Versión de un soplón

Raquel Peguero n Si algún Emiliano le dio la vuelta al mundo, fue el que interpretó Marlon Brando en la película de Elia Kazan, šViva Zapata! "Un extraordinario/pésimo filme que realiza un excepcional análisis psicológico de un caudillo dentro de una mentira histórica, que nos dice más de la mentalidad estadunidense que sobre la Revolución mexicana en sí", aseguró Jorge Ayala Blanco.

Con esa película se hizo famoso el "bigote a lo Zapata", que ya en 1925 la escritora Gertrude Stein "mantenía erguido con cera" para delatar su hombría. En el 52, fue retomado por un cineasta para demostrar que no se había "podrido ni acabado", como afirmaban los periódicos de la época, sino para acusar que estaba en la etapa que podía hacer "buenas películas de verdadera crítica social, verdaderamente profundas, como confesó a Michel Ciment, en su libro Kazan por Kazan, del que se tomaron todas las citas del realizador que aquí aparecen.

šViva Zapata! fue la primera película que este "soplón" como lo llamó Brando recientemente realizó después de su triste odisea durante la era McCarthy. Era una producción que Kazan quería levantar desde 1935, cuando oyó hablar de Zapata en una visita que hizo a México, y le interesó su dilema trágico: "Una vez que se ha tomado el poder gracias a la revolución, qué hacer con él y que clase de estructura construir".

 

Ideas gringas sobre el revolucionario

 

La idea se la contó Kazan a John Steinbeck quien, entusiasmado, le asegurá que conocía muy bien al caudillo y le interesaba escribir el guión, por lo que se conjuntó así "algo más profundo y apenas consciente en nosotros: los dos buscábamos una forma de expresar lo que era ser de izquierdas y progresistas". Al final se erigió también en la primera película "autobiogrífica" de este emigrante turco, porque en el momento en que la rodó estaba en la cúspide de su carrera como director, "pero empezaba a preguntarme lo que realmente quería hacer".

Kazan quería filmarla en México. Habló con Gabriel Figueroa según él, no para contratarlo, porque no le gustaban sus "efectos amanerados" sino por presidir el sindicato de técnicos. Le cayó bien pero rompieron. Cuando el fotógrafo leyó el guión ''declaró que no podía trabajar en esa pel&iacutXScula a menos que varias cosas fueran cambiadas. Peor, todavía iba a oponerse a que se rodara en México" si no se hacían, contó Kazan.

En Conversaciones con Gabriel Figueroa, libro de Alberto Isaac, el fotógrafo cuenta que iba a participar ahí por idea de Steinbeck: ''De entrada vi que Kazan, amabilísimo conmigo, no sabía nada sobre Zapata y el zapatismo y que Steinbeck, a pesar de su indudable buena fe, tenía ideas muy gringas sobre todo el asunto". Relata que llamó al guionista y le planteó su equivocación; ''en ninguna parte del libreto está la respuesta a la pregunta esencial: Ƒpor qué luchaba Zapata? Y le señalé uno a uno los errores estructurales e históricos, la visión deformada de México". Le molestaba sobre todo la escena, que igual se quedó, de la noche de bodas de Zapata en que se dedica a alfabetizarse en vez de hacerle el amor a su esposa.

 

Dar al traste con los ideales

 

šViva Zapata! se filmó en Texas, sin Figueroa en la cámara ųla manejó Joe Mac Donaldų y con todos sus errores históricos. Dividida en tres actos: la revolución victoriosa; Zapata en el poder ųlo hizo presidente de Méxicoų sin saber qué hacer con él y, finalmente, su abandono del puesto para ''volver a ser vulnerable", la cinta no gustó a casi nadie. Howard Hawks dijo que Kazan gestó ''un bandido repugnante, un papá Noel", mientras Samuel Fuller manifestó que de ''un idealista hizo un asesino". A los mexicanos también les disgustó, porque a Zapata no se le mostraba como un personaje claro; ''no lo era ųseñaló Kazanų, porque dudaba y no sabía lo que hacía: trataba de encontrar una nueva vía para él mismo".

Sin resonancia entre el público, entre el disgusto de todos, la película fue para Kazan una ''extraordinaria experiencia que cambió muchas cosas en mi vida y en mis películas", pues encontró un lenguaje formal que descubrió mediante las fotografías de Casasola ''que me ayudaron y llegué hasta imitarlas de una forma absolutamente precisa en ciertos casos (...) me estimularon en otros momentos de puesta en escena". Para su protagonista, sin embargo, el recuerdo de interpretar un ''revolucionario mexicano", se reduce en sus memorias ųBrando sobre Brandoų, a su fallida experiencia de enamorar a Jean Peters, entonces novia sumamente vigilada de Hawks, y a la mala vibra que le tiró Anthony Quinn, que hizo de su hermano ųen un papel que le valió además un Oscarų, por un chisme que le contó Kazan y que tenía como fin, se reflejara en pantalla porque la relación de los hermanos Zapata era antagónica. Brando considera a šViva Zapata! ''una película bastante buena", en la que su director cometió el ''error de no exigir que todo el reparto hablara con acento mexicano".

Y en eso Brando tiene razón. šViva Zapata! es artificiosa aunque no sólo por eso. Sin embargo, como bien dijo Ayala Blanco al ser consultado al respecto: ''No existe en el cine histórico un análisis tan inteligente de la corrupción de un líder que ha tomado el poder: el proceso mismo de cómo surge un tirano, se pudre una revolución y se da al traste con todos los ideales. La película se sostiene por el personaje de Zapata, aunque el de Soto y Gama, consejero del caudillo, es totalmente caricaturesco".