Jean Meyer
Guerras olvidadas: Timor

El 21 de abril, el Papa recordó que la guerra es ``una tribulación para numerosos pueblos y que, además de la de Kosovo, existen muchas guerras olvidadas''. En Asia, Timor Oriental es víctima de una de esas guerras, desatada por Indonesia a la hora del derrumbe del imperio colonial portugués, después de la Revolución de los Claveles (1975).

Los independentistas se habían reconciliado con el Portugal democrático y ha- bían proclamado, con la anuencia de Lisboa, la independencia: 10 días después, el poderoso ejército indonesio invadió la isla para convertirla en la vigésimaseptima provincia de la república indonesia. Usó de la violencia extrema, ejercida anteriormente contra su pueblo (1965: pogrom de por lo menos 500 mil comunistas), haciendo morir la cuarta parte de los 800 mil timorenses.

La sociedad internacional no le prestó ninguna atención al drama de la isla del fin del mundo, con la sola excepción de Roma que no podía olvidar una población enteramente católica. De vez en cuando un episodio especialmente violento pudo ser noticia, como cuando, en 1991, el ejército mató a 70 civiles en un panteón de la capital. Entonces un general declaró: ``Delincuentes como esos agitadores tienen que ser quebrados y los quebramos''. La represión se acompañó de la colonización de la isla con campesinos transplantados desde la sobrepoblada Java.

En 1996 el Premio Nobel de la Paz fue compartido por el obispo Carlos Belo y el abogado José Ramos Horta, dos destacados luchadores contra la ocupación indonesia, galardonados por sus esfuerzos ``en la búsqueda de una solución justa y pacífica del conflicto''. Fue necesario esperar la caída del eterno presidente Suharto para que, en 1998, el nuevo gobierno indonesio expresara, por primera vez, su deseo de encontrar una salida. Un año ha pasado y, después de una tímida esperanza, luego confortada, vuelve la angustia. Hay divisiones en el gobierno indonesio, entre moderados y duros, y en el seno del ejército los partidarios del imperio no se han rendido.

No solamente el ejército no ha reducido su presencia en la isla, sino que ha armado numerosos grupos paramilitares, reclutados entre los colonos venidos de Java, pero también entre jóvenes timorenses, desocupados. Se habla de 20 mil soldados y otros tantos paramilitares, frente a una guerrilla quasi inexistente y a una población civil inerme. El gobierno afirma que está dispuesto a dar su independencia a la isla, si así lo manifiesta la mayoría de la población. Supuestamente prepara un referéndum sobre una ``autonomía especial'' que, de ser rechazada, abriría la puerta a la independencia. Esa declaración del primer ministro, a fines de enero de 1999, provocó la inmediata actuación de los paramilitares, como si el ejército quisiera demostrar que su presencia es necesaria para evitar un baño de sangre. Durante 24 años, los militares han explotado los recursos naturales de la isla como si fuese su hacienda; quizá quieren juntar un último botín antes de irse. Mientras, la gente muere o huye y el acuerdo logrado en marzo entre la ONU y Yakarta para organizar el referéndum se pierde en el humo de los incendios. Parece que el gobierno indonesio, sometido a la fuerte presión de los generales, está dando marcha atrás.

Matanzas en los templos, atentado contra el obispo Carlos Belo, pueblos incendiados, la situación es tan grave que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha solicitado al presidente Yusuf Habibi que ``controle la situación y no cuestione una solución pacífica''. Sin embargo, la semana pasada cientos de paramilitares sembraban el terror en las calles de la capital de Timor, bajo la mirada tranquila de los soldados. El primer ministro australiano, alarmado por los hechos, presionó a Yakarta, en víspera de una nueva ronda de negociaciones internacionales, pero el ejército ya descartó un eventual despliegue de los cascos azules. El 21 de abril, sin embargo, los paramilitares y los independentistas firmaron, en casa del obispo Belo y en presencia del jefe del ejército, una tregua. ¿Cuándo volverá la paz a Timor?