Iglesias: el dandy del Mercedes gris

Fernando Figueroa n Es un dandy que confiesa 55 años y un gran temor de que la gente lo olvide. Llega a bordo de un Mercedes Benz gris. Traje y corbata de color azul oscuro, camisa celeste, zapatos nuevos, negros. Escaso cabello de injerto y muy bien acomodado. Dentadura perfecta de laboratorio. La cara restirada como si viajara, asomándose de frente por la ventanilla, en un auto a 200 kilómetros por hora. Sencillo, ingenioso, con el aura del éxito a cuestas. Es Julio Iglesias.

La cita es a las siete y media de la noche en la Hacienda de los Morales. Llega media hora tarde. Antes de que le pregunten algo dice con toda la seguridad del mundo que cada día canta mejor, es más disciplinado (nada dos horas diarias y hace una hora de gimnasia "como cabrón"), no quiere dejarle el puesto a nadie, sus células se reproducen cada vez más rápido y se presenta poco en público, "para que me dejen de querer más tarde".

A pesar de su aparente aplomo, confiesa que hace muchos años no cantaba en nuestro país porque tenía miedo de fracasar. Hoy por la noche se presenta en el Auditorio Nacional a beneficio de México Unido, y dice estar feliz porque los boletos se vendieron tan bien "que pude hacer 10 Auditorios", se jacta. Lo trae la Comunidad Valenciana, de la que ha sido imagen publicitaria durante los últimos 12 meses.

Está feliz porque sus tres hijos mayores (Chabeli, Enrique y Julio) "son educadísimos y tienen éxito en lo que hacen", y porque en los dos últimos años ha sido padre, "de milagro", de otros dos varones (Miguel y Rodrigo). Clama a los gobiernos del mundo: "Sin educación a los niños no hay futuro".

Hace 23 años hizo su primer millón de dólares, luego "lo multipliqué por 500 y lo dividí también entre 500". Afirma que, en la vida, el éxito es un punto pequeñito, como decía su amigo El Cordobés.

Está feliz de haber sido un mal futbolista ("ahora no juego ni con mis bolas") para ser un buen cantante. No le gustaría ser ahorita entrenador del Toluca y perder todos los partidos. Es latin lover de la cintura para arriba y le vale que un mayordomo lo describiera como un hombre que hizo el amor con 2 mil mujeres. Gracias a esa publicidad vendió más discos.

Admira a Enrique Iglesias porque compite bien ante Ricky Martin, "que es la onda", y Luis Miguel, "que canta como la madre que lo parió", expresión castiza que sonó a elogio. Que conste.