Astillero Ť Julio Hernández López
El precandidato confeso a la Presidencia de la República, Francisco Labastida Ochoa (quien también despacha como secretario de Gobernación), está batallando para acomodarse a su nueva condición de aspirante sin capucha.
El primer sinaloense del país contrasta, en sus primeros balbuceos como destapado, con las habilidades de otros personajes que han aprendido con rapidez a combinar la función pública con las pretensiones personales. Podría don Francisco quejarse con justa razón de que le han ganado ventaja en esos menesteres aspirantes como Vicente Fox, Roberto Madrazo, Manuel Bartlett o Cuauhtémoc Cárdenas, quienes con soltura se desdoblan ya como candidatos, ya como gobernantes.
Pero el licenciado Labastida Ochoa se tropieza una y otra vez, al menos en este primer tramo de arranque. Ya en Culiacán, en presencia de Pepe Toño González Fernández, asumió posturas retadoras, triunfalistas, cuando al mismo tiempo es el responsable de la oficina gubernamental encargada de la mesura, la prudencia, la tolerancia, la negociación con otros partidos y, en su momento, con los candidatos a la Presidencia.
Luego, apenas el martes pasado, el secretario de Gobernación llevó su condición de precandidato a Madrid, donde emitió una memorable argumentación para tratar de convencer de que es un ``absurdo'' pensar que él es el candidato del presidente Zedillo para la sucesión.
En unas cuantas palabras, don Francisco ha hecho una esforzada y admirable demostración de que mejor le hubiese ido manteniéndose más tiempo como precandidato encapuchado que habiéndose quitado ya el pasamontañas tricolor.
Dijo el señor secretario y señor precandidato lo siguiente en tierras hispanas: ``Si yo fuera el candidato del Presidente, como se dice, nos hubiéramos ido mejor por el método tradicional y evitado tanta complicación. Es un absurdo que por su propia incongruencia se cae. Es un invento para sacar frases que se pueden vender en los periódicos''.
En esas 45 palabras (publicadas en la página 15 de La Jornada de ayer, acreditadas a la corresponsalía en Madrid, y de las que hay otras versiones en otros diarios, aunque manteniendo siempre las frases y el sentido sustancial), el sinaloense pudo abrir varias líneas de fuego.
Por principio de cuentas, supone el secretario de Gobernación (en funciones de precandidato) que la imposibilidad presidencial de imponer candidato a la sucesión proviene de un acto de voluntad personal (derivado de la carencia de un cuadro propio, plenamente acreditable como el candidato del Presidente) y no de una realidad política trastocada a la que genéricamente llaman transición democrática.
``Tanta complicación'', según el entender del precandidato presidencial (en funciones de secretario de Gobernación), no existiría si se usase ``el método tradicional'' (es decir, el famoso dedazo) para sacar adelante a un favorito de Palacio.
La metralla del sinaloense no queda allí: según sus consideraciones, el absurdo y la incongruencia de considerarlo candidato del Presidente es un mero ``invento'' urdido por los periódicos para vender más ejemplares.
Así es que, compatriotas, si creían que las patinadas y los desbarres sólo se daban en el asunto de Chiapas, porque la línea superior así se lo exigía a un secretario de Gobernación dispuesto a todo con tal de ganarse la voluntad decisoria del gran dedo índice, ahora pueden estar bastante seguros de que, como precandidato, o virtual candidato, o candidato en funciones de secretario, o secretario en funciones de candidato, las mejores declaraciones de don Francisco están por venir.
Violencia, tolerancia y autorregulaciones
El presidente Zedillo pronunció ayer un discurso interesante dentro del marco del congreso internacional denominado A favor de lo mejor en los medios de comunicación, en el Auditorio Nacional de la ciudad de México.
Con una buena elaboración, el doctor Zedillo puso de manifiesto la importancia de que los mexicanos seamos tolerantes, y contrastó el cultivo de esta cualidad, que se da en nuestro país, con las muestras violentas de intolerancia que en el mundo se producen en estos días.
Al referirse a la responsabilidad de los medios de comunicación en la formación de la conciencia social, el Presidente produjo párrafos interesantes:
``Preocupa, por ejemplo, la exposición de los niños y los jóvenes, y también de los adultos, a manifestaciones de violencia que, desafortunadamente, a veces parecen presentarse como apología de la propia violencia.
``Preocupan también el hacer pasar opinión como si fuese información y la proliferación del sensacionalismo como estilo informativo que, con frecuencia, invade la privacidad de las personas o emite juicios sin fundamento probado.
``El sensacionalismo concentra su atención en las desviaciones sociales, presentándolas como si fuesen lo normal en el comportamiento social.''
Bien por el ciudadano Presidente, pero ¿qué propone, qué hará el doctor Zedillo para combatir tan grave y realista cuadro? Nada. Propone que los medios se regulen y se enreda en la defensa de una presunta libertad de expresión para dejar a los lobos que decidan cuántas ovejas desean engullir cada día.
Desde luego, la postura presidencial es calurosamente compartida y aplaudida por los empresarios de la comunicación, que colocan los niveles de audiencia como criterio rector y que se solazan produciendo programas como Duro y Directo, Visión Urbana y otras emulaciones electrónicas de aquella revista policiaca llamada Alarma. Entre los sonrientes aplaudidores también están los directivos y dueños de los medios de comunicación que no quieren ningún tipo de regulación porque saben que así, en la indefinición, mejor pueden medrar y prosperar. Eso sí: las libertades de prensa y de expresión están a buen resguardo declarativo. Faltaba más.
Astillas: Continúan los mensajes cruzados entre priístas. En Culiacán, Manuel Bartlett criticó a los gobernadores que pretenden ``sesgar'' la voluntad de los priístas de sus entidades para inducirlos a favorecer a determinado precandidato presidencial. El ex mandatario de Puebla habló así a unos cuantos días de que el gobernador Juan S. Millán auspició la reunión del Consejo Político Estatal del PRI en la que Francisco Labastida Ochoa se
Fax: 5 45 04 73 Correo electrónico: