La Jornada Semanal, 2 de mayo de 1999
Lentos hasta lo indecible
El canto, el oro, la alegría
son los acontecimientos,
también las
primaveras
llegan muy despacio.
Y muy lentas, lentísimas
son
todas las veredas.
se nos postergan.
Debo esperar
siempre.
Cada vez más la amada tardanza
parece traer en la
mano
la flor de la muerte.
Qué descompasado desde hace
tiempo
el latir del corazón en el pecho.
Qué forzado, qué
amargo
cualquier movimiento.
Piedras en el camino, siempre piedras.
Piedras y más piedras.
Largo es el camino, larga la hora.
Nada me orienta en la
oscuridad.
Ninguna piedra quiere
llevarme a ti.
En el camino del deseo,
es difícil
invocar
al dios de las piedras.
Rezo, rezo todo el
tiempo
para que de noche la luna
me lleve a ti.
Día verde. Espíritu del nogal.
Todos los caminos llevan
al
paraíso del viento,
del amor, de la palabra.
Todos los caminos
llevan
hacia el hogar del fuego,
hacia el corazón del
mundo,
donde se incendia la pasión
y una lágrima canta.
Es el mismo, no son las mismas.
Es el mismo, no son las mismas.
Es el mismo, no son las mismas.
Es el mismo, no son las mismas.
Es el mismo, no son los mismos.
Es el mismo, único sol
que asoma
tras el monte como un pensamiento.
Para tomar cuerpo en el
valle
otras sombras desfilan.
Es el mismo, único sol
que sorbe
el blanco del cáñamo.
Para tender la tela sobre la yerba
las
muchachas -otras- desfilan.
Es el mismo, único sol
que
esparce un talco suave.
Para colorear la hora
las mariposas
-otras- desfilan.
Es el mismo, único sol
que
calienta rocío y viento.
Para resistir la muerte en verano
otras
espigas desfilan.
Es el mismo, único sol,
corazón
que late por los mundos.
Para imitar a la hoguera
otros
atardeceres desfilan.
Por todos lados, en los caminos, te esperan
En la sequía del verano, acaricias mujeres con
tal vez sin palabra que lo nombre todavía -
lo dejas.
ciudades,
archipiélagos, océanos
fuego sobre las cumbres.
brazos de
lava.
Sobre la tierra, bajo nubes y sol, siembras el
germen.
Arrancas a la naturaleza misteriosos arcanos.
Haces que
las quimeras tomen cuerpo, imaginas
ciudades,
creas historia,
fundas imperios
y palpitando entre meridianos
sientes día y
noche que eres.
Sin embargo, en algún momento, a una seña,
todo
lo dejas;
con la cara hacia arriba, los párpados cerrados -
lo
dejas,
¿Cómo después de
ver una vez
la luz de la luna
puedes traicionarla
y hundirte
en la oscuridad?
A los espíritus no les gusta nuestro espacio,
A los espíritus no les gusta encontrarse con nosotros,
lleno de
penurias.
Los espíritus se sienten fuera de sitio
en donde el
canto de los búhos los estremece.
En donde ladra el perro
se
sienten a cada paso perturbados.
de repente,
sobre la tierra.
Tratando de olvidar ofensas,
tímidos,
retroceden lentamente
al espacio hondo, pero irreal, de los
espejos,
donde pueden vivir a su antojo.