A cada tiempo, a cada profesión, a cada gobierno, a cada situación social le corresponde, o al menos, le debería competer determinada conciencia. El juego de las interacciones entre clase social, ser social y conciencia ha sido ųo fueų motivo de polémica entre los teóricos de las ciencias sociales: Ƒdetermina la conciencia el ser social o lo inverso es cierto? Marx pensaba que la conciencia debería depender de la situación social del individuo. En nuestros tiempos, esas ideas parecen equivocadas: la inmensa brecha entre ricos y pobres no parece estimular los alter ego de los primeros a favor de los segundos. La inconsciencia, la ceguera y la amnesia prevalecen. Son pocos los ricos que se preocupan o bregan en busca de una vida más digna y equitativa, y que a la postre, no amenace su propia estabilidad cuando ya ni la supervivencia sea posible para los pobres. ƑCuál es el papel de los profesionistas y en particular de los médicos como instrumentos de conciencia, de cambio? Hitler conocía parte de la respuesta.
Tras la derrota de los alemanes en la Primera Guerra Mundial, los médicos, al igual que el resto de la población, sufrieron en carne propia las limitaciones económicas y las huellas de la derrota. Mejorar su situación, restañar las heridas y revivir su orgullo eran condiciones apremiantes. Profundo conocedor de los vacíos y de las conciencias, Hitler solía comentar que podría prescindir de abogados, ingenieros y constructores, pero no de los médicos. En 1933 dijo: "Ustedes, ustedes médicos nacional socialistas, yo no podría trabajar sin su apoyo ni un solo día, ni siquiera una hora. Si no fuese por ustedes, si me fallasen, todo estaría perdido. ƑPara qué servirían nuestras luchas si la salud de nuestra gente estuviera en peligro?".
Hitler consiguió lo que quería: los médicos fueron estimulados para atender a la nación en vez de a sus pacientes. Es evidente que el líder germano no sólo se refería a la buena salud física y mental del pueblo nazi, sino a la posibilidad de que los doctores fungiesen como brazos y voces de su propaganda política. ƑPuede hacerse un parangón entre la "utilidad" que tuvieron los médicos en la época del nacional socialismo y nuestra realidad?
El médico es factor primordial en cualquier sociedad. En algunas ocasiones por lo que sabe y ayuda; en otras, por lo que escucha y orienta; y en unas más, porque a partir de las iniquidades observadas puede, apoyándose en la supuesta vocación de ayuda, incorporar a su labor la obligación de ser conciencia. Conciencia en el sentido de compromiso social y conciencia que refleja dos vertientes; aquella que ofrezca a quien padece por ser pobre instrumentos para exigir, y la que muestra al poder evidencias para demostrar que muchas muertes y no pocas enfermedades son producto de la desigualdad. En otras palabras, fomentar la noción de que muchas patologías se deben al poder mal encausado.
En nuestro caso, las últimas siete décadas son sinónimo del mismo gobierno, por lo que es innecesario hurgar en el costal de los responsables. No puede, ni debería el doctor separar su quehacer de las cuestiones sociales que determinan la enfermedad. Sobre todo cuando parte de la labor se realiza en dependencias gubernamentales en donde la mayoría de los usuarios carecen de recursos económicos.
Al hablar de salud México se encuentra sumido en una red muy anudada. Aquella en la que los ricos enferman y mueren por padecimientos crónicos ųasociados al colesterol, cáncer, tabaquismoų, mientras los pobres fenecen por olvido: desnutrición, tuberculosis, diarreas. El escenario anterior se denomina trampa epidemiológica y su solución, perdón por mi escepticismo, parece casi imposible. Es incalculable el dinero requerido para tratar los problemas crónicos e inmensa la voluntad y honradez para lograr que los miserables sean tan sólo pobres. El escepticismo no es gratuito: setenta años de priísmo y sus contumaces resultados bastan. Al médico le competen ambas por igual, pero el compromiso histórico es con aquellos que padecen por haber sido excluidos.
No hay duda que todos queremos un México más justo. Incluso nuestros jerarcas así lo han expresado. Para lograrlo, el papel de la educación es cimental, el de la salud primigenio y el de los profesionistas ético e indispensable. Los vientos en México soplan duro: hace dos semanas una sola marcha reunió electricistas, universitarios y perredistas guerrerenses. Si uno suma esos descontentos, la sensación es que el piso se mueve. Y se mueve desde abajo, y se mueve con razón. Eso lo sabe quien razona. Y eso podría ser factor suficiente para que los médicos extendiesen sus obligaciones más allá de las recetas. La noción de las "enfermedades injustas" es sabiduría médica. La idea de ser portavoz de los enfermos y semilla de conciencia social debe ser también atributo médico.