Estados Unidos ha reiniciado su ofensiva contra los trabajadores migrantes desde el pasado 8 de abril (La Jornada). El objetivo en estos momentos son las empresas de procesamiento y empaque de carnes en el medio oeste, en particular 66 plantas en Nebraska, en la parte occidental de Iowa y en Dakota del Sur.
El programa conocido como Operación Vanguardia instrumenta una serie de redadas en lugares de trabajo, y según el vocero del SIN en Washington, esta nueva política tiene como idea central notificar a empleados que hay discrepancias en los documentos de trabajo y así ``en cierta forma se les alerta de que serán detenidos y deportados si no abandonan sus trabajos''.
El problema de estas empresas es que, por un lado Nebraska sólo tiene 2.6 por ciento de desempleo y además el trabajo de procesamiento y empaque de carnes es repetitivo, desgastante y riesgoso, el más peligroso de los trabajos industriales según datos oficiales. Desde 1989, la empacadora de carnes más grande del país, la OBP Inc., contrata mexicanos --muchos de ellos transportados directamente desde México en autobuses especiales hasta las plantas de Nebraska y Arkansas-- y centroamericanos.
Las quejas de los empleadores no se han hecho esperar y desde granjeros a empacadores y fabricantes de calzado en Atlanta piensan elevar sus reclamos ante sus representantes electos enfatizando que no les importa lo que piensen en Washington, ellos buscarán la manera no sólo de retener a sus trabajadores sino incluso de contratar una mayor cantidad. La molestia se agudiza pues los empresarios no comprenden por qué se producen estos problemas en los momentos de mayor trabajo en todo el conjunto de las plantas empacadoras.
¿Cómo es posible que se presente una situación tan absurda, y por qué ahora? ¿Por qué Washington con sus políticas migratorias provoca tan graves problemas a sectores productivos enteros que dependen por completo de los trabajadores migrantes? ¿Por qué se busca que los trabajadores abandonen sus puestos de trabajo antes de ser localizados por el SIN, es decir, que huyan?
Hay varias respuestas a tan incongruente proceder y tienen que ver con el manejo que puede hacerse del fenómeno migratorio, y que en este contexto sería prioritariamente político. Parece claro que existe una lucha de poder al interior de Estados Unidos entre los distintos grupos, cuyos intereses económicos difieren diametralmente. Esto se manifiesta en una política migratoria restrictiva que puede ser impuesta por tratarse de grupos financieros ligados al Estado sin contacto con este tipo de trabajadores. La lógica sería responsabilizar a esos sectores productivos del desempleo por contratar a extranjeros y no a nativos. La lucha de poder tiene un costo y el resultado ha sido la presión sobre los trabajadores migratorios que mueren en número cada vez mayor al intentar cruzar la frontera. El hilo se rompe por lo más delgado.
¿Por qué ahora?, se preguntan los propios empresarios. No puede dejar de vincularse la guerra de los Balcanes con lo que está sucediendo. Estados Unidos, lanzado a esta aventura desastrosa que está provocando lo que supuestamente combate al dejar el camino libre a Milosevic por el éxodo de cientos de miles de civiles que huyen de las bombas de la OTAN, presiona y chantajea para lograr el apoyo de todos los países. México, en la mejor tradición de su política exterior, ha fijado claramente su papel en este conflicto: la no injerencia y la solución diplomática de las controversias. Esto tiene un costo, el hilo se rompe por... Operación Vanguardia.