n Han ido en aumento los incidentes en el lugar


Los sistemas de seguridad del aeropuerto capitalino, vulnerables

Gustavo Castillo García n Pese a que México fue reconocido en 1998 por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI) como líder mundial en la aprobación de programas de seguridad, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha sufrido fallas en los arcos detectores, un intento de secuestro de una aeronave, el intento de suicidio de varios paquistaníes dentro de una oficina del Instituto Nacional de Migración, y lo más grave: interrupciones en los servicios para el control del tránsito aéreo que han obligado a utilizar procedimientos manuales para el aterrizaje de aeronaves. Todas estas, situaciones que muestran su vulnerabilidad en materia de seguridad.

Sin embargo, para Aeropuertos y Servicios Auxiliares, organismo dirigido por Patricio Chirinos Calero, y de acuerdo con el comunicado de prensa de fecha 6 de abril, "la operación mantuvo sus niveles de eficiencia" y "en los aeropuertos no hubo saldo rojo" durante la Semana Santa.

Lo anterior pese a que de manera pública el 15 de marzo, los integrantes de Ingenieros en Electrónica Aeronáutica de México (Ineam) acusaron a los Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) instalados en ese aeropuerto de propalar "interpretaciones tendenciosas que tratan de desvirtuar nuestro trabajo, utilizando irresponsablemente los equipos y la operación de los servicios que mantenemos con profesionalismo y alto grado de especialización", luego de que en varias ocasiones "han interrumpido los servicios para el control de tránsito aéreo".

De acuerdo con información obtenida, esas suspensiones ocurrieron en repetidas ocasiones, lo que provocó que aeronaves ųen número no determinadoų tuvieran que aterrizar bajo procedimientos manuales.

La información que fue hecha pública por medio de grandes carteles colocados en toda la terminal aérea, y sobre todo en sitios por donde transitan sobrecargos y pilotos, nunca fue desmentida de la misma forma, ni siquiera por ASA, que cuenta con una gerencia de seguridad aeroportuaria.

Los incidentes al interior del AICM, el mayor en cuanto a operaciones y traslado y recepción de pasajeros en el ámbito nacional, fueron en aumento.

Luego del 15 de marzo, en que el presidente de Ineam, Juan Carlos Barrera Mendieta, asegurara que vigilarían que todas "las interrupciones a los servicios sean soportadas y aclaradas con argumentos técnicos precisos", sucedió que el pasado 28 de marzo dejaron de funcionar por más de cuatro horas los arcos detectores de metales y los equipos de rayos X instalados en la zona F del aeropuerto, lo que obligó al personal de la Policía Auxiliar y de la Federal de Caminos a participar en la revisión manual del equipaje y de los pasajeros.

Pero para ASA no había ocurrido nada. El 6 de abril en el citado comunicado se aseguró: "en los aeropuertos no hubo saldo rojo y la operación mantuvo sus niveles de eficiencia, sin demoras en los vuelos y con un óptimo funcionamiento de equipos, radares y sistemas de iluminación y señalización, que permitieron 31 mil 270 despegues y aterrizajes", en toda la red aeroportuaria.

El 29 de marzo, ASA aseguró en otro comunicado que Chirinos Calero "garantizó una atención eficiente y segura en su tránsito por las terminales aéreas del país" a los usuarios del AICM.

Sin embargo, el viernes 10 de este mes, dos días antes de que terminara lo que llamó un exitoso programa de seguridad establecido para las vacaciones de Semana Santa y con caducidad hasta este lunes 12, Víctor Pardo Gutiérrez, un hombre de 50 años que viajaba en primera clase de Aeroméxico en un vuelo de la ciudad de México a Monterrey, armado con un picahielo, según fuentes de la Policía Judicial Federal, intentó secuestrar la aeronave.

El vuelo fue suspendido y el piloto, Mario Marcial Mercader, retornó al punto de partida cuando faltaban 20 minutos para aterrizar en el aeropuerto de la ciudad regia. Pardo Gutiérrez, según las azafatas había hecho lo mismo en su viaje de Monterrey al Distrito Federal, pero la cosa no pasó a mayores. El argumento del frustrado aerosecuestrador fue que "intentaba demostrar la falta de seguridad" en el aeropuerto capitalino.

Pero los hechos de falta de seguridad no paran ahí, el miércoles 8 de abril, agentes de la Policía Judicial Federal (PJF) ųsin autoridad para elloų fijaron su atención en dos sujetos, les solicitaron sus documentos e interrogaron en la sala 10 y tras descubrir que eran indocumentados y que aparentemente eran originarios de Paquistán, dieron aviso a personal de Migración.

El hecho es que posteriormente se descubrió que no eran dos sino 10 los paquistaníes que intentaban abordar un vuelo de TAESA con destino a Tijuana, en donde tratarían de cruzar a Estados Unidos.

Una vez detenidos los 10 paquistaníes, fueron introducidos a una oficina del INM, en donde antes de ser llevados a una estación migratoria, rompieron un cristal e intentaron cortarse las venas de pies y manos para no ser deportados. Finalmente fueron sometidos y para subirlos a un microbús del INM que los condujo a la estación migratoria les colocaron esposas. Se procuró que el operativo fuera discreto, para que los medios de comunicación no lo percibieran.

Por su parte, las autoridades del AICM cuentan con un Comité Local de Seguridad, más de mil policías pertenecientes a cinco corporaciones, personal de seguridad privado contratado por aerolíneas y más de cien cámaras de video integradas a un circuito cerrado de televisión, que permiten ofrecer plena seguridad a más de 50 mil viajeros por día que utilizan la terminal aérea.