Juan Carlos, niño de Ayutla Mixe, al opinar sobre la consulta, piensa que ''sí está bien lo que hicieron los zapatistas, porque si el gobierno nos sigue tratando como los tratan a los zapatistas, el gobierno nos quitará la tierra y todo lo que tenemos''; y La Pulgarcita, niña de la misma comunidad, dice que la regañó su mamá porque hizo tratos con su tía para ir a ver a los zapatistas.
Detener a los niños resultó una tarea imposible para algunos padres de familia que habían sido aleccionados por presidentes municipales --como en Ayutla Mixe-- para detener las labores de promoción y difusión de la consulta. Así, el entusiasmo cívico refrendó el encuentro común entre indígenas y pobres, característica esencial de la consulta en Oaxaca.
Para eso fueron necesarios cuatro encuentros estatales en los que participaron más de 300 organizaciones sociales, civiles, sindicales e indígenas, así como ciudadanos y ciudadanas preocupados por los derechos indígenas y la paz en México. Por esta razón, otra de las características fundamentales de la consulta fue la enorme pluralidad de sus participantes y la conjunción de esfuerzos en aras de un interés común.
Con esta participación colectiva se pudo cubrir en la gira y consulta zapatista aproximadamente 440 municipios de los 570 que existen en Oaxaca, a pesar de las enormes dificultades geográficas, materiales, financieras y humanas. En estos municipios se realizaron 629 asambleas comunitarias y se instalaron 441 mesas, dando un total de mil 70 asambleas y mesas en su conjunto.
Con esta base social y técnica, alrededor de 260 mil ciudadanos oaxaqueños acudieron a depositar sus opiniones en torno de las cuatro preguntas planteadas por el EZLN. Esta cantidad de votantes representa 31 por ciento del total de sufragios emitidos en la contienda por la gubernatura estatal en el año pasado. A su vez, equivale a 64 por ciento del total de votos que obtuvo el actual gobernador de la entidad, aun sin cubrir el total de los municipios.
De este modo, la fuerza de la ciudadanía adquiere una enorme importancia en un asunto tan vital para Oaxaca. No sólo por el número de votantes que, como podemos notar, es bastante alta, sino por la movilización social desatada, cuya expresión pública comienza a ser manifiesta. Y esto mismo adquiere mayor relevancia frente a una sociedad con gran desconfianza y reserva hacia un sistema que se ha arrogado la representación nacional para decidir los asuntos fundamentales, marginando a una gran mayoría de mexicanos.
Quizá por eso las lecciones más importantes de esta gran movilización deben entenderse en dos direcciones: a) que la autonomía indígena, planteada en la propuesta de reformas constitucionales de la Cocopa con base a los acuerdos de San Andrés, constituye una demanda con una enorme aceptación ciudadana. Legislar en contra de ella significaría ahondar la historia de marginación y colonialismo al cual han estado sometido nuestros pueblos, cuestión totalmente inaceptable para el México común que soñamos muchos mexicanos.
En este marco nacional, la lucha por la autonomía indígena en Oaxaca adquirirá una expresión más profunda, dada las nuevas condiciones existentes en las propias regiones, así como en los diversos sectores de la ciudadanía. Está claro que reforzando la autonomía comunitaria y municipal de hoy en adelante los pueblos indígenas darán su mejor esfuerzo para concretar en los hechos la ansiada autonomía en el plano regional. Todo lo anterior en el contexto de la no violencia y bajo criterios de unidad que por hoy estamos aprendiendo.
b) En el plano estatal y federal, será necesario que la legislación constitucional y legal, se adecue a las nuevas exigencias ciudadanas de participación en los asuntos fundamentales para nuestro país. En este sentido habrá que promover figuras como el plebiscito, el referéndum, la consulta popular y la iniciativa ciudadana, entre otros, que den un campo de acción a los ciudadanos. Sólo así podremos construir una verdadera democracia en nuestras entidades federativas y en el país.
Por eso la consulta zapatista traza, sin duda alguna, una nueva etapa para la vida política nacional. Y aunque muchos pregonaron su fracaso o en todo caso su poca resonancia, la lección cívica pasará a la historia nacional como un esfuerzo que representa para muchos de nosotros la construcción de la esperanza, frente al olvido y la cerrazón que por hoy se han hecho gobierno. Por eso resulta impostergable el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés y el fin de la guerra. Ojalá así lo entendamos.