La Jornada viernes 2 de abril de 1999

Jorge Camil
ƑDe qué se trata?

"Dime nuevamente, Ƒde qué se trata?'', repetía semanalmente el presidente George Bush en 1992 a su asesor de seguridad nacional, el general Brent Scowcroft. El tema era el incipiente conflicto en Yugoslavia y el objetivo del asesor era obtener el apoyo presidencial para detener la aplanadora asesina de Slobodan Milósevic. Scowcroft compartía con el subsecretario de Estado, Lawrence Eagleburger, un presentimiento confirmado: el temor de que el conflicto pudiese desestabilizar el continente europeo. Lo frustrante para ambos diplomáticos era que el desinterés de Bush iba al alimón con el del secretario de Estado, James Baker, para quien Estados Unidos no podía intervenir porque "no tenía perro en esa pelea". šExtraña postura para un país que, cuando tiene intereses económicos (preguntadle a Sadam Hussein), se ofrece hasta para dirimir conflictos familiares! Hoy, se ha desatado la barbarie, y los "odios milenarios" de las naciones yugoslavas ųla fábula alentada por la escritora Rebecca West en 1941 (Black lamb and gray falcon), y diseminada por Milósevic para justificar su ambición de poder y la ineludible "limpieza étnica"ų han desmembrado la ordenada y próspera Yugoslavia del Mariscal Tito.

Las cosas fueron mejores en tiempos de Josip Broz (el líder legendario que peleó contra los nazis con el nom de guerre Tito); entonces se decía con orgullo que Yugoslavia era un país con seis repúblicas, cinco naciones, cuatro idiomas, tres religiones, dos alfabetos y un solo partido. Y la creencia de que la inverosímil unidad de ese galimatías étnico se explicaba por la represión comunista ha sido superada por la simple comparación entre el paternalismo de Tito (quien rompió con el dogmatismo soviético en 1948) y la ambición desmedida del apparatchik Milósevic. El último embajador estadunidense, Warren Zimmermann, sostiene en sus memorias que el desmembramiento de Yusgolavia es un ejemplo de nacionalismo "manipulado desde arriba", en una región donde históricamente ha prevalecido la paz y una cuarta parte de la población se casa con miembros de etnias diferentes.

Milósevic adoptó la decisión de exacerbar el nacionalismo serbio para mantener un control político que Tito garantizaba con su sola presencia. En 1989, al cumplirse el sexto centenario de la batalla de Kosovo (la histórica derrota de los serbios en 1389 a manos de los invasores turcos), Milósevic pronunció un discurso incendiario ante un millón de serbios. Ese fue, a un tiempo, el despegue de su carrera política y el principio del fin. A partir de ese momento comenzó la delicuescencia yugoslava. Amenazadas por el racismo serbio de Milósevic, Eslovenia, Croacia y Macedonia declararon su independencia en 1991. Poco después, Bosnia-Herzegovina habría de sufrir los embates del ejército yugoslavo y el racismo genocida de Radovan Karádzic; ambos empeñados en eliminar a la población musulmana: había comenzado la "limpieza étnica". Y el mundo se sentó a presenciar el genocidio sistemático que destruyó a Dubrovnik (la joya del Adriático), Vukovar y Srebrernica; y el encarnizado cerco de Sarajevo...

Hoy, que la antigua Yugoslavia está reducida a una enclenque "federación" entre las repúblicas de Serbia y la pequeña Montenegro, Kosovo es la pieza más complicada del rompecabezas. Es el Jerusalén serbio: la cuna de su civilización (aunque noventa por ciento de la población sea musulmana de origen albanés). Tito le dio autonomía en 1974, pero Milósevic se la quitó ilegalmente en 1989. Por eso, el actual desafío de Milósevic no debe sorprender a nadie. El problema es que su actitud ha comenzado a desestabilizar Europa. Los refugiados albaneses de Kosovo están inundando Macedonia, y los patriotas kosovares han comenzado a imprimir mapas de "la gran Albania": un país imaginario compuesto por Kosovo, Albania, un tercio de Montenegro, la mitad de Macedonia y parte de las provincias griegas de Macedonia: ƑLa Tercera Guerra Mundial? Aún debo contestarle a Bush: en una palabra se trata o, mejor dicho, se trataba, Mr. President, de salvar 300 mil vidas humanas y preservar la dignidad de un millón y medio de desplazados: šToo late!