La Jornada lunes 12 de abril de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

El famoso voto verde priísta está siendo irrigado y fertilizado desde ahora, con especial interés a sabiendas de que la esperada derrota del PRI en las zonas urbanas en el 2000 sólo podría ser revertida mediante la manipulación e inflación del sufragio de las zonas rurales.

En ese esquema de futurismo electoral está inscrita la designación de Eduardo Robledo Rincón como nuevo secretario de la Reforma Agraria.

El ex embajador mexicano en Argentina forma parte de un equipo dedicado desde ahora, de manera especial, a la búsqueda y captura de las franjas electorales marginales que sean proclives a votar, o a simular que votaron, por el PRI.

Con la designación del gobernador chiapaneco obligado hace casi cinco años a dimitir, se redondea un trabajo que ya realizan algunas áreas de la Secretaría de Desarrollo Social, de la Secretaría de Gobernación, de la Confederación Nacional Campesina y del Instituto Nacional Indigenista.

En esos planes, que tienen la vista puesta sólo en el 2000, se da por seguro que el candidato presidencial será (o que virtualmente ya es) Francisco Labastida Ochoa, con quien trabajaría estrechamente Esteban Moctezuma Barragán (acaso como coordinador de campaña, tarea que ya realizó con Ernesto Zedillo Ponce de León, además de haber participado en niveles menores, pero no intrascendentes, en las campañas de Carlos Salinas de Gortari y de Luis Donaldo Colosio).

La única variable que aceptan esos equipos de trabajo futurista es la de un giro de última hora en la que, en familia, el capital forjado en estos meses por Labastida Ochoa fuese transferido a Moctezuma Barragán.

Un contrapeso para Albores Guillén

La reinstalación de Robledo Rincón tiene otra consecuencia que no por regional tiene menor significado. Con su nuevo nombramiento, Eduardo vuelve a tener presencia política en Chiapas.

Es importante recordar que Robledo Rincón dejó la representación diplomática de México en Argentina para reincorporarse a la política activa en el marco no sólo de la sucesión presidencial sino también de la estatal chiapaneca.

Robledo ha recibido así un nuevo pago por la disciplina institucional con la que casi cinco años atrás aceptó la instrucción presidencial de dejar la gubernatura de Chiapas para buscar una recomposición política en la entidad, regida desde entonces por la insurrección zapatista.

En ese contexto, el retorno de Robledo Rincón a la política nacional tendrá varias lecturas: por un lado, se le verá como un tejedor experto de las redes electorales que con el voto verde buscarán consolidar la diferencia a favor del PRI en el 2000; por otro, se le considerará un nuevo factor de la política chiapaneca rumbo a la sucesión estatal, sobre todo en apoyo de su amigo César Augusto Santiago; y, además, se le verá como un elemento de contrapeso que acote la incontinencia verbal y la belicosidad desbordada de Roberto Albores Guillén.

El sureste, reserva de votos priístas

El nombramiento de nuevo titular de la SRA se inscribe, por lo demás, en una estrategia que busca consolidar la presencia priísta en el sureste.

El yucateco habilidoso (sobre todo en materia electoral) Víctor Cervera Pacheco está plenamente comprometido con el zedillismo, en particular con la personalidad más dura de esta corriente, y tiene presencia directa en el manejo priísta por la vía de Dulce María Sauri Riancho y de Federico Granja Ricalde. El cerverismo está comprometido a entregarle buenas cuentas al PRI y a combatir con todo lo que sea necesario al panismo de aquella entidad.

En Quintana Roo, con todo el escándalo reciente, y la defenestración de Mario Villanueva Madrid como ejemplo de que en el sistema todo se puede permitir (narcotráfico, corrupción, abusos, violaciones a los derechos humanos) menos el jugarle las contras al jefe en turno, se sostiene la hegemonía priísta. Buena ayuda han dado a esa consolidación los partidos presuntamente opositores, como el PRD y el PAN, al postular candidatos descalificados e intrascendentes.

En Campeche, otra entidad que como Yucatán y Quintana Roo tiene plenos indicios de que el narco se ha instalado como poder supletorio, el priísmo también tiene el marcador a su favor. Las diferencias entre los seguidores de Layda Sansores y los opuestos a la senadora, a quienes sus adversarios acusan de actuar aceitados por el gobierno de José Antonio González Curi, han hundido al perredismo. Del PAN pocas noticias hay.

Chiapas: Salazar; Tabasco: López Obrador o Mayans

Es, en todo caso, en las entidades de Chiapas y Tabasco donde se presentan riesgos serios para el PRI. En ambos casos hay condiciones reales que podrían derribar al tricolor del poder.

En la primera entidad está creciendo el frente democrático impulsado por Pablo Salazar Mendiguchía, quien siendo todavía senador priísta trabaja todos los días en la creación de una base social que le apoye para ser candidato a gobernador aun por fuera del PRI, como la cúpula estatal de su partido lo considera desde ahora.

Una alternativa priísta contra Salazar Mendiguchía podría ser César Augusto Santiago, amigo de Robledo Rincón. Ellos dos formaron parte del comité nacional priísta que presidió Luis Donaldo Colosio. En privado, amigos de Augusto Santiago aseguran que éste tiene la absoluta convicción de que Colosio decidió entre ambos, Augusto y Robledo, la candidatura al gobierno chiapaneco, decidiéndose por el ahora titular de la SRA.

Otra decisión colosista relacionada con el sureste fue la de otro miembro de su CEN priísta, Roberto Madrazo Pintado, quien fue enviado a Tabasco.

Justamente en esa otra entidad es donde se desarrolla con fuerza, a partir de hoy, un proyecto que pondrá en dificultades extremas al PRI.

Andrés Manuel López Obrador no se ha regalado ni siquiera un día de descanso luego de dejar la presidencia nacional perredista. De inmediato se ha dedicado a recorrer su entidad natal en una tarea de organización y recomposición a la que es difícil no asociar con la probabilidad de que el ex presidente del PRD sea de nueva cuenta candidato a gobernador.

Si Andrés Manuel fuese el postulado para buscar la silla que hoy ocupa Madrazo, es evidente que sería un candidato de una fuerza mucho mayor a la meramente estatal o regional. Su campaña tendría dimensión nacional, con el apoyo del perredismo todo, y de los medios de comunicación con los que el tabasqueño estableció buena relación.

Pero no es esa la única posibilidad. También podría darse el caso de que López Obrador reconstruyese el tejido perredista tabasqueño, estableciese alianzas con segmentos priístas proclives al cambio (un aspirante natural sería el actual senador priísta Humberto Mayans), instalase una candidatura de unidad de fuerzas contrarias a Roberto Madrazo, y retornase a la política nacional como coordinador de la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas.

Astillas: Pablo Gómez ha recibido la presidencia de su partido en una situación que justamente por difícil enaltece sus méritos políticos. Intransigente en sus puntos de vista esenciales, ríspido en el debate, convencido de sus ideas hasta el extremo de parecer arrogante, Gómez tiene, sin embargo, autoridad moral y credibilidad suficiente para que todos sus compañeros perredistas le hayan entregado hoy, en estos momentos de crisis, un bastón de mando con el que en un plazo breve, de manera interina, deberá actuar para recomponer destrozos, restañar heridas y recuperar esperanzas.

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