Rodolfo Chávez, Guerrero
Pasadas las 8 de la noche, después de esperar durante varias horas, tres autobuses venidos de Chiapas hicieron su aparición en la larga pendiente que abre el camino hacia Chilpancingo. Cientos de guerrerenses gritaban porras y ondeaban banderas blancas para expresar su cariño a quienes por una semana serían sus huéspedes y amigos a quienes cuidar y con los que hablarían de lo que acontece en Chiapas, en Guerrero, en todo el país; con quienes comentar los fines de la Consulta y cómo promoverla, y sobre todo, hablar de los caminos hacia el gran cambio que requiere el país. Una larguísima cadena de autos y camionetas llenas de compañeros flanqueó la llegada de los zapatistas a Chilpancingo, para de ahí conducirlos a 65 de los 76 municipios del estado.
Esa cordialidad marcó el tono de la Consulta en Guerrero y se combinó con la impresionante solemnidad de la ceremonia, en varias ocasiones repetida, del canto de los himnos nacional y zapatista.
Los 48 delegados que promocionarían la Consulta en la amplia franja que comprende las costas, partieron hacia a Acapulco. Los zapatistas sabían a donde los conducían, que en Atoyac y Coyuca de Benítez se encuentran Aguas Blancas, El Quemado y Tepetixtla, lugares de militarización y zozobra. Sabían también que en Ayutla, en la Costa Chica, se encuentra El Charco y otros poblados con marcas aún frescas del paso de la bota militar y policías de todos colores, lugares estos, unidos por la demanda de alto a la impunidad.
La Coordinadora Estatal para la Consulta había dirigido un comunicado a los grupos armados epr y erpi para que se manifestaran sobre la Consulta, sobre todo para impedir cualquier tipo de provocación o suplantación. También lo hizo el subcomandante Marcos. Pocos días después esos grupos manifestaron públicamente su respeto al proceso.
Los 66 delegados y delegadas restantes partieron hacia Tierra Caliente, la Sierra, el Centro, la región Norte y la Montaña --región agreste que no tiene fin, donde hay que caminar a muchas comunidades, pasando de una gran montaña a otra más alta, la región más pobre y extensa: región india. (No es la única del estado en la que habitan pueblos indígenas. Los amuzgos, tlapanecos y mixtecos, se encuentran en la región montañosa de la Costa Chica, y los y nahuas en el Alto Balsas.)
En la Montaña la Consulta se realizó a través de asambleas según usos y costumbres. Aquí se reunieron en privado los zapatistas y los miembros de las comunidades indígenas con sus autoridades al frente. La Brigada India Tlapaneca, integrada por muchas organizaciones sociales y miembros del Consejo Guerrerense 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, avanzó de la Costa Chica hasta Zapotitlán Tablas pasando por el municipio de Acatepec, municipio perretista que consigna en sus actas la mayor votación en el estado: 18 mil 768 participantes. A este siguió Chilapa también región india, en el centro del estado, con 10 mil 027, después Acapulco con 9 mil 689, Chilpancingo con 8 mil 866. Otros municipios con más de cinco mil participantes fueron Acatlán y Malinaltepec en la región indígena y montañosa de la Costa Chica.
El estado totalizó 120 mil 236 participantes. Lo que es necesario decir es que cada uno de esos votos (si así pudiéramos llamarlos), representan la participación de un o una guerrerense conscientes y dispuestos a cambiar la situación por la que atraviesa la gran mayoría del pueblo. Esa participación que se logró sin recursos, sin aparato de ningún tipo, sin organización previa estatal, representa poco más de la tercera parte del total de votantes en la elección estatal de 1993, suficientes para dar la gubernatura al cacique cuyo nombre preferimos no mencionar.
Para muchos guerrerenses este fue el primer encuentro con los zapatistas y un gran recuerdo, pero solamente el primero. Vendrán muchos encuentros, estaremos a la espera de ellos.