n Imposible excluir la posibilidad de que haya víctimas, dice la alianza
Se impacta misil de la OTAN con un tren de pasajeros; 10 muertos
n Antes de que se extienda a Europa, la guerra de Kosovo debe ser arrancada de raíz: Bill Clinton
Dpa, Reuters, Ap, Xinhua y Afp, Belgrado, 12 de abril n Un misil de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se impactó este lunes contra un tren de pasajeros que pasaba sobre un puente en Grdelicka Klisura, y ocasionó la muerte de 10 personas y otras 16 quedaron heridas.
Mientras, los ministros de Relaciones Exteriores de los 19 países de la alianza declararon que continuarán su acciones militares hasta que el presidente de yugoslavo, Slobodan Milosevic, ceda a las exigencias de la comunidad internacional, al tiempo que el mandatario estadunidense, Bill Clinton, reiteró su oposición a enviar tropas terrestres a Yugoslavia, y advirtió que la guerra de Kosovo debe ser arrancada de raíz antes de que se extienda a Europa.
La OTAN reconoció en Bruselas haber bombardeado un puente ferroviario en la ciudad de Grdelicka, a 30 kilómetros de Belgrado, "en el cual, o cerca del cual", había un tren "que los aparatos de la alianza no tenían la intención de alcanzar".
En un comunicado, la OTAN aseguró que ese puente era una de las más importantes líneas de abastecimiento de las fuerzas de seguridad y militares de Yugoslavia en Kosovo, y aunque recordó que han tomado medidas extraordinarias para evitar "daños colaterales", dijo que "desgraciadamente no se puede excluir la posibilidad de que haya víctimas" en este tipo de operaciones.
Fuentes hospitalarias en la zona del ataque informaron que 10 personas murieron luego de que el misil destruyó dos vagones del tren, cuyo trayecto atraviesa Kosovo y Macedonia, en tanto que los lesionados fueron trasladados a un hospital de Leskovac.
También, durante otro ataque de los aliados, anoche, a la fábrica de automóviles de Zastava, en Kragujevac, resultaron heridos 36 obreros, indicó la agencia oficial yugoslava Tanjug, que precisó que nueve proyectiles cayeron sobre la fábrica, la cual ya había sido bombardeada el jueves anterior con resultado de 123 lesionados.
En Pristina, capital de Kosovo, se escucharon nueve explosiones anoche, mientras los ataques también estuvieron dirigidos esta mañana a la fábrica de Yugo, al parecer también de vehículos ųparte de un complejo industrial que también produce armasų, una central de calefacción, y una fábrica de maquinaria pesada, y según Tanjug los daños fueron considerables y hubo varios heridos.
La aviación de la OTAN bombardeó, ya la madrugada del martes, la refinería de petróleo en Novi Sad, y otra en Pancevo ųatacada también la noche del domingo al lunesų acciones que fueron replicadas por la artillería aérea yugoslava, señaló Tanjung.
En Washington, el Pentágono aseguró el lunes que la capacidad yugoslava de refinar petróleo está completamente destruida, aunque señaló que Belgrado aún cuenta con una considerable reserva de combustible.
La organización continuó por la madrugada de este martes sus ataques contra Serbia, en tanto que en Belgrado se escucharon cinco explosiones.
Un responsable de la OTAN dijo en Bruselas que los aviones aliados efectuaron desde el pasado 24 de marzo unas 6 mil salidas por parte de 560 aviones, y habrían logrado destruir más de 60 por ciento de las vías de comunicación en Kosovo, así como entre 50 y 70 por ciento del petróleo, pero reconoció que la defensa antiaérea serbia sigue siendo un factor de amenaza.
Igualmente, la OTAN ha transmitido por radio y televisión en Yugoslavia desde aviones estadunidenses los últimos 10 días, en una operación de guerra sicológica que no ha tenido mucha repercusión, dijeron funcionarios del Pentágono.
Seguirán los ataques hasta que cumpla Belgrado
En Bruselas, la OTAN declaró que continuará sus ataques aéreos hasta que Belgrado cumpla con las exigencias de la comunidad internacional, al tiempo que intentaba que Rusia y la ONU desempeñen un papel más activo en la búsqueda de una salida a la crisis de Kosovo.
Tras un encuentro de los ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros de la OTAN, convocada por la secretaria estadunidense de Estado, Madeleine Albright, la alianza aclaró que el objetivo prioritario es el regreso de los desplazados a Kosovo y su protección por medio de una tropa internacional de paz.
"Milosevic pierde, y sabe que lo está haciendo", declaró a su vez el secretario general de la organización, Javier Solana, tras denunciar las "prácticas bárbaras" de los serbios en la provincia de Kosovo, pero afirmó que la alianza tiene la justicia y el derecho de su lado.
Durante una rueda de prensa, Solana puntualizó que "mantendremos nuestra posición militar hasta que Milosevic retroceda", y manifestó que todos los aliados condenaron la utilización de los refugiados para desestabilizar la región de los Balcanes.
En entrevista con el diario español ABC, Solana dijo, por otro lado, que una de las lecciones del conflicto en Bosnia-Herzegovina es que había que actuar rápidamente en Yugoslavia.
Sin embargo, Yugoslavia también se mantuvo desafiante y advirtió que los ataques deben terminar y que aún entonces no dialogará directamente con la OTAN. Borislav Milosevic, hermano del presidente yugoslavo y embajador de Belgrado en Rusia, demandó el cese de las acciones de los aliados y entonces, reiteró, se podrían encontrar caminos para regresar al proceso político, pero no con los "agresores, no con el ahora difunto Grupo de Contacto".
Expresó que podrían encontrarse otros mecanismos de negociación y dijo que Rusia puede desempeñar un papel clave en la solución del conflicto.
Por aire derrotaremos a Milosevic
De su lado, el presidente Clinton insistió en que los ataques aéreos terminarán por derrotar al presidente yugoslavo, pese a las críticas de quienes consideran la necesidad de enviar tropas terrestres.
"No queremos que soldados estadunidenses mueran en grandes números en campos de batalla distantes, porque nosotros ya nos apartamos de esas atrocidades étnicas, religiosas y raciales", declaró el mandatario durante una revista de tropas en la base aérea Barksdale, en Louisiana.
Luego calificó el sufrimiento de los albano-kosovenses como "tragedia humana que nos afecta a todos", y dijo que Estados Unidos tiene el deber de detener la crisis antes de que se extienda por toda Europa.
Los líderes del Congreso, en tanto, apoyaron las operaciones militares contra Yugoslavia, tras una reunión con Clinton, aunque el presidente del comité de las fuerzas armadas en el Senado, John Warner, insistió en que los estados mayores militares deberían comenzar a establecer planes para una intervención terrestre en Kosovo.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, William Cohen, que acompañaba a Clinton, sostuvo que los nuevos ataques de la OTAN han arrojado resultados devastadores para las fuerzas militares yugoslavas, e indicó que los ataques están ahora destinados a puestos militares, cuarteles, centrales y fuerzas en el terreno, luego de comentar que además de las deserciones entre las filas militares, existen evidencias de que los serbios se resisten a ser alistados.
Por otro lado, el presidente del gobierno español, José María Aznar, respaldó la posición de la ONU, cuyo secretario general, Kofi Annan, quien está de visita en España, aceptó la posibilidad del envío de tropas terrestres a Kosovo, aunque no lo confirmó abiertamente, mientras el ministro español de Defensa, Eduardo Sierra, expresó que la OTAN considera capturar al presidente Milosevic si éste fuera declarado criminal de guerra, para lo cual, expresó, La Haya está buscando pruebas.
Mientras, Madeleine Albright se reunió en Bruselas con Jakup Krasniqi, representante del separatista Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), quien pidió una vez más armas a Estados Unidos o una intervención de tropas terrestres.
La funcionaria rechazó tal pedido debido al embargo impuesto por la ONU en la antigua Yugoslavia, dijo un responsable, pero Albright prometió seguir enviando ayuda a los refugiados y a los desplazados como consecuencia de los bombardeos de la OTAN.
Krasniqi, portavoz del gobierno provisional de Kosovo, formado por el ELK y no reconocido por organizaciones moderadas de albano-kosovenses, sugirió que los refugiados kosovenses sean mantenidos lo más cerca posible de su tierra.
En tanto, Madeleine Albright indicó que la OTAN requiere de paciencia y perseverancia en lo relativo a los ataques aéreos, segura de que a mediano o largo plazo, Milosevic sentirá la presión.
Mientras, unos tres mil albaneses de Kosovo llegaron a Albania provenientes de toda Europa para luchar contra las fuerzas serbias, informó la autoridad del principal puerto albanés, Leonidja Gjermeni.
Por su parte, el periódico New York Times reveló que 300 personas de origen albanés, entre ellas varias mujeres, partirán esta semana de Estados Unidos hacia Europa con la misma finalidad.
n Alianza de Atenas, Moscú y Belgrado contra Ankara
Los bombardeos contra Yugoslavia complicarían la situación en Chipre
Guillermo Almeyra, especial para La Jornada, Nicosia n El ex presidente de Chipre, Spyros Kiprianou, retornó derrotado tras haber luchado desesperadamente en Yugoslavia para lograr al menos una tregua en el ataque de la OTAN que amenaza con extender el conflicto a toda la región. Allí fue por tres razones: porque es socialista, y socialistas son la mayoría de los gobernantes de la OTAN, salvo Clinton; porque es nacionalista, y nacionalista es Slobodan Milosevic, el serbio cuya política suicida permitió y favoreció la agresión a su pueblo, y, sobre todo, porque pertenece a un pequeño país, despedazado desde hace 25 años con el beneplácito de Estados Unidos. Como todo chipriota, Kyprianou es consciente de que los aliados internacionales en la zona contra la amenaza turca son Grecia, Yugoslavia y Rusia (o sea, los tres blancos de la operación de la OTAN), y sabe también que una tercera guerra balcánica y, peor aún, un conflicto generalizado, acabaría automáticamente con lo que queda de la independencia de Chipre, país que desde la ocupación de la mitad de su territorio hace ya un cuarto de siglo sobrevive como un condenado a muerte con pena suspendida.
En efecto, el oprobioso Muro de Berlín cayó pero sigue existiendo otra capital europea dividida en dos. Nicosia, la bella capital de Chipre vive desde 1974 el drama de la ocupación turca de su mitad Norte. Si uno pasea por su avenida principal al cabo de unas cuadras topa repentinamente con una muralla que la corta. Bajo la mirada vigilante de los soldados greco-chipriotas que la custodian desde unas torretas, es posible subir a un mirador para mirar "el otro lado", que está separado por una franja desmilitarizada. Allí, entre oxidados alambrados de púa, desde hace un cuarto de siglo se derrumban lentamente los negocios y las casas y en las banquetas abandonadas crecen los matorrales y generaciones de gatos semisalvajes cazan ratas y culebras que anidan en los establecimientos en ruinas abandonados precipitadamente cuando lustros atrás llegó el invasor. De la parte "de allá" flotan sobre casas y murallas la bandera roja de la medialuna junto a una bandera del seudo Estado turco-chipriota (que las Naciones Unidas no reconocen). La vieja catedral quedó así sin fieles en la parte ocupada por los turcos mientras una famosa mezquita, en cambio, subsiste en la parte sur de la ciudad que es hoy casi exclusivamente greco-chipriota. Esta separación casi total entre las comunidades es lo más atroz de la ocupación turca de la parte Norte de Nicosia desde la invasión en 1974 a la República de Chipre.
La invasión acabó con la convivencia intercomunitaria
En Chipre convivían musulmanes y cristianos ortodoxos, católicos, maronitas, armenios y el país tenía un presidente greco-chipriota y un vicepresidente turco- chipriota y representación parlamentaria de ambas comunidades. Pero Turquía, que inauguró este siglo con el genocidio de casi un millón de armenios (la cifra exacta no se sabrá nunca) y siguió después con la "limpieza étnica" en Anatolia en los años veinte expulsando a los griegos que allí vivían desde milenios, aplicó también en Chipre en 1974 una brutal política de transformación demográfica y étnica. En efecto, tal como hizo y hace Israel en Palestina, tal como ha sucedido en las ex repúblicas yugoslavas, Turquía impuso a los cientos de miles de ocupados la expulsión de sus hogares y tierras, que pasaron a manos de colonos y soldados asiáticos llegados de Anatolia. Los greco-chipriotas tuvieron que concentrarse en el sur de la república, donde tratan de construirse un futuro bajo la amenaza constante de una ocupación total por el ejército invasor. Desde la llegada al aeropuerto de Larnaca uno puede ver ondear la bandera turca en la cima de todas las colinas y montañas que dividen la isla y observar los puestos turcos fortificados y la estrecha franja de la tierra de nadie que controlan los "cascos azules" de la ONU. Además, al llegar a la capital y para que no queden dudas, lo primero que se ve es una inmensa bandera turca esculpida por los ocupantes en el flanco de la montaña en la que se apoya Nicosia. Esa visión cotidiana recuerda a los chipriotas que sólo viven una tregua en una guerra latente pues, al igual que su aliado Israel, Turquía ha desconocido todas las sucesivas y reiteradas resoluciones de las Naciones Unidas e incluso los pocos compromisos firmados con el gobierno chipriota por los dirigentes de Ankara o por Raf Denktash, el ex vicepresidente turco-chipriota.
La última y larga fase del drama de Chipre comenzó el 15 de julio de 1974 cuando, estimulados por la junta militar fascista que gobernaba entonces a Grecia, algunos militares nacionalistas derechistas organizaron un golpe de Estado que depuso al presidente, el arzobispo nacionalista Makarios. Turquía aprovechó entonces para invadir la isla y ocupar 38 por ciento de la misma obligando a huir a 200 mil greco-chipriotas, que abandonaron las tierras donde vivían desde hacía 3 mil 500 años. Los desplazados constituyen más de un tercio de la población greco-chipriota actual. Los casi mil 500 desaparecidos, cuyo paradero o fin se ignora, equivalen a 1.5 por ciento de la población adulta de la parte ocupada. Desde entonces ambas comunidades, que siempre habían convivido, no pueden mantener contactos entre sí y salvo en muy contadas ocasiones no pueden visitar sus regiones de origen ni ir a sus santuarios respectivos. En cuanto a los turco-chipriotas (que eran 150 mil cuando la invasión) se han visto obligados a emigrar y hoy sólo llegan a 60 mil. Colonos de Asia Menor (80 mil) y 40 mil soldados invasores ocupan hoy fértiles zonas agrícolas dejadas baldías mientras grandes e importantes ciudades griegas están abandonadas y en ruinas.
Una herida sangrante
La ocupación turca es una herida abierta. Turquía ocupa la isla con un décimo de sus fuerzas de tierra. Los turcos son casi 62 millones de habitantes, contra una población greco-chipriota cien veces menor y Ankara es una potencia militar respaldada por Estados Unidos, pues tiene un ejército más numeroso que el de Alemania o el de Francia (507 mil 800 contra 339 mil 900 y 409 mil, respectivamente). Eso hace que la Guardia Nacional greco-chipriota (hombres y mujeres) represente 1.5 por ciento de la población, pues la república se ve obligada a tener bajo las armas a cerca de13 mil ciudadanos a un costo muy alto (el país gasta en su defensa casi 5.5 por ciento de su producto interno bruto, contra 9.4 por ciento en Israel, pero el gasto por habitante es muy superior al israelí) y a comprar costosísimo armamento. Todos, por otra parte, hasta los 60 años son reservistas y hacen ejercicios bélicos semanales con armas pesadas que conservan en sus casas.
Además, Turquía sigue amenazando con ocupar toda la isla (lo hizo cuando hace algunos meses Chipre quiso comprar cohetes rusos tierra aire para su defensa) y eso hace que la vida cotidiana de los greco-chipriotas esté sometida a una violencia y a una tensión constantes. Desde lejos ven sus casas y sus propiedades ocupadas y, en febrero de 1995, el ilegal "gobierno" de la zona ocupada que sólo reconoce Turquía anunció que distribuiría "títulos de transferencia" de las propiedades de los greco-chipriotas obligados a refugiarse en el sur y que no pueden volver a sus lugares natales ni siquiera para un entierro. En agosto de 1996, una manifestación pacífica de motociclistas a lo largo de la "tierra de nadie" concluyó con el asesinato a palos de un greco-chipriota y 41 otros heridos por los soldados turcos y los miembros de la organización fascista turca Lobos Grises. El entierro del apaleado, días después, fue tiroteado por los turcos, que mataron otro greco-chipriota e hirieron a otros once y a un soldado de la ONU. Nicos Theodosiou, presidente del Comité Panchipriota de Desaparecidos y Prisioneros no Declarados y Takis Christopoulos, comisionado presidencial para los Asuntos Humanos, recuerdan al respecto que los turcos jamás cumplieron los acuerdos que habían firmado respecto a la información sobre los desaparecidos y dicen que los greco-chipriotas que quedaron enclavados en la zona ocupada por los turcos son apedreados, sólo tienen escuela primaria, carecen de iglesias y no pueden volver a sus casas si salen de la zona y, por eso, de los 22 mil que resolvieron no escapar cuando la invasión, ahora sólo quedan 500.
En la zona ocupada, dice Pavlos Diglis, dirigente político y ex parlamentario, las mafias turca y rusa hacen negocios de oro, pues no hay ningún control y la ocupación se convierte así en una oportunidad comercial multimillonaria para la venta de armas y droga desde Turquía hacia los Balcanes, y permite el enlace entre la mafia rusa (que tiene un próspero tráfico de eslavas hacia Chipre), la turca, la albanesa y la italiana.
De este modo, y a pesar de que, como nos recuerda la poeta turco-chipriota Nese Yasin, entre los turco-chipriotas hay partidos de izquierda e intelectuales favorables a una convivencia pacífica con los grecochipriotas en el marco de una federación multiétnica y multicultural (como la importante revista bilingüe HADE-XATE), Ankara y los derechistas turco-chipriotas que controlan el "gobierno" de Raf Denktash trabajan, en realidad, para la segregación definitiva de la isla en dos entidades, o incluso para su anexión a Turquía y se niegan a aceptar las resoluciones y exhortaciones de la ONU.
Una bomba en el Cercano Oriente
Chipre se ha convertido de este modo en una bomba de tiempo. El conflicto turco-ruso reaparece y, con él, el conflicto entre Turquía, como potencia regional mediterránea, y Grecia. La República de Chipre quiso comprar cohetes para defenderse y Turquía amenazó con bombardearlos e, implícitamente, con un conflicto con Grecia, que tiene un pacto de defensa con Chipre e instaló ahora los cohetes en Creta. Turquía enfrenta a Grecia también por el problema del Mar Egeo (y del petróleo subyacente) y con su política de apoyo indirecto a Albania y a la aspiración de la Gran Albania amenaza a Grecia con una tenaza. El predominio de los militares y de la derecha en la vida política turca traba por otra parte los esfuerzos de los greco-chipriotas y de los griegos por encontrar aliados entre los turco-chipriotas y los turcos (pues el régimen turco reprime las oposiciones). Eso, desgraciadamente, fomenta igualmente el nacionalismo chovinista y la derecha también entre los griegos y dificulta una solución federal y multicultural al problema chipriota, que se convierte así en una herida gangrenada en una región donde ese tipo de problemas son abundantes y peligrosos.
Desgraciadamente, la isla de Venus está hoy bajo el signo de Marte, el dios de la guerra, obtuso y sanguinario. Y la imagen de Chipre, esa isla paradisiaca, corre el peligro de reflejar la de la hermosa ciudad de Famagusta, con sus sitios arqueológicos sólo barridos por el viento, con sus playas desiertas, sus rascacielos en ruinas, las mesas de los bares aún tendidas con los manteles que se desgarran con las lluvias y se blanquean bajo el sol o su ropa lavada en las terrazas esperando a sus dueños que miran desde lejos, con binóculos. Terrible nostalgia y gran angustia, el paraíso perdido que quién sabe si recuperarán.