo también vio ascender su popularidad. Compartiendo la vida de sus soldados, tocando las cuerdas más sensibles del paraguayo al hablarle en su propia lengua, el guaraní, y construyendo un mito de su valentía con doma de potros y escenas de toreo, el militar afianzó su liderazgo político.

El jefe del ejército y el presidente chocaron al fin y Oviedo fue obligado a renunciar el 22 de abril de 1996, tras negarse a obedecer la orden del mandatario de dejar el cargo. Pero Wasmosy esperó a presentar cargos contra su ex aliado luego que éste ganó las primarias del Partido Colorado en septiembre de 1997.

Entonces, el mandatario lo acusó de "indisciplina militar", y luego creó un tribunal militar especial que condenó a Oviedo a 10 años de prisión. Raúl Cubas, su compañero de fórmula, se vio obligado a remplazarlo y arrasó en las elecciones de mayo pasado.

Cubas, quien se vio obligado por la justicia electoral a aceptar a Argaña, el segundo más votado en las internas coloradas, como vicepresidente, cumplió entonces con su promesa de liberar a Oviedo y le conmutó su sentencia.

Pero la liberación del polémico militar le valió al mandatario la oposición cerrada de los colorados disidentes liderados por Argaña. Además, una orden de la Suprema Corte de Justicia ordenó al mandatario devolver a Oviedo a la prisión, a lo que éste se negó, lo que puso en marcha el juicio político en su contra.

El asesinato de Argaña aceleró el trámite del juicio político contra Cubas, pero también la caída del militar retirado, un pequeño hombre que no sobrepasa los 1.65 metros de estatura. Oviedo, quien era señalado como el verdadero poder tras el sillón presidencial, salió de Paraguay pero no llegó muy lejos; esta noche fue detenido en un aeródromo de Buenos Aires, y quedó a disposición de la justicia argentina. ( Afp)