José Antonio Almazán González
Privatización y respuesta obrera
1 Uno de los rasgos centrales de la repulsa generalizada a la pretensión de privatizar en forma radical la industria eléctrica es el papel fundamental que la clase trabajadora, encabezada por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), ha jugado en la estructuración de este rechazo político y social a la entrega de soberanía y patrimonio nacional eléctrico.
Esta singular combinación de lucha en defensa de la soberanía nacional y movilización callejera abanderada por contingentes obreros, constituye uno de los mayores dolores de cabeza del grupo de tecnócratas en el poder. No sólo por su impacto hacia el conjunto de la llamada sociedad civil, que ve en la lucha dirigida por el SME la esperanza de avanzar en la construcción de una alternativa amplia y nacional a la política neoliberal, sino también por el impacto político que la respuesta orquestada por el SME ha tenido al interior del PRI, manifestada en la rebeldía de sus corrientes políticas, senadores y diputados, frente a la contrarreforma constitucional en materia eléctrica.
2. No obstante, la mayor preocupación del gobierno radica en que esta especial mezcla de movilización obrera y defensa de la nación, gira en torno a un sector que por su tradición progresista y democrática y su peso estratégico en la economía y la política, puede desempeñar un papel clave en la lucha por democracia sindical al seno del Congreso del Trabajo (CT).
El gobierno de Zedillo hizo un cálculo político equivocado. Apostó a una respuesta débil por parte del SME y un apoyo incondicional de la dirección del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM). Sin embargo, la sumisión del secretario general del SUTERM ha provocado una creciente rebeldía al seno de sus filas, prueba de ello son las movilizaciones realizadas por los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad en distintas partes del país (Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Campeche, Tula, Valle de México, Baja California Sur, Rosarito, Hermosillo, Monterrey, Manzanillo, etcétera), en defensa de la industria eléctrica nacionalizada y en demanda de democracia sindical; y la posición asumida por 28 secciones del SUTERM en dos importantes desplegados públicos (El Imparcial y La Jornada, 18 y 21 de abril) en los que manifiestan su rechazo rotundo a la reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales.
La valerosa respuesta de los electricistas del SUTERM cobra mayor importancia, pues se da en un sindicato de férreo control corporativo y frente a un secretario general, el senador Leonardo Rodríguez Alcaine, que a la vez ocupa la secretaría general de la CTM y es presidente del CT; lo que conlleva un severo cuestionamiento a estos tres niveles de control del aparato corporativo sindical.
3. En contraste con el apoyo incondicional de la dirección del SUTERM a la iniciativa privatizadora, la rápida respuesta del SME, convocando a la organización de un gran Frente Nacional de Resistencia en defensa de las conquistas nacionales, permitió organizar en pocas semanas un amplio abanico social y político, en repudio a la privatización que se expresó en 2 millones 300 firmas que el SME entregó al Congreso de la Unión y en la magna manifestación del 18 del marzo que concentró a cientos de miles de trabajadores, colonos, estudiantes y ciudadanos en general.
Como se demostró en la asamblea magna del SME del 6 de abril, entre los electricistas existe un repudio generalizado a las prácticas corporativas, antidemocráticas y serviles del CT. En esta asamblea, en medio de una rechifla ensordecedora a Rodríguez Alcaine, sólo faltó que se votara la salida del SME del CT.
4. En este contexto de crisis profunda del CT y de rebeldía en uno de sus principales agrupamientos, la creación y fortalecimiento del Frente Nacional de Resistencia en Contra de la Privatización de la Industria Eléctrica (FNRCPIE) --que ha logrado conformarse en más de la mitad de los estados de la República--, constituye un firme bastión en defensa de la soberanía nacional y un polo fundamental en el proceso de reorganización democrática de la clase trabajadora.
Como podremos constatar en este Primero de Mayo está en marcha un profundo proceso unitario democrático en la clase trabajadora mexicana. Por primera vez en muchos años, los contingentes de la UNT, Fesebes, SME, FSM y FNRCPIE y de la Intersindical Primero de Mayo, integrarán una sola columna en rechazo al modelo económico neoliberal, en contra del corporativismo sindical, por democracia sindical y en repudio a la privatización de la industria eléctrica nacionalizada.