La Jornada viernes 7 de mayo de 1999

Manuel Vázquez Montalbán
La OTAN y la euroizquierda

En algún pliegue de la memoria se me quedaron las imágenes de los jefes de gobierno asistentes a la celebración del 50 aniversario de la OTAN, acompañados de sus respectivas esposas, convertido el acto pues en un desfile de modelos representativos del gusto y de la ética. Ya que hablo de ética, allí estaba también Havel, calificado por muchos como un monumento ético, satisfecho porque su país ha salido del Pacto de Varsovia de tierra adentro y asume el del Atlántico porque le abastece de una perspectiva oceánica. Mientras los políticos se solazaban con los festejos que siempre acompañan este tipo de colaboraciones, y precisamente por eso habían llevado a sus parejas, desde el criterio un tanto involucionista de que las mujeres lucen más, brigadas de trabajadores rescataban de entre los escombros de la televisión serbia trozos de cadáveres de profesionales de la información. El garden party de la OTAN se celebró sin que ni siquiera a alguien se le ocurriera pedir un minuto de silencio en memoria de las víctimas de una guerra no declarada, ritual que se respeta hasta en los campos de futbol cuando se ha muerto la suegra del presidente del club.

No podían pedir ese minuto de silencio porque todos se hacían responsables de la carnicería y de la explicación que el mando atlántico había dado: la televisión yugoslava era el centro propagandístico de Milosevic. Es decir, se trataba de aterrorizar mediante terrorismo atlántico, del bueno, a los profesionales de la información que prestan su oficio o su ideología, o las dos cosas, a la defensa de las razones serbias. Es como si se supusiera que la RAI, no sé si la uno, las dos o las tres, fuera el cerebro propagandístico de D'Alema y mereciera ser bombardeada por esta circunstancia e igual podría decirse de Televisión Española (TVE) o la BBC. A partir de ahora todos los contratados por televisiones estatales deberán recibir un plus por riesgos derivados de su tarea como cerebros orgánicos o bien declararse en contra de sus sistemas políticos y así obligar a la tecnoindustria militar estadunidense a fabricar misiles aún más inteligentes. Es decir, misiles que en caso de que sea necesario bombardear la RAI, la TVE o la BBC, sólo maten a los profesionales que se han declarado partidarios de D'Alema, Aznar o Blair.

Más allá de la insensibilidad de los políticos con respecto a los profesionales de la información que pudieron ver incluso en la carnicería de Belgrado un castigo simbólico a la maldad de los medios, repasando los rostros de los más altos representantes de esta alianza atlántica se descubre fácilmente que está llena de socialistas e incluso de un ex comunista reciente, mi querido D'Alema. Paso por alto ya que Solana, el secretario, venga de posiciones socialistas antiatlantistas, porque no quiero convertirme en el flagelo de este hombre que al fin y al cabo se está ganando un sueldo al mes y un lugar nada envidiable en la historia. Pero es que a la vista de la fotografía de jefes de gobierno con señora, el corazón me late y proclama ¡no la toquéis más, esa es la euroizquierda! ¡La euroizquierda al poder! Un sueño hecho realidad 25 años después de las formulaciones berlinguerianas, como final feliz de una realpolitik de la izquierda que no sólo ha querido predicar, sino también dar trigo. Ante la evidencia de que la euroizquierda está prestando coartada progresista al pim pam pum estadunidense contra Serbia, pasando por encima de cadáveres no previstos y de la acentuación de la diáspora kosovense, perfectamente prevista, hay que confiar en que Blair, Solana, Jospin, D'Alema, Schroeder... saben lo que se hacen y algo esperan obtener de su evidente condición de cómplices de una carnicería.

Ignacio Ramonet se planteaba en Le Monde Diplomatique de abril las limitaciones de este socialismo acalórico y la sospecha de que sólo está tratando de demostrar su capacidad de que puede gobernar el capitalismo sin que el capitalismo se asuste, se irrite y vaya por ella como ya fue por Lafontaine. Antes de que llegue el 3000 esta audaz euroizquierda habrá demostrado no sólo que puede gobernar el capitalismo sino transformarlo, de la misma manera que Solana se apuntó a la OTAN porque consideraba que podía convertirla en la UNICEF. Al precio de tener que asistir a algún garden party objetivamente truculento, pero ya dijo Lenin que a veces hay que dar un paso atrás para poder dar dos adelante y el subcomandante Marcos me contó que él aplica un consejo no de Lenin, sino de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas. Alicia para alcanzar a la Reina Roja debe caminar hacia atrás: ha de volver al pasado para poder avanzar.