Por respeto y amistad, mi participación en el homenaje a Paz, señala
Semprún: para que la verdad sea verosímil hace falta cierto artificio
Mañana hablará de su propia obra literaria en el Centro Nacional de las Artes
César Güemes Ť Madrileño desde que naciera en 1923, Jorge Semprún conoció temprano, a los 17 años, el exilio. A Francia partió con su familia y ahí, durante la Segunda Guerra Mundial, fue miembro de la resistencia. Ese hecho habría de marcar su persona y su obra para siempre: apresado por las fuerzas nazis, fue enviado dos años al campo de concentración de Buchenwald. Luego, militó un par de décadas en el Partido Comunista de España, del cual se separó formalmente en 1964. Del 88 al 91 fue ministro de Cultura en el gabinete de Felipe González.
Guionista de cine, Semprún ha escrito para Costa-Gravras y Alain Resnais; narrador, ha publicado El largo viaje, La segunda muerte de Ramón Mercader, Autobiografía de Federico Sánchez, El desvanecimiento, Aquel domingo, La algarabía, Montand, la vida continúa, La montaña blanca, Netchaiev ha vuelto, Federico Sánchez se despide de ustedes y La escritura o la vida. Visita México a fin de participar en las actividades del homenaje en memoria de Octavio Paz y, también, acudirá mañana a las 19 horas al Centro Nacional de las Artes para ofrecer una plática literaria.
Contra el derrumbe y el pesimismo
ųEs usual que los escritores recurran a existencias ajenas o imaginarias para sus historias. No es su caso, la autorreferencialidad se ha vuelto signo de su obra.
ųAunque quizá no me dé a conocer del todo a mí mismo. Hay muchas cosas, esas que Malraux llamaba ''los miserables secretos de la vida privada", que no cuento. O sea que la obra es autobiográfica, pero siempre en una perspectiva histórica con minúsculas. Un libro que tenga sólo referencias a la intimidad, no sé si lo escribiré.
ųSus textos son dolorosos por el contenido pero al mismo tiempo resultan de batalla. La propia actitud de escribir implica que no se dejó vencer por los recuerdos. ƑEstaría de acuerdo?
ųEstoy de acuerdo con que ese es mi intento y no sé si se trasluce y se percibe al leerlo. Ojalá que sí. En la medida en que muchos libros hablan de vivencias objetivamente dolorosas, trato de escribirlos sin trampa, sin edulcorar nada. Busco siempre un elemento positivo sobre el cual se pueda dar batalla, en efecto, a partir del que se consiga seguir adelante. Me niego al derrumbe y al pesimismo.
ųƑPodemos hablar de una suerte de esperanza civil?
ųSí. De todas las épocas de mi vida, seguramente la que más me ha marcado la memoria es la que conforman los dos años en un campo de concentración alemán. Para mí la experiencia fundamental de ese periodo es la capacidad de solidarizarse y fraternizar con el prójimo. En las historias de los campos de concentración se narran horrores, lo que los filósofos llaman el mal absoluto, como la denuncia por un pedazo de pan. Pero yo he visto también la parte complementaria; conocí a compañeros que repartieron su pan a sabiendas que iban a tener menos días de vida. Eso es dar la batalla.
ųƑQué tanto de Federico Sánchez, su alter ego, pervive todavía en usted, don Jorge?
ųPervive la decisión de no aceptar ciertas cosas. Este siglo XX ha demostrado que la manera elegida para transformar la sociedad no dio resultados. Fracasó. Se ha modificado la realidad, pero no para bien. No tenemos una sociedad realmente de iguales. Lo que pervive de Federico Sánchez, en cada uno de los personajes que he venido siendo, es no aceptar que la vida es como es y que no hay nada qué hacer. Lo esencial es que hay hechos inaceptables y es preciso luchar para que sean menos inaceptables.
ųƑQué tanto le preocupa la verdad y qué tanto la verosimilitud en las historias del periodo que lo ha ocupado?, Ƒpiensa en los lectores que están a 50 años de aquellos hechos?
ųEso da de lleno en la cuestión literaria del testimonio. Desde un comienzo, al salir del campo de concentración, tuve la idea de escribir al respecto. Pero no pude hacerlo en ese momento, tuve que esperar quince años para hablar de ello. Me parece que el testimonio en bruto no puede hacer comprender, a quienes no las han vivido, las cosas inimaginables que ocurren. Si las cuentas nada más así, no comunican. Hay que elaborarlas. Me encantó encontrar una vez cierta opinión de Primo Levi que coincide con la mía: es necesario que los sucesos pasen por un filtro literario para que lleguen nítidos al lector. Hace falta, entonces, cierta dosis de artificio para que lo verdadero parezca verosímil. Lo cual quiere decir que a veces hay que rebajar el horror en una obra literaria, aunque sea verdad lo que se cuenta. Si narras algo enteramente terrible, ominoso, es posible que el lector piense que eso no puede ser cierto, y que esa opinión contamine al resto del relato. Es difícil, pero preciso, encontrar el equilibro de lo verosímil y lo verdadero. ƑCómo describo el olor de los hornos crematorios o el de los cadáveres? Quien no posea la referencia, nunca tendrá el olor exacto delante de la nariz. Por eso, cuando se habla de algo tan concreto, se requieren recursos quizá no tan directos pero que a cambio le dan a quien acude al testimonio la mayor cercanía posible con los hechos. A la verdad hay que hacerla verosímil, y es un problema que no se resuelve de una vez y para siempre, hay que solucionarlo de forma distinta en cada libro.
ųLa escritura o la vida habla de ello y es, por su parte, una especie de manual para narradores. Un libro, por cierto, que le implicó la mitad de la existencia.
ųNo me atrevería a decir tanto como que sea un manual. Lo que hay ahí es reflexión y acaso un poco de didactismo respecto de la experiencia literaria que personalmente me tocó. En cuanto a que me implicó media vida, es cierto. El tomar distancia con la propia experiencia, el narrar las cosas claramente, el decir lo que se requiere sin la reserva que se tiene al comienzo, precisa de la edad. Y me remito a una respuesta anterior: hoy no existe casi memoria directa de lo que fue el nazismo, y dentro de poquísimos años no quedaremos testigos directos de aquello. Por eso, para mí fue muy importante hablar con mis nietos hoy que son jóvenes. El ver su mundo tan diferente del mío me impulsó a seguir publicando.
El castellano, idioma grandilocuente
ųPor la formación que tuvo escribe en francés. ƑDe qué manera le sirve narrar en un idioma distinto del materno?
ųSi el idioma en que se escribe no es el materno, te obliga a poner más atención. Y hay otro elemento interesante: cierto que el castellano es un idioma magnífico que incluso se ha reinventado en América, pero en cuanto te descuidas se pone a hablar por sí solo y se vuelve grandilocuente. Con el francés no sucede eso, su gramática lo evita. Ahora he vuelto un poco a escribir en castellano pero luego de tener la disciplina del francés.
ųHa venido a México a participar en el homenaje a Octavio Paz. Hable a manera de cierre de su relación con él, de su amistad.
ųFuimos amigos desde el año 87, y conocidos y lectores respetuosos de la mutua obra hace ya más tiempo. En Valencia se hizo un encuentro para recordar el congreso de intelectuales antifascistas al cual asistió Paz, joven poeta mexicano, de 23 años. Su visita a España fue decisiva. Siempre sostuvo que desde el primero hasta el último minuto la República española fue una causa justa. El fue uno de los pocos sobrevivientes que acudió a los dos congresos. En el 87 lo que era respeto y conocimiento se convirtió en amistad. Estuvimos prácticamente todo el tiempo juntos, en un pequeño grupo. Ahí nos hicimos amigos. Incluso los últimos meses de su vida conversamos mucho por teléfono, hasta que ya casi le era imposible hablar. Por eso participo en su homenaje, por respeto y por amistad.