Un atrevimiento

Carlos Martínez Rentería n Después de leer varias notas publicadas en diversos medios (incluyendo a La Jornada, 8-4-99), con relación a la denuncia de supuestos abusos de la cantante Gloria Trevi y su representante Sergio Andrade contra una menor de edad, en el estado de Chihuahua, casualmente me puse a escuchar un caset (pirata, por cierto), en el que se incluyen 20 éxitos que a principio de esta década desataron la llamada trevimanía.

Al analizar con detenimiento cada una de esas subversivas letras, reafirmé mi postura de que Gloria Trevi es víctima de una sociedad hipócrita y conservadora, manipulada hasta el hartazgo principalmente por Televisión Azteca, que, a través de sus amarillistas programas de espectáculos, inició desde hace por lo menos dos años una campaña contra la Trevi en venganza por haberse cambiado a la competencia de Televisa (lo cual me pareció un grave error de Gloria).

No he visto ridículo más patético y lastimoso que el que hizo esa joven desangelada y sin ningún talento llamada Aline y su infamante libro La gloria por el infierno. Esa tramposa indignación y las airadas denuncias por haber aceptado todo tipo de supuestas humillaciones con tal de llegar a la fama, me parece una contradicción. Ya me imagino a Fausto demandando a Mefistófeles al no conseguir sus mezquinos objetivos. La misma incongruencia advierto en irresponsables padres que se atreven a firmar permisos notariales para que sus hijas (menores de edad) se vayan a buscar fama en la corrompida farándula (Ƒcuántos millones esperaban ganar a costillas de sus hijas?) y cinco años después comienzan a protestar.

No tengo pruebas para asegurar que son falsas las pantacruélicas historias que se han contado en torno a las perversiones de Sergio Andrade (muy pocos productores podrían tirar la primera piedra), ni tampoco pretendo justificarlo; pero sí quiero manifestar aquí mi solidaridad con Gloria Treviño, esa jovencita que vino a romper la bobalicona inercia de la artistiada mexicana, con letras que reivindican los derechos más elementales de una mujer: el de elegir sus preferencias sexuales, su decisión ante el aborto, la desmitificación de la virginidad, la ironía con la que se burla del machismo ("el puñal eres tú"), su inédito cuestionamiento a esas madres que "valen madre" (que las hay) y desde luego su crítica política para con la pasividad ciudadana (Los borregos) ante las atrocidades de "un perro muy perro", que muchos identificamos con Carlos Salinas de Gortari. Y tantas otras aportaciones que merecieron la simpatía de intelectuales como Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska. Por todo esto, estoy contigo, Gloria.