n No pudo ver publicado su Diccionario Xcaret


Murió Knorosov, artífice de la clave para descifrar glifos mayas

n El lingüista soñaba con difundir sus investigaciones en México

Adriana Malvido n Yuri Valentunovich Knorosov ya no tuvo tiempo de darle su primera probada al sueño de toda su vida: ver impreso en México el Diccionario Xcaret de la antigua lengua maya. La muerte se la arrebató: el martes pasado a consecuencia de un derrame cerebral, Knorosov, uno de los genios de este siglo, descubridor de la clave para el desciframiento de la escritura maya, falleció en su casa de San Petersburgo.

Menudo, con profundos ojos azules zafiro que cubrían como cortinas unas larguísimas cejas, Knorosov nació en Ucrania en 1922. El soñaba en que su descubrimiento se difundiera en México y tras una ardua búsqueda de un editor que lo publicara ųde manera insólita la UNAM y el INAH lo rechazaronų, se logró apenas el año pasado que el grupo Xcaret y la Universidad de Quintana Roo lo imprimieran, con el diseño de Sestante, una editora mexicana independiente.

 

Dilucidar un enigma

 

El etnólogo quien vía correo electrónico estuvo al tanto de los avances de la edición, tenía previsto venir a México para revisar el volumen, en septiembre del año pasado, pero ya no fue posible. Este será el primero de dos tomos que se publicarán de su obra y contendrá el método Knorosov y cómo llegó a él, la gramática explicada y la recopilación de los textos del etnólogo y lingüista ruso, elaborados durante décadas de trabajo y repartidos por el mundo, así como el diccionario completo de los glifos en español. En el segundo aparecerá la traducción al español de tres códices que se conservan, los de Madrid, Dresde y París ųnombrados según su localización en la actualidadų, así como la reproducción facsimilar de estos pictogramas.

Knorosov fue también quien lanzó, a un año del hallazgo del sarcófago de la Tumba XIII de Palenque, la hipótesis de que se trataba de la ''Guacamaya Blanca", la última reina de esa zona en el periodo clásico de los mayas cuya historia, dijo (La Jornada 6/VII/95), es ''muy antigua, para detectives, ya que murió misteriosamente", al parecer asesinada, después de haber sido traída de Yaxchilán para que se casara con el hijo del rey.

La historia de cómo Knorosov llegó a descifrar los glifos mayas ųsin haber pisado tierra mexicanaų es muy curiosa. Estudiaba violín en la URSS cuando irrumpió la Segunda Guerra Mundial y tuvo que unirse a las tropas como parte de la reserva del Estado Mayor.

Así llegó a Berlín y al ver que se incendiaba una biblioteca, se metió y logró sacar sólo dos libros: Las cosas de Yucatán, de Diego de Landa, en la valiosa edición de Brasseur de Bourboug, y la edición, de Villacorta, de los códices mayas. Nunca antes había tenido contacto con la cultura prehispánica a la que, desde entonces, dedicó toda su vida.

De regreso a su país, se volcó de lleno a la historia. Dentro de la carrera de etnología estudió las grandes culturas y tuvo que aprender la escritura y los idiomas antiguos. Llegaban a sus manos publicaciones que se referían al ''enigma de la escritura maya" y nació en él su deseo de resolverlo. Cuando comenzó a hacerlo, su director científico le dijo que nunca lo lograría. Se estableció el reto y así en 1953, en su cubículo de Leningrado, encontró la clave que permitió arrojar luz sobre mil 305 glifos mayas. Descubrió que los pictogramas no corresponden, como se pensaba en un principio, a un alfabeto sino a un silabario, que la escritura maya tiene una lectura fonética y que corresponde a la forma escrita de un lenguaje oral.

Su obra monumental fue polémica e incluso descalificada por el prestigiado investigador Eric Thompson, quien lleno de prejuicios contra el etnólogo por considerarlo comunista, sepultó en Estados Unidos su hallazgo, hecho que permitió que investigadores de otras latitudes se atrevieran a seguir el camino de la lectura propuesta por Knorosov.

 

La equivocación de Thompson

 

Años más tarde, un grupo de jóvenes epigrafistas de Harvard, entre los que se encontraban Merle Green, Peter Mathew, David Kelley, Floy Lansburry y Linda Schele ųesta última falleció en octubre pasadoų, encontraron que Konorosov tenía razón y Thompson estaba equivocado y restituyeron el valor de la teoría del ucraniano, quien sin embargo mantuvo una polémica con ellos por la manera en que interpretaban los glifos. En una visita a México, en 1995, el lingüista aseguró que no podía estar de acuerdo ''ni por cortesía" con las interpretaciones de los estadunidenses, porque la escritura maya ''como cualquier otra escritura del mundo, tiene sus reglas lingüísticas severas y el problema es que ellos han sido poco rigurosos. Han interpretado los signos por separado en lugar de hacer lecturas de textos mayas absolutamente comprensibles".

Doctor en historia por la Universidad de Moscú, miembro de la Academia de Ciencias de su país, en 1991 Guatemala le otorgó la Orden del Quetzal. Viajó entonces, por primera vez, a contemplar la tierra y los lugares que tanto había estudiado sin ver directamente. Sin embargo su estancia fue breve, porque una amenaza terrorista hizo que volviera rápidamente a su país, sin haber visto casi nada.

Autor de La escritura de los indígenas mayas (1963) y de Códices jeroglíficos de los mayas (1975), en 1994, México le otorgó el Aguila Azteca que recibió en nuestra embajada en Moscú, sin que se le propusiera editar su obra. Ahora, a pesar de todo, su legado llegará a donde él quería.