n La crítica participará en un seminario del tema


La desobediencia, principio para apreciar el arte: Arenas

Merry Mac Masters n La desobediencia. Esto es lo que la historiadora y crítica de arte Amelia Arenas recomienda a quien desee acercarse al arte, pero no sabe cómo. Es decir, propone que nunca se lea una cédula antes de ver la obra en sí.

"No sé por qué la gente hace esto, le tendrá mucha fe a la escritura", cuestiona la autora de Is this art? A guide for the bewildered (ƑEs esto arte? Una guía para los perplejos) nacida en Caracas, Venezuela, egresada de la Universidad de Columbia, y durante doce años responsable de los métodos y los contenidos del departamento de educación del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Si el título del cuadro dice La Magdalena, entonces "ya no vas a ver nada sino la Magdalena. No vas a ver las perlas que están en el piso, ni la trémula sombra sobre la pared, por ejemplo".

Primero se debe mirar la obra "lo más posible" y luego "no creer" todo lo que dice el museo, porque se tiene "la mala costumbre de escribir en las cédulas cosas que uno no sabe realmente cómo fueron hechas. O sea, reducir toda esta compleja experiencia a fechas, técnicas y palabrotas imposibles de entender, que sólo intimidar el público, a la vez que mandan un mensaje muy claro, 'a ti no te corresponde estar aquí' o 'soy muy democrático y te dejo entrar a mi museo, pero este espacio no es tuyo'. Entonces, la única manera de reapropiar el arte es desobedecer y tomarlo como uno toma todo en la vida, con un deseo de placer y de ponerse individualmente en la experiencia", asegura la ahora curadora independiente.

Lo que pasa, agrega la también autora de La obra maestra y sus sombras, que analiza 15 grandes hits del arte, es que cuando guillotinaron a los reyes, sus palacios fueron convertidos en unos "democráticos" museos, abiertos para el pueblo y el placer de todos. Advierte, no obstante, que a los museos entró una "nueva aristocracia", la de los especialistas, "todos aquellos que hacemos la arqueología de la historia del arte".

Entonces "la experiencia del arte se convirtió en aprender sobre el arte. Fue la respuesta democrática a lo que hacían el príncipe y sus amigos con estas obras de arte: pasarse un buen rato viéndolas y hablando de ellas como les daba la gana. Esto es una cosa que es nuevamente un problema político, un problema de obediencia y de distancia".

Arenas se encuentra en México para dar un seminario y una serie de conferencias, organizadas por la iniciativa particular La Vaca Independiente, de la cual es asesora, a partir de hoy y hasta el viernes 30 en el Museo Rufino Tamayo. El seminario ƑPor qué es esto Arte? Del Impresionismo a Nuestros Días se realizará de las 9:00 a las 13:30, y las conferencias ƑCómo Ver de Manera Diferente Grandes Obras de Arte? De las Cuevas de Altamira a Van Gogh, de las 19:00 a las 21:00 horas.

Desde hace tiempo Arenas escribe una historia del arte "al revés", en donde además de preguntar cómo y por qué se ven como se ven las obras de arte, también indaga cómo fueron vistas en el pasado.

Afirma que la historia del arte siempre ha sido de los artistas, de los que pagaron por el cuadro, del edificio en donde se puso, de las técnicas con que se hizo. Pero se ha olvidado que la historia del arte no existe sin un espectador. Además, las piezas que han sobrevivido para exhibirse en los museos, han adquirido nuevos significados a través de los años. Para la entrevistada, la obra de arte equivale a una colaboración continua entre un objeto que "por alguna razón tiene mucho poder" y el espectador que "de cierta manera lo completa".

Si es hasta ahora cuando hay más información acerca del público, no siempre la hubo sobre el artista: "Si abres cualquier enciclopedia de la historia del arte, diría que 80 por ciento de estas obras fueron hechas por gente que ni sabemos el nombre. Podemos adivinar un poco la intención o la técnica de la obra, pero realmente pertenecen a mundos que ya no son nuestros".

Según Arenas, ya que nos hemos "imaginado" al artista y al personaje que inspiraron el trabajo, por qué no hacer lo mismo con el espectador de esa época y al de después que "somos nosotros", a fin de establecer un diálogo por medio de esos siglos y de la historia "errática", con el objeto artístico como el centro.

El interés de Arenas por el tema se remonta a sus tiempos de estudiante de posgrado. Tomaba un seminario sobre el gran escultor barroco Bernini. Un día, mientras analizaban una fuente romana de su autoría, se le ocurrió preguntar cómo vería un señor que pasa por la calle en la Roma del siglo XVII ese "difícil complejo alegórico". Le parecerían lindas figuras flotando en agua o había algún entendimiento de esta metáfora que su clase había investigado.

La respuesta fue un gran silencio en la sala como si el transeúnte anónimo "no importara tanto", como Bernini o el Papa o el príncipe que siempre era el coautor. Todo para concluir que el espectador no ha sido tan importante en la tradición de la historia del arte. Y eso que el "público" del arte egipcio de las tumbas, hechas para verse en la otra vida, han sido los ladrones que se metieron.