Bazar de asombros

Merwin, viajes, palabras, quietud

William Stanley Merwin es una de las voces fundamentales de la poesía moderna y un continuador, a su muy personal manera, de la tradición poética de los Estados Unidos, una tradición hecha de rupturas y caracterizada por una alta calidad mantenida constantemente y por una notable variedad de voces, temas y formas expresivas. En el cuerpo de esa poesía brillan con luz propia los nombres de Poe, Whitman, Frost, Emily Dickinson, Silvia Plath, Lowell, Williams, Cummings, Wallace Stevens, Mariane Moore, el universal Pound y el monárquico, clásico y anglocatólico Thomas S. Eliot.

A esa tradición pertenece la voz de Merwin que, a lo largo de su vida poética, se vio enriquecida por sus contactos con otras lenguas y por los poemas que amaba y traducía al inglés con una fidelidad hecha de imaginación y de plena comprensión del alma de la obra y de la cosmovisión implícita en la lengua a la que pertenecían el poema y el autor traducidos. Algunos poemas orientales y, en particular, del sánscrito, y varios trabajos de autores españoles, hispanoamericanos y franceses son su mejor cosecha de traducciones.

Por otra parte, su espíritu nómada lo ha mantenido abierto a los deslumbramientos y lo ha acercado a otras culturas. Francia, Chiapas, Portugal, Palma de Mallorca, Inglaterra y la isla de Haiku son algunos de sus puertos de escala. Así, en su poema ``Islas'', nos dice: ``Donde quiera que te miro eres islas/ una constelación de flores respirando/ sobre el mar/ islas de hondos bosques montañosos y fragantes/ luces en un océano brillante/ un fuego en la raíz/ Toda mi vida he querido acariciar tu/ tobillo/ bajar corriendo hasta su playa/ bañarme en ti/ escuchar/ verte entre las hojas quietas'' (la traducción es de María Palomar y Jorge Esquinca).

De la tradición toma Merwin un tono coloquial que es el único capaz de dar forma a las sensaciones complejas y, a veces, contradictorias, pues todos sabemos que las cosas cotidianas y las expresiones más sencillas tienen en su corazón la lúcida almendra de las grandes verdades que agobian y engrandecen lo humano:

    Sol
    Lluvia oscura en
    el solsticio de invierno
    y en las matas
    romero bajo cielo despejado
    pájaro en el dintel
    quieto como una piedra

El poeta observa a las bellas criaturas de la tierra, las admira y sabe que, a veces, se tornan en enemigas, pues, al mismo tiempo, enaltecen y liquidan. Por eso debemos tener cuidado con los seres de la madre naturaleza y decirles poemas conjuros para que nos sean propicios:

    Crece el arroyo
    por las piedras
    en la tarde de verano
    tratando de no derramar
    la jarra de agua
    de las cascadas

Su primer libro, Una máscara para Jano (1952), fue prologado por Auden.

En él, los poetas del medioevo, Pound, Yeats y algunos de sus admirados españoles unen sus voces remotas a la voz actual de Merwin para combinar lo mágico con lo cotidiano, la realidad con el deseo como lo pretendía, sin lograrlo, Luis Cernuda.

``La rosa Náutica'' es, a mi entender, un poema largo dividido en secciones, una sola corriente dirigida por la brújula de los marinos intrépidos. Este libro instalado en el terreno de los mitos, nombra las cosas para darles una existencia palpable y, a la vez, frágil: la de las palabras:

    En un árbol muerto
    está el fantasma de un caballo
    ningún caballo
    fue visto nunca cerca del árbol

En este momento de la poesía, la voz de Merwin se sostiene por su propia esencia lírica, pero también por su pertinencia histórica y su contrastada búsqueda de las cosas de los hombres. Forma parte de la tradición hecha de rupturas de la poesía anglosajona, pero respira a pulmón abierto todos los aires de todas las voces poéticas del mundo y de varias cosmovisiones iguales y distintas a la vez. En este panorama su poesía agrega gracia a lo creado y afirma los endebles valores de la serenidad.

HGV

Antesala

¿Cuántas veces empieza el año dentro del año? A fe de esta columna, por lo menos tres: El 1 de enero, obviamente; la larga marcha de la Semana Mayor, que abarca 14 o 15 días, y que este domingo (casi) finaliza; y el fabuloso puente colgante que empieza el 15 de septiembre y algunos finalizan el Día de Muertos, o de plano se encadenan hasta Navidad. (Quizás alguno desee incluir el 10 de mayo, que este año cae en lunes, pero en esos días nadie sale de la ciudad; al contrario, quieren lavar sus culpas de todo el año llevando a sus cabecitas blancas a comer y los restoranes se atascan, así que no vale.) En estos fines de año apócrifos, el cielo luce casi azul, las vías sirven para lo que fueron hechas, para transitar, e incluso los asaltantes parecen recluirse en casa o ir en pos de las masas que ya no saben en dónde esconder las carteras y las escasas tarjetas de crédito que no devoró el Ho(e)rror de Diciembre, que nos hizo caer tan bajo que, claro, ahora en comparación, tenemos un crecimiento mayor al de Estados Unidos. Como dicen en American Airlines (A.A.): cuando se toca fondo, lo demás es ganancia.

Cursos y talleres para los niños, los papás de los niños y los papás de los papás, etcétera. La Casa del Lago reemprende sus actividades con nuevos bríos: en literatura, se anuncia el ciclo Palabras compartidas, donde podrá usted escuchar las lecturas de los alumnos de los talleres de novela que se imparten dentro y fuera de la UNAM. Este sábado 17, en la C. del L. le toca a Guadalupe Guzmán. La lectura es en la Galería del Lago, a las 12:30 hrs., y la entrada, faltaba menos, es libre. El Taller de Cartago (épico el nombrecito), en su segundo aniversario, invita al recital de poesía ``Ajedrez de dioses'' en el que participan Ma. Eugenia Rodríguez, Ma. Elia Gómez Rivero, César Guerrero, Nadil Mirall, Polo Maldonado Martínez, Avoar-El-Monal (así está escrito en el programa) y Santiago Cuenca Poblet. Asista usted, gregario(a) lector(a), el jueves 22, al Teatro Rosario Castellanos, a las 19 hrs. La entrada es libre y algo debe tener este taller, que ya cumple dos años; a lo mejor hasta lo convencen de integrarse a él. También le recuerdo que las inscripciones para los nuevos cursos y talleres (algunos pagando una módica suma) empiezan este sábado 15 y terminan el 23 de mayo, así que escoja usted bien a cuál quiere asistir y a cuál quieren ir sus hijos y también su papá o su mamá. Hay talleres libres de pintura, grabado, pintura alternativa (?) e infantil, coordinados por Carolina Muciño; Filatelia (intercambio y adquisición), Torneo infantil de ajedrez (24 y 25 de abril), para niñas y niños entre 6 y 14 años y Torneo conmemorativo de ajedrez Casa del Lago (22, 23, 29 y 30 de mayo). Hay primera, segunda y tercera fuerza. Estos dos últimos sí cuestan una lana. Por fin, está el taller Poesía y silencio, que imparte el poeta Alfonso D'Aquino, al que hay que entrar de puntitas y llevar tenis o pantuflas. Tuberculosos, biperos y telcelulares, absténganse.

A algunos les gusta la poesía. Este es el título de un poema de Wislawa Szymborska que sirve para promocionar la curiosa mercadotecnia de Poesía a domicilio de Trilce Ediciones. Esta Antesala, si le hubieran preguntado, cosa que no tenían por qué hacer, les hubiera sugerido mejor la frase que le oyó alguna vez a Guillermo Sheridan, quien se la atribuyó a ¿Villaurrutia? (no tomen en serio a esta loca memoria): ``La poesía es para todos, a condición de que todos seamos unos cuantos.'' La cosa es que Trilce quiere que esos cuantos sean un chingo, para decirlo en buen español. Loable empresa, afirma esta columna disfrazada de poeta maldito (o malito). Por 375 deslizantes M. N. (antes del 20 de abril), recibirá usted en su casa cinco títulos que usted escoja de las colecciones Tristán Lecoq y Tristán Lecoq Universal (acá entre nos, le recomendamos los seis que forman la primera). Si es usted uno de los elegidos, ya le llegará su talón de suscripción; si no, hágale como con el gas: llame al 5255 5804 y solicite una carga (de poesía) a domicilio.

De puño y letra. Así se llama el taller de creación poética que impartirá Estrella del Valle, dirigido a estudiantes y (metafísica expresión) público en general. Se llevará a cabo del 16 de abril al 16 de junio, viernes y sábados, a las 18 hrs. del verano. Informes: El Mercado de la Creación, en el puesto Editorial casi literaria (sí, así se llama), Patio Muñoz, Pino Suárez 26, interior GL¼ (sí, como los grados de alcohol de todos los pomos el pomo), Col. Centro, Xalapa (sí, yo lo escribo con X), Ver. Esta Antesala, disfrazada de taquilla, se imagina que piensan cobrar pero la información que tiene no llega a tanto. Vaya, pues, y averígüelo usted mismo.

CG-T


CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Beber y soñar

Hace 16 años que no bebo una gota de alcohol. Me siento orgulloso, aunque, la verdad, esta abstinencia no me ha costado ningún trabajo. En todo este tiempo, lo creas o no, nunca he sentido la menor tentación de volver a beber otra vez, ni mucho ni poco, ni de irme de parranda ni esa fatal copita aislada, tan peligrosa (la del perverso ``qué daño te puede hacer una''). No, ninguna; yo sé que no puedo beber y he expulsado el alcohol del universo en el que vivo. Y así estoy bien. Sin embargo, mi orgullosa afirmación de que no he vuelto a beber, no es del todo cierta: he vuelto a beber, pero en sueños. Es decir, a veces sueño que bebo. Estas recaídas, por fortuna irreales, soñadas nada más, las quiero explorar un poco aquí.

Anoche, por ejemplo, soñé que bebía whisky solo con mucho hielo. Cuando desperté recordaba parcialmente el sueño y tenía mucha sed. La sed se explica porque había cenado cosas saladas, jamón serrano, por ejemplo. Pero ¿cómo se explica que si tenía sed, soñara que bebía whisky?

Bueno, para empezar, dormido no puedes formular el juicio ``tengo sed''. Dormido no puedes hacer ningún juicio (en realidad, no puedes hacer nada, sólo soñar). Por eso el primer paso es tramar un sueño, una historia, donde la sed aparezca. Es lo único que puedes hacer: integrar lo que estás sintiendo en algún sueño. Este es el mecanismo, no hay otro. Por eso, en parte, soñar es tan fascinante, porque incorporas tus necesidades oblicuamente en tus cuentos nocturnos. Pero no cualquier cuento. Hay ciertas reglas. Aquí nos topamos con una muy sencilla: si dormido tienes sed, no sueñas que tienes sed sino que bebes agua u otra cosa. En general, diría, no se sueñan necesidades sino satisfacciones de necesidades. Si en sueños tienes sed, te sabe deliciosa el agua que en sueños bebes. Y por eso sabes que sientes sed. La sed está presupuesta en tu fantasía ¿Por qué digo esto?, ¿cómo se puede probar? Porque cuando estás despierto y tienes sed y no la puedes saciar, tus fantasías diurnas no se dirigen a la sed -¿qué podrías fantasear ahí?-, sino que te imaginas vasos de agua, refrescos, cervezas y cosas así. Es decir, quien tiene hambre, en pan piensa.

Aquí aparece otra regla: los sueños y las fantasías diurnas están hechos por la misma facultad, a saber, la imaginación; por lo tanto se construyen de la misma manera. El estudio de las fantasías de la vigilia son una guía para entender cómo se fabrican los sueños nocturnos.

Entonces, como tenía sed, soñé que bebía, eso está claro, pero no agua, sino whisky. ¿Por qué whisky? Bueno, en primer lugar porque me está prohibido en la vigilia. Y en el sueño ensayé una transgresión. También para eso sirven los sueños, para transgredir, es decir, para explorar el ``¿qué pasa si hago X?'' (donde X es cualquier cosa que tienes prohibida por cualquiera de las mil razones por las que, a veces, se prohiben las cosas). Pero aquí debo señalar algo: siempre que he soñado que bebo, bebo con vergüenza, con culpa y en secreto. Es decir que el sueño presenta no sólo el hecho de beber, sino todo lo que tengo internalizado alrededor de esa transgresión. Mi sueño es, pues, sueño moral. Por ejemplo, cuando bebí el whisky, lo bebí a escondidas, temeroso de que me vieran y se enteraran de que había bebido. Eso, claro, es externo, pero -más importante- con culpa, lo que ya es moral interna, como quien hace lo que sabe muy bien que no debe hacer.

Así pues, cuando desperté, como siempre me alegré de que lo sucedido no fuera cierto, que era sólo un sueño y no había bebido. La transgresión de beber es una pequeña transgresión, a mi alcance, y juego con ella en sueños. Hay transgresiones mayores, que no han estado a mi alcance. Por ejemplo, nunca he soñado que mato a alguien o que incendio el Palacio de Bellas Artes.

Hace mucho que me fascinan los sueños. He escrito un libro entero sobre ellos y, sin embargo, siento que no he penetrado en su esencia. Muchas veces me acosa el deseo de volver a intentar su comprensión en otro escrito, pero me detengo cuando me doy cuenta de que estoy volviendo sobre lo mismo sin avanzar. Sí: el arte es largo y la vida corta.