Rolando Cordera Campos
El ring bancario
"Afecta a los bancos la falta de políticas oficiales". Estas fueron las ocho columnas del Universal del pasado lunes de Pascua, con las que inició una importante entrevista con Roberto Hernández, presidente del Banco Nacional de México. Hernández hizo una contundente y desusada crítica de la política financiera del gobierno y delineó perspectivas ominosas para los bancos que aún quedan bajo mayoría nacional.
El sistema bancario, dijo el banquero, se ha reducido 30 por ciento en los últimos cinco años, y a falta de definiciones claras del gobierno en materia de fusiones nadie puede hoy asegurar nada sobre el futuro de los bancos mexicanos. Es urgente, dijo, que el gobierno defina el tipo de sistema que quiere para el futuro, porque de no hacerlo en los próximos cuatro meses se dañará aún más a la banca nacional.
El mecanismo utilizado por la autoridad para sanear a los bancos con un alto costo y después de venderlos a los extranjeros, para que compitan con nosotros, ha provocado un debilitamiento del sistema, sentenció.
Para los analistas, añadió, la fusión de Banamex y Bancomer tiene mucho sentido, pero lo que importa saber es qué piensa el gobierno al respecto. Es el gobierno el que tiene que marcar la estrategia: o un reducido número de bancos fuertes que puedan competir en una economía abierta y globalizada como la mexicana, o un mayor número de instituciones medianas y pequeñas que posiblemente no puedan superar sus debilidades.
Notable aunque tardía secuela a la no discusión que mereció la propuesta gubernamental de internacionalización plena y pronta de la banca, pero sin duda una manera poco usual de arrancar la semana de la Convención Nacional Bancaria. El honor debe estar ardiendo y lo que se debe esperar es que el fin de semana acapulqueño de los otrora orondos banqueros sea el arranque de una discusión seria en la cúpula del dinero y el poder sobre el futuro del casi exánime sistema bancario nacional.
Se paga de nuevo el costo de la precipitación oficial para salir del terreno minado de una modernización inconclusa y una privatización deforme, y se pone en evidencia la debilidad política de nuestra flamante democracia para abordar los temas de fondo, los que pueden darle subsuelo firme a la lucha por el poder a la que todos se aprestan, sin mirar a los lados ni más allá del año entrante.
Las declaraciones de Roberto Hernández fueron replicadas en otros diarios por el secretario Gurría, quien invitó a los bancos a ponerse a prestar ya, a su vez recibió inmediata contrarréplica del presidente de los banqueros, quien además nos anunció que éstos "sí saben prestar". El manejo de los tiempos y la proverbial discreción de los banqueros para abordar los problemas de la política oficial dejan ahora su lugar al debate y el columnazo, el reclamo directo, medido en decibeles bancarios, y la declaración pública de hostilidades.
A su vez, el Presidente fue, habló y vio en Acapulco, y reiteró la convocatoria de su secretario de Hacienda. Además, aconsejó a los banqueros tomar nota de lo que ocurre en otros lados, sobre todo en materia de fusiones, pero al parecer dejó para otro momento los temas candentes planteados por Hernández. Las definiciones que buscan los sobrevivientes del caos bancario tendrán que esperar nuevas antesalas, mientras el curso del mundo nos habla de megauniones y gigantes imponentes, en las finanzas y la industria.
Habrá que esperar, tal vez, a que las aguas se calmen y la deliberación sensata y detallada tome el mando. Si queda tiempo o si, en efecto, los mexicanos hacemos el milagro de vivir sin banca y prosperar.
La deliberación a que convoca el directivo de Banamex no podrá ser un asunto más a tratar en el antiguo templo del siglo y la templanza financiera. Este rififí no es sólo entre banqueros y sabihondos herederos de Limantour y nos envuelve a todos, lo registremos o no.
En su caída, la banca ha contaminado al conjunto del tejido político, que no acaba de suplir los harapos por un hilo nuevo y resistente. Pero no puede ser sino ahí, en la política pública y abierta, donde debe empezar a tramitarse un litigio pospuesto y soslayado por demasiado tiempo.
No de otra manera pueden los países reconstruir lo que parece haberse horadado gravemente. Frente a los hoyos revelados por Hernández, poco puede hacer la demagogia con los deudores, pero tampoco será eficaz el método del misterio hacendario.
Mientras tanto, el maltrecho ring financiero pierde cuerdas. A ver quién no se cae.