Sobreventa de boletos en el palenque de la Feria de Texcoco


Los Alejandros: divorciados, roqueros, rancheros, escandalosos, hijos de artistas

Los dos son hijos de cantantes famosos. Ambos llenan hasta el tope los lugares donde se presentan y sus declaraciones han causado escándalo. Más ella que él. Reunidos en el cartel del palenque de la XXII Feria de Texcoco, los Alejandros mostraron el porqué han logrado fama. Casi dos horas ella; tres horas, él. Es el culto a la garganta, a la carne, al sudor, al movimiento cachondo, sensual; revive el ojo del doctor Mabuse desde todos los ángulos. Sobra energía a este par de jóvenes artistas mexicanos, siempre seguidos por un séquito de fans incondicionales. Guzmán y Fernández chicos siguen la ruta que les marcaron los grandes Enrique, Silvia y Vicente.

n A la intérprete de Eternamente bella le pesó una ligera túnica morada

Arturo Cruz Bárcenas n Noches y días sibaríticos. Fluye el ansia de darse a la disipación. Es la Feria de Texcoco. Mujeres a tono con la primavera: radiantes, con sed de lucirse en apretadas prendas, con cortos escotes. Riendo a su amigo-compañero-novio-esposo, o lo que sea, o lo que se pueda. Ríos de gente con algarabía incansable. Hacia las ocho de la noche las parejas o grupos de valedores ya fueron a la exposición ganadera, al picadero (sin albur, no sean mal pensados); ya entraron a una o dos cantinas. La mayoría baila con la música del meritito norte.

La Guzman Portada Es el sentimiento gregario que nos junta a miles de desconocidos. Lo había advertido don Aureliano Cortés, uno de los administradores de la feria: habrá la vigilancia que sea necesaria, para bien de todos. No ha habido macanazos, por más que algunos medios de comunicación chayoteros, defraudados por la falta de embute, mal usen su pluma.

Pero también deambulan por los pasillos de la feria texcocana los solitarios de siempre. Buscan y buscan. ƑQué? Jaime Sabines lo escribió bien: son locos que se buscan. Las manecillas siguen su trayecto inexorable; avanza la noche eterna. Fluye el licor, la cerveza, el tequila.

En la taquilla del palenque se arremolina el público. También hay reventa. Los solitarios de siempre buscan compañía en el cuerpo de diosa de Alejandra Guzmán. Ella calentará la feria.

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El gallo rojo venció al blanco. Los gritos de los inconformes por el resultado de la pelea fueron acallados, rápido. Hacia las 12:30 se apagaron las luces y el maestro de ceremonias anunció a la artista. "šChingás!", gritó la eternamente bella y esperada Alejandra Guzmán. Con una imagen entre Janis Joplin y Kenny, la de los Eléctricos, la cantante se presentó en el palenque de la Feria de Texcoco. Sus asiduos seguidores, sus fans, su club, le llevaron un cuadrote con un collage de recortes de revistas, con fotos conseguidas aquí y allá. "Un homenaje", dijeron.

Una túnica morada cubría ligeramente las redondeces, las voluptuosas carnes que perseguían en el círculo miradas lascivas de hombres con puntiagudas botas y sombreros, que exclamaron lo que pudieron. "šQué vieja!". Hacer el amor con otro (a), cada quien le componía según su sexo y deseo, con la imaginación mediada por cervezas y tequilas.

A la tercera rola de plano le pesó la ligera túnica. Con destreza impresionante se despojó de la prenda. Lo que quedó a la vista fue de ensueño: una malla transparente que dejaba ver el monumental trasero, apenas eclipsado con un tejido que ensombrecía parte de los glúteos y de (Ƒcómo llamarle para que no me censuren?)... otros sitios de ensueño. Un top protegía los turgentes senos privilegiados, como dijera el maestro Alarcón. Otras rolas y dicha prenda se hizo insoportable. El colmo visual: un brasier violáceo dejaba ver los volcanes gráciles y desafiantes de la gravedad. Aquí nada de que lo caido, caido. ƑQuién no desea una mujer fatal?

En plena rebeldía contra lo estático, Alex mostró lo que aprendió en alguna clase de danza y abrió las piernas hasta quedar ambas sobre el piso donde los giros y colorados habían dejado regada su sangre, entre navajazos y picotazos, y patadas y empujones. "šQué bárbara!", exclamó un hombre visiblemente emocionado. "šJija... !".

"Dicen que soy..., pero mientras ustedes estén conmigo... šme vale!", gritó a los cuatro vientos la roquera locuaz, respondiendo a críticos o maledicentes de quién sabe qué lugares. ƑYa estaba enterada Alejandra que en Duesseldorf, Alemania, Farrel Goodman, su aún esposo, iba a ser liberado? Pero ella, esa noche, es de otros hombres, de los que ella quiere. Y señala a uno de pelo en pecho: "Ese tiene un besote, pero no se le nota con tanto pelo", dijo de un sujeto que alzaba asimétricamente los brazos.

Ale Guzman Int 1 Un hasta entonces caballero trató de avanzar hacia la eternamente atractiva, pisando los bordes superiores de los respaldos de la sillería. Los guardias aparecieron por todos lados y ya se lo llevaban, pero al grito de la eternamente convincente: "šhey!, Ƒqué pasó? šcuidado con sus nalguitas!", simplemente lo depositaron en su lugar.

Un cuarteto de rastas movía la cabeza cual perrito de juguete, de esos que se ponen en los coches. Más bien parecía que habían ido a acabarse la cerveza. Por momentos ni pelaban a la eternamente sensual. "šSoy la reina del lugar!", cantó la hija de Enrique, que a hora y media de iniciado su concierto ya había hecho los apóstrofes que los hombres del lugar habían hecho suyos.

--ƑOiga, cómo se llama la canción?

--No sé, sepa la chingada, pero ve cómo se mueve.

Y es que la eternamente incansable bailaba con una armonía cachonda. Bellas damas salían del palenque haciendo equilibrios sobre una línea imaginaria. La noche se alargó tanto como un suspiro agónico. Cada quien se llevó un pedazo de la eternamente bella, con su arito en el centro del universo, su ombligo. Una delgada cadena marcaba su cintura, que resaltaba cuando su cuerpo hacía ángulos de menos de 45 grados. Se fue Alex.

De nuevo a ese circo romano, en los alrededores de la Feria de Texcoco, a la que aún le quedan días de vino y rosas. Muchos. Los peripatéticos siguen cualquier rumbo.


Lleno total en las tres presentaciones del Potrillo; parafernalia vernácula

Arturo Cruz Bárcenas n Equilibrio, la palabra clave. ƑCómo conservar la vertical en esas pequeñas sillas donde apenas cabe el nalgatorio? Después de algunas decenas de botellitas de agua de cebada o, bendito sea el Eterno, de unos cuantos tequilas o whiskis, la sangre comienza a subir a la cabeza, y ésta comienza a hacer jugarretas. Agregue usted los aguijonazos al cerebro y al corazón de las canciones de Alejandro Fernández, durante tres horas seguidas, sin piedad.

alrjandro fernandez portada ok. Tres días consecutivos llenó El Potrillo el palenque de la Feria de Texcoco. Tres días de parafernalia vernácula. Hasta el tope. Antes de la presentación del hijo del recién operado por el cirujano plástico, Vicente Fernández, tres guardias de seguridad (es un eufemismo, claro) tunden a un joven que reclama su boleto en la taquilla. "šYa pagué!", gritaba. Para que no insista, el gorila de camiseta negra le da un puñetazo madrugador. Reclama la madre del muchacho. Es empujada. El se arma de valor y enfrenta a quién sabe cuántos monigotes. Otro puñetazo convincente... y se lo llevan.

En la angosta puerta del palenque se detectan boletos falsos. No entrarán. Los boletos de 300 pesos suben a mil o más en la reventa. Decomisan recipientes con bebidas alcohólicas. Todo debe comprarse adentro. Hacia las 12:30 de la madrugada quedan algunos espacios disponibles, pero afuera es larga la fila de los cada vez más ansiosos que desean entrar.

Entra Alejandro Fernández y un estruendo, gritos y chillidos, lo recibe. Los hombres aplauden, las mujeres le envían besos, que cruzan el espacio hasta quién sabe qué partes de la humanidad del Potrillo. Es el sueño que cunde en el espacio.

Bailan al modo ranchero cientos de parejas. Se calienta el ambiente con Paso del norte... "mis ilusiones, qué lejos están quedando". De Cuco Sánchez se oye "šgrítenme, piedras del campo!", que las miles de gargantas repetirán a la orden de Alejandro, director ya, en ese momento.

Salen del túnel de la cantada --como la llamó Rockdrigo-- Se me olvidó otra vez... "que habíamos terminado, que nunca volverás, que nunca me quisiste..."; Siempre estoy pensando en ti, que Juanga le diera a Lucía Méndez hace más de una década; Que seas muy feliz... como una lombriz. Al amparo de las notas del divo de Tijuana y de la interpretación del vástago del jilguero de Huentitán, un rubia ensaliva el rostro de su amado (o eso parece ser, por el modo en que lo chupeteaba). Primer conato de bronca, allá, detrás del espacio que ocupa el maestro de ceremonias. Y la gente seguía entrando. Barren los guardias de seguridad los pasillos. Todo aquel que no muestre su boleto, para afuera. Periodistas incluidos. "ƑPero dónde trabajamos?", pregunta un fotógrafo asustado, mientras el Portrillo lanza a los cuatro vientos el tema cimero de su repertorio: Como quien pierde una estrella. Alguien escribió por ahí que este tema es una especie de cante hondo vernáculo. Los šaaaaaaaaaaaa! expresan el arraigo del tema. Un clásico de la canción ranchera contemporánea.

Otra bronca. Reclama un sujeto que un tipo le puso las botas en la cabeza. Y se los llevan ipso facto los guardias. Y seguía entrando gente. Un grupo de guapas se acerca al centro del palenque. Quieren un beso. Para afuera. Voltea Alejandro hacia donde se escenifica otro pleito. "ƑNo más broncas?", dice el cantante.

El Mariachi Real de México se arranca con Las llaves de mi alma. Una señora de no malas cachas baja con decisión desde aproximadamente la fila 15; le abren paso, pero es detenida por los vigilantes. Recibe la misma receta: para afuera.

Un sujeto ostensiblemente beodo se para en su frágil silla. Levanta los brazos hacia el público que está detrás de él. Se dobla la sillita de aluminio. Pierde el equilibrio. Trata desesperadamente de no caer, pero en forma grotesta cae fila tras fila, entre cabezas, hombros, bordes. Llega hasta la hilera ocho. Sacude su cabeza. Un tipo enojado le propina un puñetazo. Una señora le reclama. Pobre sujeto. Y va para afuera.

alejandro fernandez. Int Una afortunada es llamada por Alejandro. Llega hasta el centro del palenque. Baila una ranchera al estilo lambada. Pierna cruzada, por supuesto. Recibe un besototote que hace suspirar a las damas. 'šPalera!", le grita una viejita. Por tu maldito amor, mujeres divinas, De qué manera te olvido, que su padre hizo éxitos, convierten el sitio en un desmadre nostrum.

Seguirán A mi manera, México lindo y querido... "!Un brindis por ustedes, por nosotros, por México!", dirigirá Alejandro a la concurrencia. Son ya tres horas. Los šotra, otra! son cumplacidos. Se va el Potrillo. La mesa está puesta para la presentación de su padre. La Feria de Texcoco aún es joven.