MAR DE HISTORIAS

Aurea

n Cristina Pacheco n

 

AUREA: Señorita: Ƒusted me dirá en qué momento comience a hablar? (Ríe nerviosa) Van tres veces que se lo pregunto, pero compréndame: nunca había hecho esto.

TELEFONISTA: No se preocupe. Mi trabajo consiste en atender a las personas que nos llaman. Mire: cuando el Doctor Cupido vaya a tomarle la llamada contaré despacito del uno al cinco. En ese momento usted dirá: "Buenas tardes, soy Fulana de Tal. Entonces el Doctor Cupido comenzará a entrevistarla.

AUREA: ƑTendré que decir mi nombre verdadero?

TELEFONISTA: Si no quiere, póngase un seudónimo.

AUREA: Mejor me dejo el mío, total: no soy la única Aurea que hay en México.

TELEFONISTA: Ni tampoco la única que llama al programa. Aquí a diario hablan decenas de mujeres que necesitan contarle sus problemas a alguien. (Suspirando) Si viera qué consejos tan lindos les da el Doctor Cupido. (La rúbrica musical del programa radiofónico interfiere con su voz) Tenemos un corte comercial.

AUREA: (En tono más alto). ƑCuelgo o qué hago?

TELEFONISTA: No, espere. Ahorita viene nuestra cápsula deportiva, después otro bloque comercial, lectura de llamadas y enseguida entrará usted. Calcule cinco o seis minutos.

AUREA: Qué bueno, porque así me tranquilizo un poco. (Se lleva la mano al pecho) Temo que alguien vaya a oírme y a reconocer mí voz.

TELEFONISTA: (Riendo con franqueza) Pues qué va a decirle al Doctor Cupido: Ƒno mató a nadie, verdad? (Hace una breve pausa). Piense que en este mundo lo único que no tiene solución es la muerte. Los demás problemas se arreglan. ƑNo tiene confianza en el Doctor Cupido?

AUREA: Sí pero... ƑCree que de veras sirva que le cuente mis cosas?

TELEFONISTA: Júrelo. No digo que él tenga una varita mágica para solucionarle su problema, pero le dirá cosas que la ayudarán a reflexionar y a salir adelante.

AUREA: No sé cómo. (Empieza a gemir) Soy tan estúpida.

TELEFONISTA: Nunca se diga eso. Lo primero que el Doctor les aconseja a las mujeres que lo llaman es que se pongan frente al espejo y digan: "Soy una persona única, distinta a todas las demás, valgo muchísimo y ningún hombre tiene derecho de maltratarme o de hacerme sufrir". Fíjese qué precioso mensaje.

AUREA: No todos los problemas tiene que ver con la pareja, Ƒo sí?

TELEFONISTA: No, pero déjeme decirle que más de la mitad de las mujeres que llaman es porque tienen conflictos con hombres: maridos, amantes, hermanos, jefes, padrastros.

AUREA: ƑPor qué sucederá eso?

TELEFONISTA: Porque casi todas seguimos siendo bien agachonas con los señores. Para no molestarlos, para que no piensen esto o aquello, nos lo callamos todo y eso, tarde o temprano, nos hace daño. (Abruptamente interrumpe la conversación con Aurea)

AUREA: ƑPasa algo?

TELEFONISTA: Aquí mi compañera me está diciendo que tiene en su línea a una niña que está muy angustiada. ƑLe importaría si la metemos antes que a usted?

AUREA: Pues no, claro que no.

TELEFONISTA: Yo creo que hasta es mejor porque así tendrá tiempo para pensar bien lo que va a decirle al Doctor Cupido.

AUREA: Si lo ensayé toda la noche pero ahorita, por lo mismo que estoy tan nerviosa, haga de cuenta que tengo la cabeza en blanco. (Gime). Estoy hecha bolas, no entiendo qué está pasando y además tengo miedo.

TELEFONISTA: ƑDe qué?

AUREA: De que René no vuelva a buscarme. (Guarda silencio unos segundos) El se llama René. Antes de que se fuera de vacaciones con su esposa y los hijos de unos amigos andábamos muy bien, pero después... (Gime de nuevo)

TELEFONISTA: ƑNo ha vuelto a verlo?

AUREA: Sí. El lunes de Pascua nos encontramos tempranito en la oficina ųtrabajamos juntosų y me propuso que nos viéramos en la noche. Estábamos muy felices cuando de pronto él me preguntó qué había hecho durante las vacaciones. Le dije la verdad: "Pensar en que deberíamos tener un hijo". Puso una cara...

TELEFONISTA: ƑHabían hablado antes del tema?

AUREA: No, y jamás se me había ocurrido. (Oye la rúbrica musical) ƑYa es mi turno?

TELEFONISTA: No, falta que el Doctor Cupido comente las llamadas y las cartas. (Con delicadeza) ƑY por qué de pronto le entró el deseo de ser mamá?

AUREA: Porque me di cuenta de que estoy completamente sola.

TELEFONISTA: ƑY René?

AUREA: Mire, nosotros llevamos más de tres años juntos y en todo ese tiempo nunca nos habíamos separado más de dos días: los sábados y los domingos se los dedica enteritos a su mujer. Pero esta vez se fue toda una semana. Al principio pensé: "Qué bueno, así podré dedicarme a arreglar la casa, a poner en orden mi ropa, a descansar". Al tercer día estaba como fiera enjaulada, nada más pendiente del teléfono por si a René se le ocurría hablarme. Lo hizo nada más una vez. Le dije que me aburría en la casa y me contestó: "Pues vete a la delegación a tomar clases de macramé..." (Suelta una carcajada) Fue una broma entre nosotros: él mandó a su esposa a tomar ese curso para que no siguiera enchinchándolo. Y dio resultado porque la señora está contentísima haciendo manteles o no sé qué cosa.

TELEFONISTA: Y de veras: Ƒpor qué no se inscribe en algún curso que la tenga entretenida? Así no pensaría tanto.

AUREA: Y cuando se termine el curso de macramé o de lo que sea, Ƒqué será de mi vida? (En un tono más reflexivo) No puedo pasarme años viendo a René a escondidas y quedándome sola cada que a él se le antoje salir de vacaciones con su esposa.

TELEFONISTA: El señor, Ƒtiene hijos?

AUREA: No. Siento curiosidad de saber por qué, pero no me atrevo a tocar el punto. Por más intimidad que René y yo tengamos, hay cosas... A lo mejor la culpa es de su señora. No lo digo por mala onda ni nada, pero de ser así, Ƒno cree que él debería aceptar mi proposición? Total, no le pido que se divorcie.

TELEFONISTA: Entonces, Ƒde plano le dijo que no?

AUREA: Ni siquiera eso: desde la noche de ese lunes no hemos vuelto a estar solos. Todo el tiempo nos vemos en la oficina, pero allí ni modo que hablemos de nuestras cosas.

TELEFONISTA: ƑPor qué no buscan algo de intimidad?

AUREA: Porque no tenemos tiempo: el licenciado, nuestro jefe, lo ha traído para arriba y para abajo, pero yo tengo miedo de que sólo sea un pretexto

TELEFONISTA: Usted podría comprobarlo: trabajan juntos.

AUREA: Es que... No sé cómo decírselo: mire, para vernos en la noche él siempre le pone a su mujer el pretexto de que el licenciado lo retuvo en la oficina o lo mandó a hacerle una investigación, truquitos así.

TELEFONISTA: Ya le entendí: usted supone que ahora él le está poniendo los pretextos que le pone a su esposa.

AUREA: šExacto! (Gimiendo) Pienso que conoció a otra mujer y ya no le interesa verme. ƑNo cree que tengo razón para estar desesperada?

TELEFONISTA: Sí y no. Yo, sinceramente, no creo que su.. bueno, que René quiera sustituirla por otra.

AUREA: ƑY por qué está tan segura?

TELEFONISTA: El otro día oímos un caso medio parecido al suyo: un hombre, que se confesó muy enamorado de su amante, dijo que estaba sufriendo porque había decidido no volver a verla. Cuando el Doctor Cupido le preguntó el motivo, él respondió: "Por lealtad a mi señora: no puedo darle a mi amante el hijo que ella no puede tener". Se me grabó el caso por raro y también porque me encantó el nombre de la esposa: Belinda. (Se oye la rúbrica musical) Por estar platicando no me di cuenta de que ya era su turno. ƑLista? Uno, dos, tres, cuatro, šadelante! Aurea, Ƒme escucha? Colgó. Lástima: le hubiera servido de mucho oír al Doctor Cupido.