Jean Meyer
Pesaj, Pascua

Para los judíos y los cristianos la presente semana es la de la fiesta más solemne, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto, en memoria de la pasión y resurrección de Cristo. Tradicionalmente, durante la cena ritual judía, el más joven de la familia pregunta: ''ƑPor qué esta noche se distingue de todas las demás?''. Y el padre de familia con todo el círculo contesta: ''Eramos esclavos de Faraón en Egipto y el Eterno nuestro Dios nos hizo salir de Egipto por su mano fuerte y su brazo extendido. Y si el Santo, bendito sea El, no hubiera sacado nuestros antepasados de Egipto, nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos seguiríamos siendo los esclavos de Faraón. Aunque fuésemos todos sabios, todos inteligentes, todos conocedores de la Torá, nos es obligatorio contar y discutir la salida (Pesah, o Pesaj) de Egipto, y quien discuta más la salida de Egipto merece elogios''.

Jesús celebró la Pascua con sus discípulos hace un poco menos de 2000 años y luego les costó otros tantos años a los judíos y a los cristianos para acercarse de nuevo, por más que, desde un principio el Cristo primero, Pablo (Saúl) después, hayan confirmado a Israel en su naturaleza de Pueblo de Dios, y a la Alianza en su carácter eterno: ''Yo también soy israelita, soy descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. No, no ha desechado Dios a aquel pueblo suyo que predestinó (...) porque Dios no se arrepintió de sus dones, ni de sus llamamientos''. (Romanos II, I-2, 28-29). Juan Pablo II dijo en 1980, en Maguncia, frente a los representantes de la comunidad judía alemana, exactamente lo mismo. Al mismo tiempo invitaba a los cristianos a redescubrir sus orígenes judíos y llamaba a los judíos ''nuestros hermanos mayores y muy amados''. En diversos discursos y textos aquel papa, que algunos fundamentalistas creen insultar llamándole ''el judío polaco Woytila'', subraya las implicaciones teológicas de esa verdad.

En sus Apuntes de 1985 dijo: ''... se llegará a una mayor conciencia de que, cuando considera el porvenir, el pueblo de Dios de la Antigua y de la Nueva Alianza tiende a metas análogas: la venida o el regreso del Mesías ųpor más que sea a partir de dos puntos de vista diferentes. Y uno se dará cuenta más claramente que la persona del Mesías, a propósito del cual se divide el Pueblo de Dios, es a la vez punto de convergencia para él. Se puede decir así que judíos y cristianos se encuentran en una esperanza comparable, fundada en una misma promesa, hecha a Abraham''.

ƑNo es asombrosa la fórmula ''el pueblo de Dios de la Antigua y de la Nueva Alianza''? Funda en un solo pueblo cristianos y judíos; no solamente los cristianos no pueden decirse cristianos, si son antisemitas, sino que en lugar de decir ''ellos (los judíos) y nosotros'', deberían decir ''nosotros'' y punto.

Poco después de la Segunda Guerra Mundial, un pequeño grupo de valientes fundó la Amistad Judeo-Cristiana, en el espíritu de Martin Buber: ''El judaísmo y el cristianismo son escatológicos ambos, y ambos tienen a la vez su lugar en el plan de Dios. El diferendo que separa judíos y cristianos y la relación que los une viene de esto''. No se trata de negar las diferencias y los pleitos históricos en un sentimentalismo bonachón, sino de preguntar con Karl Barth: ''La pregunta decisiva no es Ƒ''qué puede ser la Sinagoga sin Jesús Cristo?'', sino ''Ƒqué puede ser la Iglesia mientras tiene enfrente a un Israel que le es extranjero?''.

El otro como misterio y desafío: es lo que reconocen esos hombres que se reúnen en el actual Consejo Internacional de Cristianos y Judíos, que sirve como organización ''paraguas'' a 28 organizaciones nacionales de diálogo judeo-cristiano; su sede central se encuentra en Alemania, en la casa en la que vivió el gran pensador Martin Buber, hasta que la persecución nazi le obligó a huir.

Los cristianos seguimos rezando con oraciones judías, así del salmo 87 (86) ''Jerusalén, esa es mi madre, en ti todo hombre nació''. Pues... šEl año próximo, en Jerusalén!