La Jornada Semanal, 18 de abril de 1999
Cuando esto se escribe, más de dos semanas de bombardeos de la OTAN sobre Serbia no solamente no han protegido a los kosovares de ser asesinados y expulsados de su territorio, sino que han precipitado una ``catástrofe humanitaria'' sin precedente en los últimos 50 años (la edad de la OTAN, cuyo cumpleaños se celebra este mes). Durante más de siete años muchos esperamos ansiosamente que Occidente actuara para acabar con el sitio de Sarajevo y con la campaña de limpieza étnica emprendida por los serbios bosnios con la complicidad del régimen nacionalista de Milosevic. Cuando finalmente las bombas cayeron sobre Pale y Banja Luka en 1995, ciudades controladas por los serbios bosnios bajo las órdenes de Radovan Karadzik, la artillería que tenía aterrorizada a la ciudad fue retirada y los bosnio musulmanes, serbios y croatas accedieron firmar la paz en Daytona. Llamémosle tentativamente el Síndrome de Sarajevo a la reacción de satisfacción de aquellos que normalmente repudiaríamos las acciones bélicas estadunidenses cuandoÊvimos caer las primeras bombas sobre Belgrado. Era la tardía revancha contra quien estuvo detrás de las masacres y torturas de civiles en Bosnia. No obstante, una vez pasado ese sentimiento de satisfacción y revancha, no era posible ocultar la inmoralidad y absurdo de la Operación Fuerza Aliada, la cual desde antes de haber comenzado era un obvio fracaso, otro entretenimiento vistoso con ``cierto daño colateral'' para aumentar los ratings de CNN y un show espectacular para recapturar al auditorio perdido tras la disolución del escándalo de Monica Lewinsky. No obstante, el público de hoy no se deja impresionar tan fácilmente con lluvias nocturnas de misiles, así que este conflicto necesitaba un poco más de drama, un elemento que fue añadido por el derribamiento de un bombardero ``invisible'' F-117 y más tarde por la captura de tres soldados estadunidenses. Y extendiéndonos en las sospechas conspiratorias recupero la observación de Tania Huntington, quien encontró sospechosos paralelos (particularmente porque apareció en semana santa) entre la foto de los tres soldados cautivos y la imagen tradicional de la crucificción de Cristo. En la foto, el soldado rubio, con el rostro cubierto de sangre y la mirada extraviada en el cielo, aparece en medio de dos soldados latinos más bajitos que bien podrían ser imaginados como una versión multicultural posmo de los ladrones Dimas y Gestas.
Guerra sin héroes
Si un acierto había tenido Clinton era no haberse comprometido en ninguna campaña bélica de largo aliento. Había mantenido a los sabuesos contentos con unos cuantos bombardeos a Irak y sus increíblemente fallidos misiles contra Sudán y Afganistán. No obstante, en el caso de Kosovo parece que Clinton y sus asesores han querido enmendar su injustificable complicidad con el genocidio de tutsis en Ruanda y de musulmanes en Bosnia. La única explicación de la OTAN al hecho de tener a más de medio millón de kosovares huyendo de sus hogares es que, de todos modos, los serbios ya habían comenzado su campaña criminal. Clinton y su equipo han tratado de convencer al mundo de que quieren tanto a los albanos de Kosovo que están dispuestos a ir a la guerra por ellos (cosa que no han hecho ni harán por los tibetanos, palestinos, zapatistas, timoreses, cachemires, kurdos ni tantos otros pueblos oprimidos del planeta), pero esto no quiere decir que estén dispuestos a perder una sola vida de la OTAN por ellos. De esta manera, la guerra se limitaría a una operación aérea sostenida hasta que Milosevic aceptara las condiciones de paz negociadas en Rambouillet. Esto se explica revisando la historia reciente de las intervenciones militares de Estados Unidos (derrotas: Vietnam, Líbano y Somalia; victorias: Grenada, Panamá y Haití). Es interesante que el primer día de los bombardeos se reflejó en una caída en la bolsa de valores de Nueva York, pero al día siguiente las pérdidas fueron recuperadas y el índice Dow Jones alcanzó por primera vez en la historia el insólito nivel de 10,000 puntos.
Catástrofe de baja tecnología
Es difícil imaginar de qué manera las bombas van a detener las matanzas llevadas a cabo con cuchillos, pistolas y metralletas, de casa en casa y de pueblo en pueblo (no olvidemos que en Ruanda los hutus, armados de palos y machetes, lograron tener una tasa de asesinatos más alta que la de los nazis, con cerca de 5,555.5 muertos al día, o bien 3.8 por minuto). Cada bomba fortalece en los serbios y sus simpatizantes la idea de que el mundo entero está en su contra, e incrementa el odio en contra de los albanos de Kosovo, quienes ya no son únicamente separatistas indeseables, sino que son percibidos como la quinta columna del imperialismo, traidores y colaboradores que, ahora sí, deben ser exterminados. Mientras, las bombas han convertido a Milosevic en un héroe patriota que hasta ahora ha humillado a la primera potencia mundial.
Para obtener información independiente y otras versiones del conflicto, distintas de lo que escupen los medios, consulte:
www.b92.net (la célebre estación de radio independiente serbia recientemente clausurada), o los newsgroups siguientes:
www.viexpo.com/dmstest/yugo.html
www.eGroups.com/list/kosovo-reports/
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