La participación del sector privado en la generación de electricidad inhibe su expansión


La ciencia y la ingeniería nacionales

Luz Fernanda Azuela y José Luis Talancón

Desde su conformación en 1937, la Comisión Federal de Electricidad ha desempeñado un papel crucial para el país, el cual no se limita a su liderazgo en el proceso de electrificación, sino que incluye el impulso que han brindado sus proyectos al Sistema Nacional de Investigación y Desarrollo y a la pequeña y mediana industrias. De ahí que todos los cambios que han comprometido la conceptualización de la CFE en los últimos 60 años hayan tenido un impacto significativo en esos sectores y, por ende, en el incremento de los niveles de densidad científico-tecnológica y de integración industrial del país.

La primera central construida por la CFE fue Ixtapantongo, una experiencia iniciática que sirvió como plataforma para el desarrollo de plantas hidroeléctricas que se llevaron a cabo con la paulatina incorporación de las compañías constructoras nacionales nacientes. La ejecución de obras de tal magnitud les dio proyección internacional y fortaleció la capacidad técnica del país.

La construcción de centrales termoeléctricas representó un reto para la joven ingeniería mexicana. "La CFE resolvió los primeros proyectos mediante contratos llave en mano, con una participación limitada de los ingenieros de la institución".

La nacionalización de la industria eléctrica y la integración de la red (1958-1964) se materializó con la puesta en servicio de 26 plantas de la CFE, de las cuales 16 fueron hidroeléctricas y el resto termoeléctricas. Al término del periodo existía un total de 61 plantas de todos los tipos.

Para la siguiente década, la CFE ya había promovido cambios con el objetivo de alcanzar la autosuficiencia tecnológica en el largo plazo. Se iniciaba así la consolidación de la ingeniería de la comisión y en poco tiempo se habían conformado los primeros grupos para el diseño autónomo de plantas termoeléctricas.

Simultáneamente, la CFE fomentaba el establecimiento de firmas nacionales de ingeniería para contribuir al diseño de las centrales termoeléctricas. Otro apoyo significativo provenía del Instituto de Investigaciones Eléctricas, creado en 1975 con el propósito de impulsar la investigación científica y tecnológica y contrarrestar la dependencia del sector.

La exposición de motivos de su decreto de creación señalaba que el IIE se había establecido ante "la urgencia de fomentar la fabricación nacional de equipos y material utilizables en el servicio público de energía eléctrica, mediante la transferencia y adaptación de tecnologías y la creación de procesos tecnológicos propios".

FEGGO-INGENIEROS Con la aprobación del gobierno de Luis Echeverría de electrificar el país a partir del átomo, se logró un paso en la definición de una política energética y se dieron nuevas pautas de acercamiento entre la planta industrial y el sistema de investigación y desarrollo, para convertir a las instituciones de educación superior en los semilleros de cuadros para el despegue y sostén de la industria nacional.

En ese sentido, la aportación de los dos reactores de Laguna Verde, diseñada y construida con ingenieros y técnicos mexicanos, significó el punto de culminación de expectativas de muchos científicos e ingenieros mexicanos.

Ese proyecto comenzó a desmantelarse a partir de las dos últimas administraciones, que dieron un golpe de timón con serias repercusiones en muchos sectores, particularmente nocivas para la ingeniería mexicana. El ingeniero Jiménez Espriú señaló hace poco que "las decisiones políticas de los 80, los nuevos criterios hacia la competencia global, las decisiones de menor participación del Estado en la economía y su retiro brusco" habían sido catastróficas. No sólo condujeron al "cierre de miles de empresas nacionales", también suscitaron una "gran crisis en la ingeniería mexicana", que definió así:

"La crisis de la ingeniería mexicana ha provocado la desaparición de grupos de especialistas del sector público y de empresas privadas, la desintegración de los escasos grupos de excelencia en la investigación, la transformación de los pocos esfuerzos supervivientes de maquila y la cada vez más preocupante migración de ingenieros tanto a empresas extranjeras que vienen a 'hacer el trabajo a México', como a empresas allende nuestras fronteras que nos lo hacen desde allá."

Destacaba así el peso decisivo que tuvieron las empresas paraestatales en la conformación de la capacidad científico-técnica del país, y alertaba sobre las consecuencias que tendría la política de apertura en el largo plazo.

No se puede negar el papel central que ha venido cumpliendo la CFE. Es una empresa manejada por técnicos e ingenieros mexicanos que alcanza altos niveles de competitividad e integración industrial. Por razones ajenas a la CFE, y como consecuencia de una errática administración financiera del gobierno federal, se está marginando a la ingeniería mexicana del mercado, abriendo una competencia desleal con empresas de ingeniería extranjeras.

La sociedad sabe que la principal limitación de la CFE no es su eficiencia. Desde que el presupuesto de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la comisión pasó a formar parte del presupuesto federal, en épocas de vacas gordas no fue problema, pero en tiempos de recortes presupuestales los desajustes estructurales y financieros de las dos empresas se confunden con su eficiencia.

El hecho de hacer ingeniería mexicana en empresas mexicanas permite tener el control para optimizar la participación de la industria nacional, especificando donde sea posible utilizar materiales y equipos producidos localmente; la transferencia de tecnología es más eficiente, porque la operación y mantenimiento son más seguros y cualquier modificación se puede lograr fácilmente. Cuando se conocen los detalles de diseño de la instalación, es posible eliminar cordones umbilicales muy caros con las empresas extranjeras.

No es sólo una cuestión de participación privada o no, sino que ésta tiende a inhibir la integración de los centros de investigación nacionales en los que se adapta o se desarrolla la tecnología disponible para hacerla más congruente con nuestra realidad.