La Jornada jueves 29 de abril de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Uno de los temas que más inquietan hoy a los políticos del sistema es el de saber si Miguel Alemán Velasco se destapó por sí mismo o por indicación superior.

Y, en esa línea de investigación, saber si el destape de Francisco Labastida Ochoa, escenificado antes de que lo hiciera el veracruzano, fue un acto estéril intencionalmente inducido.

Como todos los indicios disponibles muestran que el destape de Alemán Velasco contó con la complacida aprobación de quien todavía es el jefe político del sistema, y como todas las apariencias muestran a un secretario de Gobernación que creció muy poco después de su autodestape y que hoy pareciera abatido, o cuando menos desconcertado, avanza también la suposición de que desde Los Pinos se practicó un doble juego y que la víctima de las maniobras cupulares ha sido el precandidato sinaloense.

No son esas las únicas versiones corrientes que ubican a don Francisco como objeto de conspiraciones y malas jugarretas.

El apresurado e incomprensible retorno

También se afirma que el conflicto de la UNAM ha sido otra de las trampas puestas en el camino del hombre de Bucareli. Oficialmente, ese problema creciente fue el que le hizo retornar de Europa, donde realizaba una triunfal gira que ya le había llevado a España (donde lo recibieron las máximas autoridades de gobierno y de Estado como si fuese ya el beneficiado por el dedo presidencial mexicano) y que continuaría luego en Francia, aunque esta parte ya no se cumplió debido a que, según la versión del Palacio de Covián, don Francisco debía atender personalmente en México el conflicto de la UNAM.

Sin embargo, otro de los acontecimientos importantes que se produjeron en ausencia de Labastida Ochoa había sido el súbito destape de Alemán Velasco, lo que ha hecho dudar de la sacrificada versión oficial y creer más en complicaciones políticas de última hora para el proyecto labastidista anunciado con toda pompa en Culiacán antes de viajar al viejo continente.

La percepción de que don Francisco ha sido engañado se ha extendido tanto que, inclusive, comprimió al máximo la presumible cargada que debería de haberse desatado luego que todo un señor secretario de Gobernación se hubiese destapado como aspirante presidencial.

El silencio de los duros

Otra consecuencia inmediata de esa valoración negativa es que los segmentos duros de la política oficial han guardado sus hachas, cuando menos mientras les explican si pueden seguir adelante con su rol de feroces y agresivos defensores del sistema. Uno de esos puntos distendidos es Chiapas, donde Roberto Albores Guillén se quedó de pronto entrampado en su política guerrera sin saber si su promotor y aliado seguía siendo el bueno o ya habían cambiado las cosas.

Mientras tanto, Alemán Velasco sigue hilando, tejiendo: apoyos de empresarios importantes, beneplácito de la elite estadunidense, solidaridad de una parte de la clase priísta tradicional.

Don Francisco, a su vez, sigue desconcertado, sin entender, esperando que el autor del guión dé vuelta a esta página tan incomprensible, tan desagradable.

Félix Salgado y la vista hacia afuera

La resistencia civil desplegada por Félix Salgado Macedonio y sus seguidores contra René Juárez Cisneros está entrando en una fase de agotamiento.

A pesar de que el senador perredista hizo una exitosa campaña electoral, y que fue muy estrecha la diferencia de votos entre su candidatura y la de Juárez Cisneros (éste con todo el aparato gubernamental federal y estatal atrás, con todo el dinero y la movilización de los grupos caciquiles, sobre todo el de Rubén Figueroa), lo cierto es que Salgado Macedonio nunca tuvo un apoyo real, verdadero, apasionado desde el centro del país.

Tal como aquí se publicó en distintas ocasiones, sobre todo antes de que se decidiese quién iba a ser el candidato perredista a gobernador, el perfil de Félix hacía muy difícil pensar en que las fuerzas tradicionales del sistema le reconociesen un triunfo electoral.

Para los estrategas gubernamentales, Guerrero es un estado de alto interés político y económico, y una zona delicada para la seguridad nacional. Tiene de todo: turismo internacional, narcotráfico, lavado de dinero, caciquismo, guerrilla, Ejército permanentemente desplegado.

Por ello, el Estado mexicano nunca estuvo dispuesto a ceder Guerrero. Pero tampoco la cúpula perredista a pelearlo de verdad, a fondo.

Los problemas internos

Hoy, la corriente de los seguidores de Félix ha entrado en conflicto con la directiva nacional del sol azteca, pues no aceptan como líder estatal interino a Carlos Payán (homónimo del director fundador de La Jornada que hoy es senador de la República), nombrado por Pablo Gómez, pues consideran que su designación no es democrática.

Pero no es ese el único conflicto interno, también está el asunto de la carta firmada por alcaldes y diputados perredistas que si bien no reconocen a Juárez Cisneros como gobernador, sí establecen las bases para una relación institucional con él.

Y ahora, Salgado Macedonio ha anunciado su disposición a ser candidato a la presidencia nacional del PRD por medio de la llamada Convergencia Democrática Nacional.

En política dicen que lo que se ve, es, y Félix, dígase lo que se diga, se ve hoy volteando ya para otros lados.

Un triunfo más de los caciques.

Astillas: Las agrupaciones políticas nacionales han entrado en un activismo congruente con el acelerado calendario político que se vive en el país. Una de esas agrupaciones, Mujeres y Punto, que dirige Laura Carrera Lugo, organizó el pasado 22 una reunión pública en la que presentó su declaración de principios. Aparte de los planteamientos allí hechos, destacaron las presencias plurales congregadas. Por ejemplo, Amalia García, Felipe Calderón Hinojosa, Eduardo R. Bours, Guadalupe Gómez Maganda, Luis Miguel Aguilar, José Agustín Ortiz Pinchetti, las diputadas Patria Jiménez (PRD) y Patricia Espinosa (PAN), Luisa María Calderón, Alejandro Encinas, Alejandro Rojas Díaz-Durán, Clara Jusidman, José Antonio Crespo, María de Jesús de Monreal y Blanca Esponda, entre otros... El funcionario del gobierno federal encargado de hacer como que atiende el problema de Chiapas, Emilio Rabasa Gamboa, desaprovecha con frecuencia las doradas oportunidades que le brinda la vida de mantenerse callado. Ahora se ha manifestado contra el subcomandante Marcos a propósito de que éste ha enviado un texto opinando sobre los problemas de la UNAM. Dice don Emilio, con una lógica impresionante, devastadora, que no es válido que Marcos hable de todo menos de los problemas chiapanecos e indígenas. ``Si está opinando sobre temas de la agenda política, entonces debe ser consistente y convertirse en fuerza política y deponer las armas'', sentencia el señor Rabasa Gamboa. Con tan preclaros razonamientos, cuando un civil opine sobre asuntos militares debería ser consistente y convertirse en fuerza militar, deponiendo su argumentación civil. O, peor, cuando un ginecólogo opine sobre problemas de mujeres debería ser consistente y convertirse en mujer, deponiendo su condición varonil.