La semana pasada se llevó a cabo la premiación del concurso de proyectos arquitectónicos para la regeneración de la Plaza de la Constitución, el Zócalo, de la capital de los mexicanos. En el acto presidido por el jefe de gobierno de la ciudad, Cuauhtémoc Cárdenas, y el secretario de Educación de la federación, Miguel Limón --copresidentes del Comite Organizador-- se entregó el primer premio al proyecto presentado por un grupo de jóvenes arquitectos egresados de la UAM-X y la UIA.
De este concurso es necesario resaltar varios aspectos. El básico es reconocer la importancia de la iniciativa tomada por el gobierno capitalino y acogida por el federal, de recuperar y remozar la plaza mayor y los inmuebles de su entorno, sometidos durante varias décadas a un grave deterioro debido a la falta de mantenimiento, las inclemencias del tiempo y la contaminación atmosférica, el uso continuo y el abuso de muchos de sus usuarios. El Zócalo es el ámbito central y estructurador del Centro Histórico más importante del país, patrimonio cultural de México y la humanidad; parte importante de la historia del país, desde los mexicas, se materializa en sus piedras, edificios y trazas; es asiento de las sedes de los poderes civiles federal y local y del religioso; en su crónica, resumida por Carlos Monsivais, se sintetiza parte importante de la historia de México, sus luchas sociales y políticas, sus triunfos y derrotas.
Por este simbolismo es inaplazable su recuperación para los capitalinos, los mexicanos y los visitantes de todo el mundo. Esta obra se integra al Plan Estratégico para la Regeneración y el Desarrollo Integral del Centro Histórico de la Ciudad de México impulsado por el gobierno capitalino a través del Fideicomiso del Centro Histórico, la Secretaría de Desarrollo Urbano y otras dependencias. Pero no basta regenerar el Zócalo, es necesario revitalizar toda la zona.
Saludamos que los dos gobiernos hayan optado por la realización de un concurso abierto, de libre presentación de proyectos, rompiendo con la costumbre del régimen político, de convocar para los grandes proyectos sólo a empresas poderosas o a arquitectos consagrados o favorecidos por el grupo en el poder.
La presentación de más de 150 proyectos, la presencia de grupos muy diversos --nuevos y viejos, reconocidos o no-- y la composición del equipo ganador nos indican que en las obras de arquitectura y urbanismo es necesario que penetre la democracia mediante la generalización de concursos abiertos, con bases claras y transparentes y jurados autónomos y de prestigio.
La gran paradoja es que las obras del Zócalo deben concluir antes del 31 de diciembre, día que marca el fin del segundo milenio, pero la sectaria y anticiudadana decisión de la alianza PRI-PAN en la Cámara de Diputados, de quitarle al gobierno del DF las transferencias federales y reducirle drásticamente la capacidad de endeudamiento, lo dejaron sin el presupuesto suficiente para atender adecuadamente la operación cotidiana y continuar obras importantes como el Metro, el drenaje profundo, el acuaférico, la vivienda popular, etcétera. Llevar a cabo el proyecto del Zócalo en estas condiciones, haría necesario hacer ajustes en otros rubros.
Teniendo en cuenta que las obras del Zócalo son corresponsabilidad de los gobiernos federal y capitalino, es hora de que los diputados federales del PRI corrijan el error cometido en diciembre y devuelvan al DF los recursos presupuestales que le quitaron. El PAN debería olvidar sus limitados intereses electoreros y mostrar un gesto de apoyo a los capitalinos votando la enmienda legal que daría al gobierno del DF los recursos para realizar éste y otros proyectos de interés colectivo. Las grandes empresas podrían también dejar de lado sus intereses económicos, e invertir más en el Centro, con espíritu ciudadano y de identidad nacional.
A los partidos de oposición y al PRD les recordamos que sólo sirviendo a la ciudad y respondiendo a sus necesidades y demandas, recuperarán la confianza de sus electores. Como demuestran las encuestas, los defeños juzgan severamente, y por igual, las deficiencias del gobierno capitalino y las prácticas partidarias en los órganos legislativos, pero mantienen el apoyo mayoritario a Cárdenas, desestimando y castigando las agresiones y acciones desestabilizadoras del PRI capitalino y su compañero de aventura, el PAN.