EL ESPIONAJE, INADMISIBLE
En su edición de ayer, un periódico capitalino publicó imágenes de una cinta de video -sin crédito de autor- de lo que podría ser una reunión en el domicilio particular de Ricardo Pascoe, delegado en Benito Juárez, y en la que habrían estado presentes, además de ese funcionario, dirigentes y militantes del Partido de la Revolución Democrática, así como estudiantes que participan en el actual movimiento huelguístico universitario. Las gráficas se acompañan de abundantes descalificaciones, tanto de la movilización universitaria en curso como del gobierno del Distrito Federal, y se ofrecen como "prueba" de que el PRD y la administración capitalina están involucrados en las acciones de los huelguistas, como lo han afirmado autoridades federales y universitarias.
Al margen de la veracidad o falsedad de tales acusaciones, el hecho de que un medio de prensa difunda materiales surgidos de una acción manifiestamente ilícita, como lo es el espionaje, constituye un atentado grave a la civilidad, introduce factores indeseables de tensión en la vida política del país, y facilita la instauración de un ambiente persecutorio.
Sólo con un afán distorsionador y una mentalidad conspiradora podría concluirse, a partir de las fotos en cuestión, una injerencia del PRD en el movimiento universitario. En cambio, las gráficas muestran, en forma inequívoca, que el domicilio de Pascoe fue objeto de una vigilancia furtiva, de una intrusión injustificable y de un voyeurismo político incompatibles con las garantías individuales, con la ética y con el más elemental decoro humano y periodístico.
Es obvia la necesidad de investigar los hechos referidos, de identificar a los paparazzi y a sus jefes y, en su caso, de fincarles las responsabilidades legales que correspondan.
Finalmente, la sociedad debe impedir que la convivencia cívica sea desvirtuada y dislocada mediante fisgoneos, escuchas ilegales y ensayos de guerra sucia, desinformación y manipulación de la opinión pública como el que se comenta.