La Jornada martes 13 de abril de 1999

OBJETIVOS CIVILES

Lo que en un principio fue anunciado como una campaña de la OTAN para destruir la infraestructura militar del gobierno yugoslavo y para obligar, por esa vía, a que Belgrado suspendiera la agresión contra los kosovares de origen albanés, ha degenerado, en los 20 días transcurridos desde los primeros bombardeos, en un operativo de arrasamiento de Yugoslavia, Kosovo incluido.

En ese lapso, la Alianza Atlántica ha atacado, cierto, objetivos específicamente militares, como centros de mando y comunicaciones, radares y baterías antiaéreas, cuarteles, oficinas castrenses y policiales, depósitos de municiones y combustibles y formaciones de vehículos, entre otros. Además, los aviones de la OTAN han destruido blancos que, si bien pueden considerarse de valor estratégico, como centrales telefónicas, puentes, aeropuertos, fábricas, centrales térmicas y refinerías, resultaban de gran importancia para la vida civil. Acaso la devastación de esta infraestructura reduzca la capacidad ofensiva de las fuerzas de Milosevic, pero al mismo tiempo provoca un severo e inmediato deterioro en la calidad de vida de la población y agrava la economía del país, que ya antes del conflicto se encontraba en una circunstancia ruinosa debido a las sanciones económicas impuestas por Occidente. Estos ataques rebasan, con mucho, el propósito enunciado por la alianza atlántica de forzar a Milosevic a aceptar las condiciones dictadas por las potencias occidentales para imponer una solución en Kosovo, y se constituyen como una injustificable agresión contra los yugoslavos en su conjunto.

Por desgracia, la agresión no se detiene en la destrucción de blancos civiles de interés estratégico. En varias ocasiones, los bombardeos de la OTAN han sido dirigidos, "por error", contra zonas habitacionales o, como ocurrió ayer, contra un tren que transportaba civiles, con las consiguientes matanzas de inocentes.

Hay motivos para dudar de que se haya tratado de simples equívocos. La propia propaganda de Occidente ųla de Estados Unidos, en primer lugarų ensalza en forma permanente la supuesta precisión de sus instrumentos bélicos: bombas guiadas por láser, misiles que utilizan un sistema de posicionamiento de satélite para trazar su ruta y escoger su blanco, proyectiles que siguen la trayectoria que les marcan las estaciones de radar del enemigo. Tal vez se magnifique la fiabilidad tecnológica de los arsenales estadunidenses y europeos, pero el hecho es que durante la guerra contra Irak, hace casi una década, los únicos dos "accidentes" reconocidos entonces por el Pentágono ųel bombardeo a un refugio de civiles en Bagdad y la destrucción de un vehículo de transporte de infantería estadunidense por aviones de esa misma nacionalidadų no fueron producto, se argumentó, de fallas técnicas, sino de errores humanos de apreciación.

Finalmente, si se juzga las consecuencias de las acciones bélicas de la OTAN contra Yugoslavia, no tiene ninguna importancia que hayan estado dirigidas, o no, contra objetivos de valor estratégico, o que hayan sido involuntarias o no: han dejado, en todos los casos, un saldo de muerte, destrucción, sufrimiento humano y agravio que no será fácil superar, y han empeorado en grado sumo la condición de los kosovares de origen albanés a quienes, supuestamente, se pretendía defender. Cabe esperar que los dirigentes de la alianza atlántica cobren plena conciencia de ese resultado vergonzoso y ordenen el inmediato cese de los bombardeos.