n Esta que habita mi cuerpo, nuevo material discográfico de la cantante


Pecanins: experimentar es sentirme libre de hacer las cosas a mi manera

n Se hizo cómplice de poetas, músicos y bailarinas para rendir tributo a lo que nos hace visibles

Raquel Peguero n Cuatro preludios y una sola voz, la de Betsy Pecanins para cantarle al cuerpo no desde ''la carencia sino desde la abundancia": de determinación, conocimiento, dolor y amor. Porque eso es su nueva producción discográfica, Esta que habita mi cuerpo, en la que cuenta con la complicidad de poetas, músicos y hasta bailarinas para rendir tributo a eso que nos enfunda y da forma visible.

Para hacer este disco, Betsy Pecanins se inspiró en el libro de su hermana Yani, Este que habita mi cuerpo, que le regaló hace algunos años y que le ''conmovió". Su idea fue ''partir de mi historia porque todos tenemos una historia propia con el cuerpo; porque, además, el tema tiene mucho que ver conmigo. Por las características de mi voz y de cómo canto, busqué componer la música; siempre me ha gustado hacerlo, pero también trabajar con amigos que me escribieran las letras, para ello recurrí a poetas con los que he trabajado, como Carmen Boullosa y David Huerta, y con otros nuevos como Miriam Moscona y Jaime Moreno Villarreal".

Una forma de permanecer

El trabajo se dio de manera paulatina. Primero nació como un espectáculo que presentó en el Festival Internacional Cervantino en 1995, con la asesoría de su primo Walter Doehner, cuya colaboración ''fue importantísima pues, incluso, terminó dirigiéndolo". No obstante que siempre tuvo en mente grabar el disco, en el camino a su grabación se le atravesaron tres CD: ''La travesura'' dedicada a los Beatles; uno de género, ''porque los géneros están en mi alma", que es El efecto tequila, y el de dúos que hizo con Guillermo Briseño, que de cierta forma eran prioritarios ''no sólo para la disquera sino también para mí". Así, cuatro años después de aquella experiencia cervantina, por fin logró hacer el disco con esa música que a lo largo de este tiempo fue ''cambiando un poco en los arreglos, lo actualizamos y hay ciertas cosas que no hice entonces y quedaron pendientes, pero que dio como resultado un disco más redondo porque después de darle tantas vueltas a lo mismo acabas por pulirlo muchísimo".

-ƑCuáles son los cambios sustanciales?

-El primero es una canción dedicada a mi hija Tessa, que no la tenía y siempre pensé que hacía falta. La relación con un hijo es algo que tiene mucho que ver con tu cuerpo, no sólo por el cuerpito que llevas adentro, sino por el que está afuera. Por eso se llama Dentro y fuera: su cuerpo, de alguna manera, se vuelve tu cuerpo porque lo conoces mejor que el tuyo. Es una manera de permanecer, algo que te mantiene vivo, sano y saca de ti eso que te faltaba. Otro cambio es que el concierto lo hicimos con tres músicos, piano, percusión y guitarra. Dimitri Dudin hizo los arreglos -un trabajo espléndido-, pero en el disco amplié la idea, no me basé en una sola dotación musical ni en un solo arreglista. Me interesó darle matices y diferentes colores, porque finalmente el disco está unido por el cuerpo y éste no es una sola cosa, tiene muchos momentos y contrastes y lo pudimos realizar aquí porque este es un disco temático, dentro de él hay blues, canción contemporánea mexicana, experimento, muchas cosas, pero no es un proyecto de género donde buscas con lo que más te identificas y puedas fusionar.

-ƑAquí estás más cerca de lo que buscas en cuestión experimental?

-En algunas cosas sí. Hay un trabajo que hice con Vico Gutiérrez, La memoria del cuerpo, que tiene texto de Moscona, en el que yo ya había hecho una versión con algunos sonidos del cuerpo y, partiendo de eso, aquí lo volvimos a hacer pero con todos esos sonidos. Como Vico maneja muy bien las computadoras pudimos grabar y hacer un experimento más extenso con la ayuda de la tecnología y las aportaciones de este gran músico. Jugamos a experimentar con muchas cosas y a disfrutarlo muchísimo porque nos reímos todo el tiempo, encerrados en el estudio de grabación, haciendo cualquier sonido desde trompetillas hasta risas, suspiritos, todo. Vico le entró e hizo sonidos padrísimos porque era un poco como desinhibirse, algo tan importante para el cuerpo. Igual nos sucedió con Pilar Medina, con su zapateado, sus palmas y sus castañuelas. No pretendo cantar español ni la canción lo es, pero con ese acompañamiento me pareció que le daba un toque a esta parte española y me permitía experimentar -algo que me gusta mucho- porque es la base de la creatividad: sentir que tienes la libertad de hacer las cosas a tu manera.

 

Conjunción de esfuerzos

 

-ƑCómo trabajas con los poetas?

-Primero hablamos sobre qué queríamos decir y después ellos me traían un texto que yo empezaba a trabajar. Nos juntábamos y les decía ''me falta esto: una repetición, un coro; esto me sobra o me gustaría abarcar más esto o insistir más en esta idea". Su colaboración fue vital: Guillermo Briseño me hizo tres canciones muy padres, muy ad-hoc respecto de cómo queríamos hablar de la perfección y la no-perfección, incluso escribió la canción que danombre al disco. Como Moreno Villarreal también es músico hizo dos canciones muy bonitas, Espina, que es la que más me llega por lo que habla de la columna vertebral, y la dedicada a mi hija. A David Huerta -amigo entrañable- le pedí la del corsé ortopédico, Milwaukee, porque es un nombre que me encanta; nunca usé el corsé, pero sí otros menos aparatosos. Javier Sicilia hizo Cuánto te quisieron, muy hermoso pero no elaboré la canción con él, sino que partí de su texto y así salió uno bastante cantable, al que se me antojó mucho hacerlo con el sonido de La danza de la vida, de Pilar Medina.

-ƑSiempre le das el toque final a cada tema, es decir, concluye cuando tú dices o es una decisión conjunción?

-Es una conjunción de esfuerzos, hay muchos músicos, hay arreglos hechos con la banda con la que he trabajado estos últimos tiempos, los de Felipe Souza, un espléndido guitarrista que colaboró muy cerca e hizo todas las guitarras, pero además me ayudó en la dirección musical. Está el trabajo de Arturo Márquez, un maravilloso músico y hay que contar también a Vicente Rojo Cama que aportó los preludios.

 

Respetar y valorar el talento

 

-Con tu aspecto dulce, me da la impresión que eres medio dictadora.

-Qué te cuente Beto Blanco, que esta vez no participó, pero decía: ''No me entienden, son canciones, no poemas" y me decía que los tenía a ''pan y agua". Sí soy medio tremenda, pero no tanto. Con el tiempo aprendí a no dejarme, porque debes tener las riendas de tu vida y tu trabajo, sobre todo en la música. A veces por querer ser buena onda o tener miedo de imponerse las cosas no salen. Hay que saber agradecer, respetar y valorar el talento y el buen gusto de los demás, no convertir eso en un juego de poder, sino estar abiertos a las opiniones.

-En tu disco, Ƒqué rol juega el erotismo?

-Tiene un sitio y es fundamental porque es la gran compensación y es una parte de reconocerte, de mirarte en los espejos y de aprender a verte, conocer y querer tu cuerpo. Una vez hablaba del cuerpo y una persona me dijo: ''bueno, el cuerpo muy bien, y el espíritu qué". Le respondí que si no te puedes ver en el espejo ni aceptarte con tu cuerpo que además no lo escogiste, pero es tu compañero inseparable, si no aprendes a quererlo es difícil trabajar para adentro toda esta parte intelectual, espiritual y del alma. Hay cuatro canciones que toman esa parte: la primera es un texto de Boullosa que es el acto amoroso, Rompecabezas; la segunda es un poema de Huerta, Lumbre de amor, que es la canción más vieja del disco, una de las primeras que hice con David y nunca la había grabado. La tercera es de Briseño, Ni más ni menos, que es la cachondería y es el albur, es medio feminista y la última es de Javier Sicilia, que habla de la vejez y en la que recuerda cuánto quisieron a ese cuerpo, cómo pudo gozar y cómo dio placer a otros. Por eso el erotismo esta ahí, porque las sensaciones están a flor de piel

 

Contar desde la abundancia

 

-Hacer este disco, Ƒcómo fue para ti, a nivel corporal?

-Sabes que tengo una historia difícil con el cuerpo: sufrí varias operaciones, tuve broncas con mi columna, pero nunca he querido usarlo ni hablar de esto porque se presta a la sensiblería barata, al amarillismo y a eso que no me interesa ''de pobrecita". Pasando de todo he hablado poquísimo del cuerpo, pero ahí esta la lucha por estar viva, sana y por tener un cuerpo que me recuerda siempre que lo tengo. El blues que canto, esta cosa musical que tengo está basado en esta historia del cuerpo y de alguna manera quería contarla. No se trata de contar una historia trágica, terrible ni mucho menos, sino contarla como yo quiero: no desde la carencia sino desde la abundancia. Y de esta manera el disco está dividido en cuatro partes: una que habla de la definición y el reconocimiento ante los espejos; la segunda que habla del dolor, la enfermedad, de la no-perfección; la tercera que habla del amor y la gran compensación que tenemos de gozar y amar: el deseo; y, la última, que es la pasión por las cosas, la vida, lo que haces, tus hijos y eso te mantiene vivo y fuerte. Desde luego el disco no es una sesión de psicoanálisis -ya tuve mis sesiones tiempo atrás con una maravillosa terapeuta-, ahora es como una historia que sí la gozo y sí me duele y en la que hay canciones que me cuestan más que otras pero, finalmente, no las canto desde el lamento ni la carencia. Para mí, lo importante es tener la capacidad de nacer todos los días y de estar consciente de que estoy viva.

(Esta que habita mi cuerpo será presentado por Betsy Pecanins, mañana miércoles, a 19:30 horas en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, Justo Sierra 16, Centro Histórico.)