n En el Peñón de los Baños persiste la convicción de no dejar morir la tradición
Suelo y paredes se cimbraron, ante el arribo zacapoaxtla
Notimex n Vestidos de zacapoaxtlas, hombres, mujeres y niños representan una vez más la Batalla de Puebla, en el Peñón de las Baños, delegación Venustiano Carranza, donde se conmemoró el 137 aniversario de esta gesta histórica.
Incesantes "šViva México!" fueron lanzados para recordar el triunfo del Ejército Mexicano, encabezado por el general Ignacio Zaragoza, sobre los franceses, quienes pretendían apoderarse de Puebla.
Como hace 137 años, en esta representación los invasores corrieron en retirada entre escopetazos y cañonazos de pólvora que estremecían el suelo de esta popular colonia y hacían temblar las paredes de las casas ubicadas en el cerro.
Los mexicanos recordaron el heroico triunfo, en el que demostraron que los franceses no eran invencibles como en aquel entonces se consideraba.
Hoy, como muchos otros mexicanos, los habitantes del Peñón de los Baños rindieron culto a la Patria e hicieron de este 5 de mayo, una vez más, un acto sublime, solemne, de triunfo.
Algunos serios, otros bromeando, pero todos participaron con la convicción de no dejar morir esta celebración.
Niños de tres años, al igual que adultos, fueron pintados con carbón y maquillaje para intensificar su tez morena, simular a la raza zacapoaxtla.
Calzones de manta, sombrero ancho de palma y camisas negras con la leyenda en la espalda šViva México! caracterizaron esta fiesta celebrada en el oriente de la ciudad.
Para la batalla debía haber enemigos, y algunas madres vistieron a sus hijos a la usanza de los soldados franceses; blanco, rojo y azul.
La fiesta la hicieron suya los vecinos de todo el Peñón de los Baños: niños, niñas, jóvenes --algunos varones se disfrazaron de mujeres, protagonizando a las nacas, primigenias soldaderas de la época jurista-- y señores de edad avanzada.
También negras, las nacas vestían largos faldones con fondo naranja, motas de colores y blusas negras, de esas que calan con el sol.
Fiesta de la victoria, algarabía patriótica, culto a los héroes, pero también en estos modernos zacapoaxtlas se escucharon las esperanzas de cambio, de mejores tiempos, de estabilidad.
El clima, nada benigno con los participantes, pues estaba sofocante y calentaba las cabezas y hacía correr el sudor por los morenos rostros.
Desde temprano, niños y jóvenes --vestidos de zacapoaxtlas o franceses-- ocupaban la calle de Quetzalcóatl, y se aprestaban a tomar parte en el desfile.
A la mitad de la representación, más de un centenar de negros zacapoaxtlas danzaban y reían al mismo tiempo que cantaban una arenga india que ensalzaba el valor mexicano y despreciaba la invasión francesa.
Entre los participantes también se observaron contrastes, pues mientras los menos permanecían serios, concentrados, con rostros negros que vaticinaban ir tras el rival, en el trayecto, sobre Río Consulado, Oceanía e Hidalgo, entre otras, la gente aplaudía a los modernos zacapoaxtlas.
Culminado el desfile patriótico, las danzas, acrobacias del Pentatlón y los bailes modernos alegraron aún más la fiesta. El pulque hizo su aparición y entonces la gran alegría comenzó.