n Homenaje en Bellas Artes al autor de La noche
García Ponce, un escritor comprometido con la palabra
n Cree en la transformación social por medio de la creación: académica
Angel Vargas n La de Juan García Ponce es una vida comprometida con la palabra y con la libertad que de ella emana. Eso explica que sus creaciones sean, antes que nada, el reflejo y la transformación de su propia existencia.
Según Raquel Serur, el escritor yucateco atribuye a la literatura el poder para liberar a la sociedad de las ataduras que la mantienen inhibida en la monstruosa realidad que vive.
En ese sentido y aunque muchos lectores dirían lo contrario, apuntó la catedrática de Filosofía y Letras, él es un autor que cree en la posibilidad de una transformación social por medio de la creación humana.
Acotó: "No cree que la revolución pueda provenir de una revuelta política, sino en que el cambio radical puede venir en el momento en que la palabra, la literatura, el arte, liberen los sentidos y devuelvan a la gente la capacidad de mirar, gustar y sentir de una manera renovada".
Como parte del ciclo Siglo XX: al Filo de la Modernidad, antenoche se realizó en el Palacio de Bellas la mesa redonda Entrada en Materia con Juan García Ponce, con la cual se le rindió un homenaje al también crítico literario nacido en 1932.
Con poco más de dos horas de duración, en el acto organizado por el INBA participaron, además de la académica ya mencionada, José Luis Ibáñez, Sealtiel Alatriste, Hernán Lara Zavala, Roger Metri, Alfondo D'Aquino y, como moderador, Jesús Anaya.
Aunque en momentos tediosa por la prolongada intervención de algunos de los aludidos, la sesión sirvió para que en ella confluyeran diversos aspectos sobre la biografía y el quehacer, que al fin de cuentas se entrelazan intensamente, del autor de Pasado presente, entre otros títulos.
El toque anecdótico de la velada fue puesto por Alatriste, Ibáñez y Lara. El primero, novelista y editor, enfatizó la condición de magnífico lector de García Ponce, a quien dijo conocer desde finales de la década de los sesenta, cuando era estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
En aquel primer encuentro, mencionó, fui sorprendido por la entereza y buen humor de García Ponce, quien a causa de una enfermedad había sufrido severos estragos en su cuerpo, no así en el ánimo ni en la inteligencia.
Tras señalar que el gusto por la lectura y el conocimiento de varios autores se los debe al hacedor de La noche, Alatriste subrayó la capacidad de aquél como crítico literario. La brillantez y originalidad de su crítica parten de sus lecturas, es decir, él habla de lo que lee y no de los autores que trata, dijo: "Es un crítico objetivo que parte de su subjetividad".
Primera en el uso de la palabra, Raquel Serur habló sobre la condición erótica de la literatura de Juan García Ponce. A fin de desarrollar el tema, la académica se ocupó del análisis de El gato en su doble versión, como cuento y como novela.
La trama de esta historia es la de un menage á trois muy poco convencional, en la cual la presencia enigmática de un felino alcanza una importancia inusitada para las relaciones carnales de una pareja humana, hasta volverse indispensable, contó.
"Pienso que la especial composición del trío involucrado ofrece la clave no sólo de la peculiar fascinación que esta historia en particular ofrece sobre el lector, sino en general de la fascinación que ejerce toda la narrativa de García Ponce".
Ese tipo de escenas es una constante en su narrativa, explicó, pues el secreto de la relación erótica entre dos está en que el tercero es inherente a la pareja: "Cuando en la narración de El gato García Ponce imagina como tercero inherente a la pareja a un tercero no humano, que es humano y que concentra toda su presencia en la acción de su mirada enigmática, nos dice mucho acerca de su idea del erotismo y del lazo que lo vincula con el arte y la literatura.
"La función del tercero inherente a la pareja es la de espiritualizar la relación sexual, la de constituirla como un hecho que trasciende la pura animalidad que se da en una dimensión que, sin duda, por un lado es contingente o carente de necesidad y fundamento, pero que por otro es autónoma y libre".
Apuntó que para García Ponce el erotismo sería el tema obligado más o menos evidente o más o menos secreto de todo arte y toda literatura y a la inversa, que la estetización, la poetización, sería la condición ineludible más o menos negada o más o menos reconocida de toda existencia humana y por tanto de todo erotismo.
Para Raquel Serur, este escritor se vincula a aquellas propuestas de 1968, que se encaminaban a que el erotismo debe ejercerse con libertad: "Su literatura es así, antes que nada, el reflejo y la transformación de su propia vida; su literatura y la entereza con la que ha sido fiel a ella a lo largo de los años son el producto de un momento histórico que toma el nombre de movimiento del 68.
"Sin ser político ni querer tener nada que ver con la política y a pesar de una difícil y dolorosa vida personal, él nunca ha claudicado en el intento de descifrar el enigma de su vida y de su literatura, para él, una y la misma cosa, según la clave de la libertad"
Para concluir, Serur definió a Juan García Ponce como uno de los hombres más libres que habitan esta ciudad, no obstante que vive atado a una silla de ruedas y de sufrir enormes dificultades para escribir e incluso para hablar.