La Jornada lunes 19 de abril de 1999

Immanuel Wallerstein
¡Fuera bombas!

Cuando era muy joven vi muchas películas de guerra en las que el heroico piloto estadunidense volaba sobre territorio hostil y gritaba: ``¡Fuera bombas!'' El enemigo quedaba destruido y la paz restaurada. Los buenos ganaban.

El presidente Clinton envió a pilotos de Estados Unidos y de la OTAN a una misión así contra el gobierno yugoslavo y su líder, a quien Clinton ha comparado con Hitler. Cuando estalla una guerra, y esta es una guerra, se puede emitir un juicio a tres niveles: judicial, moral y político.

Judicialmente, el bombardeo es un acto de agresión totalmente injustificado desde el punto de vista del derecho internacional. El gobierno yugoslavo no hizo nada fuera de sus fronteras. Lo que ocurrió dentro del límite fronterizo de Yugoslavia es una guerra civil de baja intensidad en la que Estados Unidos y otros poderes se inmiscuyeron como mediadores. La mediación optó por dar un ultimátum a ambas partes en el que las obligaba a aceptar una tregua en términos dictados, y que sería verificada por fuerzas militares extranjeras.

En un principio, ambos bandos rechazaron esto, lo cual molestó mucho a Estados Unidos. Entonces explicaron a los kosovenses que no podrían bombardear a los serbios, a menos que ellos aceptaran los términos de la tregua. Los kosovenses finalmente los aceptaron, y ahora Estados Unidos y la OTAN están bombardeando.

La soberanía nacional no significa mucho en el mundo real del poder político. Estados Unidos no es el primer país, ni tampoco el último, en violar la soberanía de una nación más pequeña. Pero dejando de lado el cinismo, hay que recordar que el violar la soberanía de un país es una agresión y una ilegalidad, según el derecho internacional.

La situación judicial no nos dice nada de la situación moral. Estados Unidos y la OTAN justifican sus actos afirmando que el gobierno yugoslavo ha violado derechos humanos fundamentales y que es su deber moral intervenir (sin importar que se ignoren las normas judiciales). Hablemos, entonces, de lo correcto y lo incorrecto en el ámbito moral.

Personalmente, no dudo que el gobierno yugoslavo ha sido culpable de una conducta atroz en Kosovo, como la ha habido anteriormente, directamente o por intermediarios, en Bosnia-Herzegovina. Pero seguramente su opositores, el Ejército de Liberación de Kosovo en este caso, o los croatas y bosnios en la guerra anterior, también han sido culpables de atrocidades. Las guerras civiles reflejan lo peor de cada pueblo, las guerras en los Balcanes de los últimos cinco años no son la excepción.

Sin embargo, la justificación moral de una intervención se debilita cuando las inmoralidades no provienen únicamente de uno de los bandos. Más aún, si la conducta serbia en Kosovo va a ser castigada, entonces las autoridades morales que se reservan el derecho de ejercer la ley moral deberán explicar por qué no hubo disposición de intervenir en Sierra Leona, o en Liberia, en Irlanda del Norte o en Chile bajo el régimen de Pinochet, o en Indonesia en el gobierno de Sukarno, o en Chechenia, o para el caso, en el País Vasco. Indudablemente cada situación es diferente, y quizá también cada una tiene dimensiones distintas, pero todas son guerras civiles en las que se cometen atrocidades. Y si hemos de tomar en serio a los defensores de la moral, les podemos pedir que al menos se muestren mínimamente consistentes y mínimamente desinteresados.

Así, al final, llegamos al análisis político. ¿Quién hizo qué, por qué razones y qué tanto acciones particulares contribuyen a la solución razonable de las disputas? Empecemos con los participantes locales del conflicto. En los Balcanes, donde las regiones geográficas y étnicas se encuentran enredadas y traslapadas, la antigua República Federal de Yugoslavia era quizá la estructura óptima para garantizar no sólo paz interna, sino un considerable crecimiento económico. Pero este sistema se vino abajo.

Eso no era inevitable. Hubo varias transiciones. Una de ellas ocurrió en 1987, cuando Milosevic decidió construir su futuro político sobre la base del nacionalismo serbio, en lugar de sobre el nacionalismo yugoslavo/comunismo, y en un lapso de dos años suprimió la autonomía de Kosovo. Esto dio una excusa, y quizá instigó, una ola de movimientos secesionistas: Primero en Eslovenia, luego en Croacia, después en Bosnia-Herzegovina. A esto siguieron intentos secesionistas serbios en Croacia y Bosnia, y después el de los kosovenses. Sin duda, las fuerzas no balcánicas también desempeñaron un papel; especialmente Alemania que apoyó nada menos que la idea de la independencia de Croacia.

Con todo, las jugadas iniciales de Milosevic fueron un largo y doloroso error político. Ahora nos encontramos ante una de esas horribles y violentas disputas en la que todos tienen miedo, están paranoicos y se niegan a considerar cualquier forma de compromiso político real. Mientras, los fascistas Ustashi en Croacia y los Chetniks en Serbia son una vez más una fuerza política. El final de todo esto no se avecina. La guerra en Irlanda del Norte se prolongó durante más de 20 años antes de que algo pudiera hacerse. La guerra entre Israel y Palestina ha durado aún más. A veces una guerra civil debe seguir hasta quedar exhausta, antes de que alguien se comporte de manera racional.

¿Pero qué hay de las políticas de Estados Unidos? ¿Por qué el gobierno estadunidense ha elegido esta guerra civil para una intervención activa? En el caso de la Guerra del Golfo había al menos el razonamiento en torno al petróleo (y la defensa de un Estado soberano que había sido invadido: Kuwait). Pero en términos económicos la región de los Balcanes es marginal. Tampoco puede argumentarse que había preocupaciones inmediatas que requirieran desembarcar políticamente en una región para impedir que ésta fuese invadida por otro poder. Esta fue la razón, o al menos una de las razones, por la que Estados Unidos apoya a Corea del Sur, que usó el argumento de que detrás de Corea del Norte estaban China y la Unión Soviética. Son razones propias de la Guerra Fría.

Pero Yugoslavia no tiene petróleo, ya no hay una Guerra Fría con el mundo comunista. Entonces ¿por qué Estados Unidos no ignora la situación de la misma manera que ignora (al menos en estos días) a Congo?

De seguro, Estados Unidos no ignora realmente a ningún país, pero en la mayoría de las situaciones no interviene militarmente. En los últimos meses se ha enarbolado un argumento curioso. Se ha dicho que Estados Unidos tuvo que bombardear a los serbios porque, de lo contrario, quedaría en entredicho la credibilidad de la OTAN. Lo curioso de este argumento es que es circular: Si la OTAN lanza una amenaza y no la cumple, es obvio que su credibilidad quedará en entredicho. Pero tampoco tenía que lanzar la amenaza en un principio.

O tal vez sí tenía que hacerlo. Quizá la agenda política de Estados Unidos tiene la necesidad, precisamente, de justificar la existencia misma de la OTAN, que ya no tiene un papel obvio qué ejercer ahora que el ejército ruso está tan debilitado. Pero ¿para qué querría Estados Unidos, de cualquier forma, tener a la OTAN? Parece haber dos razones particulares para ello. Una de ellas es que su existencia justifica una serie de gastos militares y el incremento de los arsenales estadunidenses, lo que implica ventajas económicas y políticas para su gobierno. La segunda razón es que la OTAN es necesaria para prevenir que los europeos del este se alejen demasiado del control de Estados Unidos, y sobre todo, evitar que establezcan una estructura militar autónoma e independiente de la OTAN. El embrollo en Yugoslavia parece ideal para ambos propósitos.

Pero, ¿funcionará? Si los yugoslavos resisten, y todo indica que así será, se intensificará la acción militar con el envío de fuerzas terrestres. ¿Puede Estados Unidos darse el lujo de otro Vietnam? Parece dudoso. ¿Aceptarán los europeos del este continuar en el juego? Ya había fisuras en la OTAN cuando la guerra llevaba apenas una semana.

Nos hemos metido en un zarzal. Los yugoslavos serán bombardeados hasta el cansancio. Los kosovenses serán expulsados de sus hogares. Muchos morirán. Países vecinos serán arrastrados directamente hacia un conflicto armado. Si la guerra se prolonga habrá agitación social en Estados Unidos y Europa occidental. ``¡Bombas fuera!'' puede haber sido algo peor que un crimen; puede haber sido un disparate.

Traducción: Gabriela Fonseca