José Blanco
La caja de resonancia
Durante lustros se ha discutido en la UNAM el asunto de las cuotas. Todos los argumentos son antiguos y cada propuesta los ha debido tener en cuenta. La propuesta de José Sarukhán, frenada por el gobierno de Salinas, contenía un esquema de exenciones. Con esos antecedentes, en diciembre pasado la rectoría actual anunció su propósito de reformar el reglamento de pagos. En enero reiteró los principios que orientarían la reforma. En febrero tales principios fueron plasmados en una propuesta que no podía sino recoger los argumentos de los debates de muchos años. Ahora son grupos de las izquierdas universitarias ųalgunos de los cuales tienen militantes y/o vínculos de índole diversa con la izquierda partidista, especialmente con el PRDų los que se oponen a las reformas. Pero nadie puede llamarse a engaño, la oposición a las reformas cuenta con una base social amplia.
Los opositores, sin embargo, tampoco deberían llamarse a engaño. Más de 70 mil estudiantes firmaron contra la huelga, y alrededor de 20 mil acudieron el pasado martes 20 a la UNAM a manifestarse contra de la parálisis de la vida académica. Acudieron también algunos cientos de los paristas a cubrir universitaria y democráticamente de insultos a los estudiantes contrarios a la huelga y a hacer escarnio del rector: "Barnés hijo de puta, veremos quién tiene la batuta", decía el grito gamberro e histérico de adolescentes lumpenizados por esta sociedad injusta.
La ira y los dicterios son arrojados contra de unos principios del reglamento de pagos que han sido permanentemente escamoteados: sólo pagarán quienes puedan y en una proporción inferior al 5 por ciento del costo de su formación; quienes lo requieran podrán diferir su pago; el ingreso por cuotas se aplicará exclusivamente al rubro de "servicios educativos".
Por más recusada que haya sido, ésa es la reforma y contra ella es la huelga: los huelguistas demandan que los pudientes no paguen. Es, por tanto, objetivamente, un movimiento de huelga de derecha sostenido por la izquierda. Veremos que no es tan sorprendente.
En obvia actitud antidemocrática se ha escatimado abierta y sintomáticamente el contenido de la reforma, y contra ella se ha argüido: 1) que tiene la intención de privatizar la UNAM; 2) que la educación superior debe ser gratuita según la Constitución; y 3) que fue una decisión autoritaria.
La primera tesis es un absurdo estrafalario, del que habría que decir al menos dos cosas: 1) se requiere tener de veras una mentalidad estructuralmente autoritaria para actuar en nombre de una tesis tan subjetiva como atribuir al otro una intención, y convertirla en el justificante de los actos propios; 2) Ƒquién en México puede pagar el incalculable capital representado sólo por los bienes físicos de la Universidad Nacional Autónoma de México, y bajo qué condiciones de operación una inversión de tal magnitud podría ser rentable? Se necesita no tener ni idea de lo que la Universidad Nacional hace, ni lo que ello cuesta, para creer que esta institución puede ser negocio.
La segunda es la tesis central de todo cuanto se ha dicho. Con ella comenzó el debate en esta oportunidad y, después de un periplo que parecía dejarla atrás, ha vuelto a ser el argumento principal. Ahí está la carta de 117 diputados del ala izquierda, lo escrito al respecto por miembros y simpatizantes del PRD y por simpatizantes del movimiento, las decenas de declaraciones provenientes de ese mismo partido.
ƑPor qué si aún mostrando públicamente la tesis de la Suprema Corte según la cual no existe la gratuidad de la educación superior como prerrogativa constitucional, la franja política señalada porfía sin cesar en su argumento?
En las próximas semanas y meses veremos que este debate no es sino parte de un veredicto que la sociedad habrá de procesar. Gratuidad sí o gratuidad no, es una disputa por un principio, una controversia no resuelta sobre Estado populista sí o no. El vigor del populismo lo muestra la base social de los huelguistas. Ese mismo vigor populista explica la reintroducción del pase automático como demanda del movimiento.
En próximas colaboraciones ampliaremos el tema y nos referiremos al "autoritarismo" en la forma de aprobación del nuevo reglamento.