n Masiva reducción del empleo, alerta Thomas
Caos, tras la privatización eléctrica en Gran Bretaña
Fabiola Martínez n La privatización de la industria eléctrica en Gran Bretaña, cuya estrategia ''fue copiada'' por funcionarios del país para impulsar la reforma en México, ''representa un proceso inevitablemente caótico y confuso'', señaló Steve Thomas, del Programa de Energía de la Universidad de Sussex, Inglaterra.
A casi una década de las modificaciones estructurales aplicadas en territorio británico, el especialista advierte que hay el riesgo de que ''un puñado de gigantes internacionales dominen a este sector, lo que perjudicará a los consumidores y a la soberanía nacional''.
Thomas es opositor a Stephen Littlechild, ex funcionario de la oficina de Regulación Eléctrica de Gran Bretaña, quien fue invitado en enero al seminario Desafíos y opciones para el sector eléctrico mexicano: qué podemos aprender de la experiencia internacional, organizado por la UNAM y la Secretaría de Energía.
De 1989 a 1998, Littlechild diseñó la reforma del sector eléctrico inglés, incluidas las licencias, revisión de controles de precios de los mercados monopólicos y la promoción de mayor competencia en generación eléctrica, entre otros aspectos, coordinados por un grupo de 230 personas y un presupuesto de 20 millones de dólares.
''Las explicaciones del ex funcionario británico fueron atendidas de manera especial por los asesores de la Secretaría de Energía y está claro que de ahí copiaron el proyecto de restructuración para México'', comentó Norma Leticia Campos Aragón, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la UNAM y participante en el seminario.
Las apreciaciones de Steve Thomas en su ponencia El futuro de los mercados de la electricidad, Ƒuna economía de mercado que realmente funciona o una oligarquía en ciernes?, serán publicadas el 22 de abril en la revista Problemas del Desarrollo, órgano oficial de difusión del IIE.
En este trabajo, Thomas asegura que a casi diez años de la privatización, se han alterado radicalmente casi todos los métodos de la industria británica; ''se ha dado una reducción masiva del empleo, especialmente en la de generación eléctrica''.
Además de ello, se abandonaron los programas de investigación y desarrollo y de los departamentos de planeación central, mientras ''la nueva denominación de los empleados, a quien ahora se les llama contratistas, se basan en genuinos mejoramientos de productividad''.
Señala que los consultores del modelo británico ''han estado activos en todo el mundo, vendiéndoselo a las naciones en desarrollo, lo cual representa un negocio mezquino''. Y es que, agrega Thomas, no está claro lo que significa la privatización británica, pero sí implica una estructura ''desintegrada'', con libre competencia en la generación de electricidad y venta de servicios al menudeo.
Igual que en México, el principal argumento para privatizar la industria en Gran Bretaña fue el énfasis en las presuntas desventajas de la propiedad pública y en las ''virtudes'' de los mercados competitivos. Así, el modelo inglés separó la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía ųcomo se pretende hacer en el paísų, entre otras estrategias ya aplicadas, por ejemplo, en Argentina.
Actualmente, agrega el investigador, ocurren en el sector eléctrico de Gran Bretaña diversos problemas estructurales, como la eliminación gradual del subsidio a la generación en nucleoeléctricas, hidroeléctricas y para la explotación de carbón. Respecto al decremento de los precios al consumidor, explica que ello ha sido posible por la reducción de los precios del gas y el carbón, más que por los beneficios de la competencia.
En suma, concluye Thomas, ''el carro del liberalismo ya no puede detenerse y las grandes compañías de servicios públicos de Estados Unidos y Europa ya dominan las industrias de suministros de energía de las naciones en desarrollo... No hay lógica industrial detrás de un sector eléctrico global altamente concentrado, pero sí severas desventajas competitivas y regulatorias''.