n La Nobel sudafricana participará hoy en el homenaje a Octavio Paz


Lucha, mi palabra: Gordimer

n Su compromiso, enfrentar a la derecha blanca y a formas de nacionalismo negro, reconoce

n Los autores que dicen buscar la verdad no mienten, aunque hay libros que sí lo hacen

n La resitencia continúa, ahora pugnamos por la reconstrucción, dice la escritora

Angélica Abelleyra n Lucha es la palabra que Nadine Gordimer prefiere. Y aunque las condiciones de vida en Sudáfrica, su país, han cambiado para bien de la población negra -a la cual siempre ha apoyado lo mismo desde la trinchera visible de la política, que desde el sitio poderoso y callado de la literatura-, la autora de 75 años, premio Nobel 1991, asume el compromiso de continuar haciendo novelas, pero también de "enfrentar a la derecha blanca extrema y a determinadas formas de nacionalismo negro" que aún imperan en su tierra.

Menuda, aparentemente frágil, la narradora que nació en 1923 es implacable al hablar de la supuesta ganancia que adquiere el ser humano con la acumulación de años. "No hay compensación respecto a la edad. El lugar común de que con los años se adquiere sabiduría es un verdadero disparate. Si acaso, a lo que uno puede arribar es al Alzheimer", dice con cierto humor y algo de cansancio por su viaje desde Sudáfrica, con una parada corta en Nueva York, para visitar a su hijo Hugo Cassirer, cineasta con quien realiza un documental sobre la caída de dos muros: el de Berlín y el de la Sudáfrica posapartheid.

Pero lo que sí admira en la llamada "tercera edad" es la filosofía de su amigo Nelson Mandela, quien a sus ochenta años está convencido de que "la vida está para que la agotes", y no para preocuparse del trabajo y las múltiples responsabilidades, ni para descansar en el jardín "poniendo los pies en alto y escuchando pajaritos". Porque, pregunta, "Ƒvoy a ganar un año más por eso? Sinceramente no me importa: la vida está para usarse".

Una forma de aprovecharla, asegura, es su participación esta noche en el Palacio de Bellas Artes para recordar a Octavio Paz, a un año de su fallecimiento. "Mi relación con él inició desde que nos leímos. Yo primero a través de su poesía y luego por sus reflexiones filosóficas. Pero eso no ha terminado; nuestra relación continúa incluso después de su muerte".

La Nobel literaria ofrecerá unas palabras para su colega mexicano, quien un año antes que ella recibió ese máximo galardón de las letras. Lo hará entre lectura de poesía y textos pacianos en voz de una docena de autores de México, España, Inglaterra, Cuba y Francia; en medio de música del Manantial de soles, pieza compuesta por el extinto Manuel Enríquez que interpretará la Orquesta del Teatro de Bellas Artes a cargo de Enrique Patrón de Rueda, y lo hará también entre dos intervenciones centrales: la del español Jorge Semprún (con quien Gordimer comparte no sólo el placer por la escritura, sino el año de nacimiento) y la del mexicano Alejandro Rossi.

Unas horas antes de pisar el palacio de mármol, a fin de acudir al acto organizado por la Fundación Octavio Paz y el CNCA, con el apoyo del editor Aurelio Major en la traducción, platicamos con la creadora de relatos cortos y de novelas, como El conservador, La hija de Burger y Un invitado de honor, títulos que en México distribuye Tusquets, además de una decena de títulos que ha generado desde 1953, año de publicación de su primera novela. Por el momento, Gordimer se dedica a la conclusión del filme documental de dos horas que realizó con su hijo -en torno al cual Canal 22 contempla la posibilidad de adquirir los derechos para su transmisión- y sólo se da el reposo de los viajes para después continuar con The house gun, su actual narración de largo aliento.

Soy atea y humanitaria

-Se dice que usted ha puesto en el mismo sitio la ficción, la moral y la política. ¿Qué papel juega cada una en su trabajo?

-El aspecto moral de la literatura tiene que ver con la verdad, tal y como es entendida por cada autor, así como por el esfuerzo por llegar a esa verdad. Toda escritura es la búsqueda del misterio de la vida, pero yo nunca busco llegar tan lejos para ponderar cuál es el sentido último de la vida. Esa es una cuestión más bien religiosa y yo soy atea. No creo en un ser más allá, en alguien supremo al que le debamos rendir cuentas. Soy humanitaria y creo que sólo somos recuperables entre nosotros y con nosotros mismos.

-¿Al abordar el apartheid cómo evitó el panfleto?

-El apartheid pertenece al pasado. Ahora en Sudáfrica han ocurrido muchas cosas diferentes, como los problemas de las relaciones humanas. No somos ángeles y nuevas situaciones han surgido. Personalmente, si me veo cayendo en la tentación de ser didáctica con mi escritura y observo que alguno de mis personajes está haciendo propaganda, por ejemplo, sobre el Consejo Nacional Africano (al que pertenecí como movimiento clandestino), me detengo y digo: `Mira niña, quizá quieras mejor escribir un artículo sobre esto o mandar una carta a un colega. Pero no es pertinente para la novela. Te estás dando una licencia de autor demasiado laxa'.

``En las relaciones humanas actuales en Sudáfrica hay muchas complicaciones. Por eso me animé a hacer el documental con mi hijo, para ver cómo ha vivido y asimilado una nueva realidad esa gente que había sido apartada por la ingeniería social y hoy es libre. En estos momentos puedes ir adonde quieras, todo mundo bebe, se abraza y se da besos, y ocurre lo que llamamos `la mañana siguiente' (la cruda), cuando al otro día la gente compite por el empleo, por un lugar dónde vivir y por ocupar primero la fila en el puesto de correos. Antes, en ella estaban siempre adelante los blancos y al final los negros, pero ahora está quien llega primero. Naturalmente que estoy simplificando, pero puedo decir que esto llegó también al mundo empresarial, al punto en que el jefe es un hombre negro con un asistente blanco. Hay un hombre negro con autoridad, por un lado, o están los afrikaaners en puestos clave de la policía.

``Antes, el puesto del funcionario de correos era seguro, de la cuna a la tumba; salías de la escuela, solicitabas el empleo, te daban un puesto seguro, con las prestaciones y jubilaciones del caso. Eso sucedía a favor de los blancos también en la policía y el ejército. Hoy todo ha cambiado. A la oficina de correo a la que voy me atiende una típica africana blanca, muy simpática, mientras que su jefe es un negro.

''En ello se han transformado también las relaciones con un matiz sexual, ya que si antes no sólo se impedían las relaciones sexuales entre etnias y personas de color de piel diferente por las 'leyes de la inmoralidad', también era común que demandaras a un negro porque elogiaba tu peinado o tu forma de vestir, y había sido 'obsesivamente igualado'. Hoy es otro mundo.

 

Mienten los libros que prueban algo

 

-Si la vida posapartheid ha cambiado para la gente en general, Ƒqué ha pasado con los artistas, los escritores, los cineastas en Sudáfrica?

-Los cineastas han tenido la oportunidad de hacer las cosas que antes no podían por falta de financiamiento. Ahora hay muchas televisoras que se concentran en el trabajo de los negros y gente de color dirige estaciones de televisión. Por otro lado, los escritores somos rebeldes a las restricciones políticas; las ignoramos o las tratamos de eludir. Entre escritores, el intercambio de índole privado se realizaba antes de forma común, porque nuestra vida se centraba en lo que queríamos decir, del modo en que queríamos decirlo. Por eso descubrimos que los escritores blancos y negros de mi país teníamos puntos en común. Y esto no ha cambiado, se ha vuelto sólo en algo más sencillo.

-Vivió formas de censura de su obra, pero Ƒqué hay de la autocensura?

-Hicimos lo que nuestros colegas en Rusia y sus países satélites: buscar las formas de decir. Pero, a diferencia de aquellos países, en Sudáfrica podíamos contar con la ignorancia de los censores y eludir los problemas. Ahora en mi nación no hay censura en absoluto. Acaba de presentarse una exposición de fotografías de un artista negro sobre pornografía infantil. Hay protestas al respecto, pero prohibirla abre la puerta al infierno político.

-Desde pequeña observó mentiras en torno a la vida en Sudáfrica. ƑCuáles de estas mentiras permanecen?

-Primero habrá que saber quién cree las mentiras de aquel entonces y quién cree las de ahora. Antes se suponía que la inteligencia de los negros era inferior a la de los blancos pero todavía existen personas que usan la 'justificación' de la 'inferioridad natural' de una raza. Durante un vuelo hacia mi país, hace poco platiqué con un señor que consideraba 'natural' que un negro no fuera capaz de pilotear un avión. 'Es natural que esta gente no pueda hacerlo', me decía, mientras yo mencionaba que en el acceso a estos cargos se debían tomar en cuenta las oportunidades de una formación precisa en matemáticas o ingeniería, y cierto nivel educativo que los blancos tenían de modo automático, pero los negros no. De esta manera, a pesar de que pervive el prejuicio de que las carencias de los negros se deben a cuestiones innatas, resulta magnífico que en los últimos cinco o seis años compañías pequeñas, dirigidas por gente negra, ya hayan participado en la Bolsa de Valores.

-Hablando de mentiras, Ƒes la literatura verdad o mentira?

-La verdad corresponde a la pregunta que se hace cada autor. Si cada uno se propone buscar la verdad de la escritura, lo que hace no es mentira. Pero desde luego hay muchos libros que mienten, sobre todo los que quieren probar algo.

 

Antes, la liberación; hoy la reconstrucción

 

-Uno de sus personajes habla sobre el pedacito a su gusto que no cambiaría del mundo. ƑCuál es el suyo?

-No cambiaría físicamente a mi país: es tan hermoso y variado. Y esto no es una mentira, lo digo cabalmente. Y entre los seres humanos, incluida yo misma, hay muchas más cosas que quisiera cambiar que mantener.

-Aunque las cosas se han transformado para bien en su país, Ƒsigue del lado de la resistencia?

-Lucha es la palabra que prefiero. En Sudáfrica todavía hay muchas cosas que debemos enfrentar: la derecha blanca extrema y determinadas formas de nacionalismo negro. Antes, como miembros del Consejo Nacional Africano, nos congregábamos en el movimiento de liberación. Ahora lo que enfrentamos es una lucha por la reconstrucción económica y social; contra el desempleo y la pobreza.

Y así, menuda, vestida rojinegra, Nadine Gordimer sale de la oficina en el hotel donde ofreció contadas entrevistas.