CLASE POLITICA Ť Miguel Angel Rivera

De nueva cuenta, en medios partidistas y legislativos se insiste en establecer un sistema para recoger el voto de millones de mexicanos residentes en el extranjero, pero en realidad existen pocas posibilidades de que ello se logre, al menos antes de julio del año 2000.

En el actual periodo ordinario de sesiones resulta prácticamente imposible que se dictamine y luego se discuta y apruebe cualquier iniciativa de ley. Mucho menos una de tanta trascendencia nacional como otra reforma electoral.

En consecuencia, la única posibilidad está en un periodo extraordinario de sesiones y éste tendría que prepararse también a toda velocidad, pues la ley electoral vigente estipula que cualquier reforma en la materia tiene que aprobarse tres meses antes de que se inicie el proceso electoral, y el que culminará con las votaciones de julio del año 2000 empezará en octubre venidero.

Cualquier reforma electoral que se apruebe con la finalidad de aplicarla en los comicios federales del año próximo tendrá que haber sido sancionada por el Congreso de la Unión a más tardar el último día de junio. Esto parece improbable, sobre todo si se tiene en cuenta la virtual paralización de las actividades en las cámaras de Diputados y Senadores, en donde hasta ahora no ha habido acuerdo sobre ningún asunto trascendente.

Esto significa que los únicos votos que contarán en las elecciones presidenciales del 2000 serán los de quienes residen en territorio nacional y, tal vez, los de quienes habitan en el sur de Estados Unidos y crucen la frontera para sufragar en las casillas de este lado, como ya ha sucedido en anteriores procesos.

Además de los aspectos puramente legislativos, otra razón de mucho peso que impedirá tomar los votos de los ciudadanos residentes en el extranjero es fundamentalmente económica. En momentos de crisis difícilmente se puede cubrir el enorme gasto que significaría colocar miles de casillas en el extranjero, principalmente en Estados Unidos.

Además, persiste el temor de que intereses no nacionales trataran de manipular el voto de los mexicanos en el extranjero e influir así en el destino de México.

Los partidarios de que voten los mexicanos residentes en el extranjeros rechazan tal posibilidad y recuerdan que muchas otras naciones hacen lo propio con los ciudadanos que viven fuera de sus fronteras. Pero ningún país que recoge votaciones fuera de sus fronteras tiene tantos ciudadanos emigrados, responden quienes temen una injerencia extranjera.

Según los cálculos más conservadores, son cinco millones de personas, pero podrían llegar a diez millones.

La cosecha

El destape del gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, por parte del diputado Fidel Herrera Beltrán, no era necesario, porque la dirigencia del PRI siempre lo consideró como probable, reveló el presidente del tricolor, José Antonio González Fernández, quien en una entrevista radiofónica precisó que desde el inicio de su gestión había considerado a seis potenciales precandidatos, a saber: los tres que abiertamente han expresado su interés, es decir, Manuel Bartlett, Roberto Madrazo Pintado y Humberto Roque Villanueva; dos secretarios de estado, Francisco Labastida Ochoa y Esteban Moctezuma Barragán, y el mandatario veracruzano, quien siempre aparece de manera destacada en las encuestas.

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