n Guillermo Arriaga, autor de la única coreografía sobre el caudillo del sur
Zapata aborda al hombre leyenda y lo humaniza
Raquel Peguero n Zapata danza sin bigotes. En la única coreografía que se ha realizado sobre el caudillo del sur, Emiliano apareció sin mostacho. Fue lo de menos, porque su magnitud revolucionaria fue dada con creces en la obra de Guillermo Arriaga ųque él mismo interpretó con Rocío Sagaón como la Tierraų y significó el ''gran éxito con el que culminó el movimiento de la danza moderna mexicana", coincidieron todos sus reseñistas.
Estrenada en 1953, en Bucarest, durante el Festival Mundial de la Juventud Democrática, Zapata era ''parto, vida, lucha, muerte y testamento del líder agrario", en la que la Tierra y el caudillo significaron ''dos fuerzas, dos principios. Nada era superfluo, nada sobreabundaba, cada gesto tenía la justa intensidad de lo indispensable", escribió Raquel Tibol en su libro Pasos en la danza en México.
Sublimar la conciencia popular
Con música de José Pablo Moncayo ųsin ser escrita ex profesoų y diseño para la escenografía y el vestuario de Luis Covarrubias, Zapata de Arriaga fue puesta en Bellas Artes a finales del 53 y recibió ''aclamaciones espontáneas e incontenibles" del público que se enfrentó a ''una obra de arte", escribió Raúl Flores Guerrero, en un texto que se recoge en La danza moderna mexicana 1953-1959. Tras su exitosa temporada, Zapata se mantuvo guardada en el recuerdo de quienes la vieron, hasta que fue repuesta en 1980 por el Taller Coreográfico de la UNAM, que la llevó a escena en los cuerpos de Marco Antonio Silva y Cora Flores.
Referencia obligada, la coreografía contempla ante todo ''la leyenda que se crea alrededor de la figura del revolucionario, pero humanizándola", escribió Alberto Dallal en La danza moderna en México. Agregó que el coreógrafo, ''inspirado fundamentalmente en la obra pictórica de José Clemente Orozco, expone imágenes expresionistas que inmersas en claroscuros impresionantes, no sólo dan idea del impulso creador de la Revolución mexicana, sino de las enormes posibilidades de la danza moderna".
Flores Guerrero, a su vez, describió: ''La personalidad de Zapata ha transcurrido por todo un proceso de sublimación en la conciencia popular (estableciendo) una serie de eslabones míticos de una importancia social e histórica incalculable" que en el ballet de Arriaga está logrado ''ampliamente". El revolucionario, explicó, nace de la Tierra y ''la Tierra encadenada arma el pecho de Zapata con la cruz de las cananas y es entonces cuando surge la danza enérgica, viril, impetuosa, emotiva, cuando el cuerpo entero del bailarín expresa el grito angustioso que clama por šTierra y libertad! Zapata cae al fin, bajo el golpe de la traición y el ciclo mitológico se cierra".
La danza zapatista cumplió su cometido, que 27 años después siguió sorprendiendo a los espectadores por su elocuencia a pesar de las nuevas formas expresivas que nos llegaron en todo este tiempo.