La Jornada martes 27 de abril de 1999

Luis Hernández Navarro
Manual para incendiar la pradera

La burocracia universitaria ha superado las hazañas del gobierno federal en el arte de incendiar la pradera de la inconformidad social. Su consigna parece ser: dadme una comunidad estable y os fabricaré un gran movimiento de protesta.

El esmero y la eficacia con la que los funcionarios universitarios estimularon el paro en la UNAM nada tiene que envidiar a las proezas de la administración Zedillo. Este manual resume brevemente algunas de las medidas puestas en práctica por el rector Barnés y su equipo para echarle gasolina al fuego.

1. Convierta los derechos en privilegios. En el reino del libre mercado, la educación pública superior gratuita es un derecho al que ya no se tiene derecho. Insista en que quienes la reclaman quieren privilegios. La consigna debe ser: sólo se valora lo que cuesta. Recuerde el ejemplo de las tortillas: Ƒpor qué subsidiar a 40 millones de pobres si con ello se beneficia también a los 15 mexicanos de la lista de Forbes?

2. Transforme la gratuidad de la educación en un acto de caridad o asistencia. El no pago de una parte de la educación universitaria debe ser otorgado de la misma manera como se da limosna a los mendigos o tarjetas de pobre a los excluidos. Diferencie a los alumnos de acuerdo con los ingresos económicos de la familia a la que pertenecen.

3. Rompa con la solidaridad intergeneracional. Ofrezca a los que hoy estudian moratoria de pagos, a cambio de que cierren los ojos a la factura que tendrán que pagar las generaciones que vienen. La divisa a seguir es: nada contra ustedes, todo contra los que les siguen.

4. En lugar de luchar por aumentar el presupuesto eleve las cuotas de los estudiantes. Es mejor enfrentarse a quienes se supone pequeños que a los que se sabe grandes. Acepte que el presupuesto destinado a la educación disminuya, y busque compensarlo haciendo que paguen quienes reciben los servicios. No importa que éstos sean parte de las funciones redistributivas y compensatorias que el Estado debe asumir.

5. Acepte las recomendaciones del FMI y del Banco Mundial. Después de todo, las políticas públicas se diseñan allí y se implementan aquí con funcionarios arropados con la bandera de la soberanía nacional. Y si ellos "sugieren" que hay que privatizar la educación pública, manos a la obra. De esas fuentes brota el financiamiento, aunque después lo paguemos todos con nuestros impuestos.

6. Más vale pedir perdón que pedir permiso. Haga de la política del descontón a sus adversarios una máxima. Recuerde: quien pega primero, pega dos veces. Acuerde el Reglamento General de Pagos en una reunión del Consejo Universitario en la que no se permita la entrada a muchos consejeros estudiantiles.

7. Convoque a una concentración y luego no vaya. Tenga presente lo que le sucedió al rector Chávez. De esta manera, dejará de ser un actor político central y se transformará en funcionario acorralado por las circunstancias.

8. Si sus opositores organizan una consulta, descalifíquela. El libreto ya está escrito. Siga el ejemplo de Francisco Labastida y diga que las preguntas están inducidas. Recuerde que el ejercicio de la autoridad no admite preguntar abajo, sólo acatar órdenes de arriba.

9. Si la guerra fría desapareció, revívala. Repase la inspiradora jerga de Díaz Ordaz. Invoque el fantasma de la conjura y la manipulación externa. Repita las enseñanzas de Carlos Salinas: el PRD siempre ha tenido intereses inconfesables y es culpable de lo que sucede; advierta que es el lobo feroz buscando comerse a la autonomía universitaria.

10. Insista en que los estudiantes son incapaces de pensar y decidir por sí mismos. Al igual que los indios, los alumnos de la UNAM no tienen ideas propias, sino que son manejados por grupos externos que buscan radicalizar sus posiciones.

11. Convierta un conflicto social en un asunto penal. Criminalice a los inconformes. Amenace con ejercer todo el peso de la ley en su contra.

12. Monopolice el verdadero espíritu universitario. La Universidad es su burocracia, no sus maestros, estudiantes o trabajadores.

13. Minimice la protesta. Quienes se oponen a sus medidas son siempre una minoría, son seudoestudiantes. Sus decisiones son resultado del asambleísmo trasnochado.

14. Despreocúpese. Piense en la secretaría de Estado que le espera en el futuro. Si la Universidad se incendia, pues se incendia. Recuerde que el rector que metió a la policía a la UNAM fue designado secretario de Salud, y el que precipitó la huelga de 1987 fue nombrado titular de Gobernación.